Tras varios intentos fallidos en una llamada desde Costa Rica hacia Dinamarca, lo primero que Ronni Abergel hace al atender el teléfono es bromear.
“Ah, seguro en algún partido de fútbol entre Costa Rica y Dinamarca algún costarricense dijo algo sobre nosotros y ya bloqueamos cualquier tipo de llamadas desde allá”, dice entre risas Abergel. Más tarde en la conversación que trazamos, llega a arrepentirse de haber comenzado así nuestra conversación.
“Sabes, creo que esa no fue la mejor idea para comenzar a hablar, pero creo que ilustra muy bien de lo que hacemos con las librerías humanas. Dinamarca es un país demasiado encerrado en sí mismo, como si no necesitáramos del mundo para sobrevivir. Creo que esa broma ilustra cómo tenemos estereotipos hasta de nosotros mismos”, cuenta en un tono serio.
Para Abergel, quien es el fundador y director del proyecto Human Library (llevado al español como Librerías Humanas), conversar sobre su iniciativa evoca inevitablemente las palabras “estereotipo” y “prejuicio”.
“Porque todos tenemos estereotipos y prejuicios, sin importar la cultura. En cada sociedad es diferente, pero existe. Es parte del instinto con el que crecemos. Pero parte de ser humano implica también poder romper con tales estigmas y justo de eso se trata Human Library”, afirma Abergel desde Copenhague.
Un proyecto singular
Para la segunda mitad de la década de los noventa, una ola de violencia se esparció por Dinamarca. Según recuerda Abergel, la dimensión de las agresiones se volvió incontrolable y a su vez normalizada. Fue una bestia difícil de controlar.
En una sobremesa casual con su hermano Danny, Ronni soltó una pregunta: “¿qué pasaría si la gente que se pelea llegara a conocerse entre sí? ¿Podrían acabar los problemas?”.
Así fue como este danés impulsó el proyecto Librerías Humanas. La iniciativa consiste en, literalmente, ver a cualquier ser humano como una historia que espera ser leída. La organización se ha convertido en un movimiento mundial que convierte a las personas en libros, y las “publica” en espacios seguros donde otros ciudadanos pueden sentarse a conversar y hacer preguntas para remover preconcepciones.
Estos libros abiertos pueden abordar cualquier temática: refugiados, indigentes, autistas, personas con VIH, judíos, musulmanes… Lo que sea. Universidades, colegios, conferencias y festivales en los cinco continentes han sido el espacio para consolidar este proyecto.
El primer evento en que se realizó una librería humana fue a mediados de los 2000. Se trató de un encuentro abierto, ocho horas al día durante cuatro días. En esa ocasión, se presentaron cincuenta libros humanos.
“Traíamos la idea de crear una primera librería humana con personas que no nos gustaran; gente que no nos conociera para ver qué reacción podría tener. La idea era contar con personas impopulares, ponerlas juntas y dejarlas para ver qué sucede en su interacción con personas que tienen estigmas sobre ellos. Hay religiones, trabajos y pasatiempos que no entendemos a menos que los hablemos con alguien”, afrima Abergel.
En los días previos a la inauguración, su hermano le preguntó qué sucedía si nadie llegaba a visitar a algunos de los libros, a lo que Abergel alcanzó a responderle que “si somos afortunados muchas de estas personas al menos no se disgustarán entre sí. Se sentarán, esperarán por lectores y si no llega nadie, pues se leerán entre sí. Igual vamos a ganar, sea de manera pequeña o grande. En este proyecto nunca perderemos”.
Casi veinte años después de la creación del proyecto, el fundador reconoce que nunca imaginó que su iniciativa tendría carácter universal: podría adaptarse en cualquier sitio en cualquier momento. Fue imaginado como algo casual, pero resultó una idea de mecha larga.
Ahora Abergel reconoce que las librerías humanas no son actividades pensadas solo para Dinamarca. Actualmente, existen librerías humanas en 85 países del mundo. “Y en cada país es diferente. Cada comunidad sabe lo que significa una librería, entonces entiende lo que significa leer un libro y viajar en el tiempo con el libro. Además, ese libro que uno toma jamás se devuelve en la misma condición con que te lo entregaron”, cuenta.
Este año se abrirán librerías humanas en Pakistán y Uganda, países que Abergel reconoce difíciles de penetrar. Anteriormente, el proyecto se ha consolidado en territorios complejos de Egipto, Somalia, Sudáfrica y Dubai. “Son culturas completamente diferentes a la escandinava, ¡e igual funciona! Lo mismo en Japón, China, Corea… Se trata de algo incluyente que resulta asombroso”, comenta.
Una vez más, Abergel reitera su error al comenzar nuestra conversación con un chiste. “Es que pienso en mi país. Dinamarca es muy pequeño y tiene muchos estigmas. Es un país que no puede sobrevivir sin tocar el mundo de afuera, no puede sobrevivir solo, pero permanecemos muy cerrados como pequeñas tortugas en su caparazón. Eso me hace pensar en cuando damos una primera mala impresión. La gente va a creer que somos raros. Pero si creamos una plataforma donde podamos retar lo que sabemos tal vez se puedan quitar los prejuicios”.
A pesar de su insistencia con la remoción de prejuicios, Ronni reconoce que el proyecto no obliga a nadie a llegar a la librería con alguna consigna. Asegura que, si así sucede, la persona puede sentirse más convencida de lo que pensaba previamente. No se trata de imponer una agenda, explica, sino de dar una oportunidad de aprender.
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Comenzar en el espejo
Al recordar el primer encuentro de libros humanos, Abergel es sincero: su principal premisa fue buscar a las personas que menos le agradaran y, posteriormente, preguntarse por qué le generaban rechazo.
“Estas personas nunca me hicieron nada a mí, pero yo sentía un desagrado terrible”. Abergel rememora que su prioridad para esa primera librería era encontrar a un portero de seguridad de un night club. “Muchas veces, cuando sales en las noches, muchos policías te detienen pensando en que harás problemas. Eso a mí me generó la impresión de que estas personas son racistas y discriminatorios. Tenía esta imagen de tipos con grandes músculos, pene pequeño y poco cerebro. Ese era mi estereotipo. Lo mismo me pasaba con policías, políticos, periodistas… Hemos escuchado cosas feas sobre ellos y lo pertinente era cambiar esa opinión”.
Los primeros libros humanos publicados en esa ocasión también tomaron a personas con desórdenes alimenticios, bipolaridad y otros individuos que se rehúsan a trabajar.
Para el fundador, mirar esa primera selección le habla sobre el cambio positivo que ha tenido la sociedad con el paso de los años. Para ejemplificar esta idea, Abergel pone el caso de los grafiteros, a quienes hace veinte años (cuando comenzó su proyecto) la gente tachaba de vándalos. “ El arte callejero se ve hermoso para mejorar a la comunidad. Es un gran ejemplo. No está estigmatizado de la misma manera actualmente. Se reconoce como arte, no como crimen. Los cambios suceden y hemos encontrado la manera de ser parte de esos cambios”.
Abergel también señala el caso de la población LGBTIQ, aunque indica que los tabúes varían. “En Dinamarca, por ejemplo, las personas gay son más aceptadas, pero no sucede lo mismo con personas trans o bisexuales, de quienes existe más tabú. Esto de nuevo reafirmaba la idea de que este proyecto tenía validez internacional, porque en cada sociedad se viven problemas en un momento particular. La información que nos da este tipo de libros es valiosa para otras personas”.
“Los libros ganan, los lectores ganan, la comunidad gana. Esa es la razón por la que seguimos creciendo. Por eso, hace dos meses, Apple nos llamó para trabajar en conjunto; por esto también nos contactó Euro Bank; por eso también voy para Medellín a hablar sobre el proyecto, porque hay muchos ganadores y otros que quieren saber más. Podemos tener un gran entendimiento de la palabra comunidad a nivel mundial”, agrega.
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Más allá de las fronteras
Antes de recomendar formalmente las librerías humanas a su círculo de acción, Abergel fue a Noruega a realizar una prueba sobre el proyecto. Conversó con el Consulado Nórdico y consiguió ayudas para ver si el proyecto funcionaría de la misma forma en que Dinamarca.
El evento fluyó y posteriormente Abergel consiguió estrechar manos con Hungría. Así, se animó a promover la iniciativa en Europa y se establecieron entrenamientos para crear administradores de librerías en cada país, quienes se encargan de velar por la seguridad y mantenimiento de los libros.
Para el 2007, las librerías humanas ya habían aterrizado en Estados Unidos. Ese mismo año llegó a Australia, un año después a Japón y para el 2012 se estableció en Brasil.
En total, se tardaron doce años para que las librería humanas se establecieran en los cinco continentes.
Con su esparcimiento, algunas personas han modificado la idea de las librerías humanas y han tomado libertades en su ejecución. “Hay personas que escuchan de esto y hacen algo parecido a lo que es. El problema de las buenas idea es que a algunas personas les suena, llegan a la casa y piensan que es algo simple. Sí es simple, pero requiere trabajo duro. No es fácil”, señala Abergel.
Para el creador de la iniciativa es fundamental preservar la metodología de la librería humana, puesto que así se asegura un espacio de paz para los libros.” Vivimos en un mundo en que la gente se abre con sus pensamientos y otro puede reaccionar enojado. No quieres que los libros se expongan a alguien enojado. Hay que preparar el contenido, tener certeza del sitio para crear la librería y darle a las personas las motivaciones correctas. No se trata solo de preservar los libros, sino también la calidad de los libros”.
¿Qué hago si quiero comenzar una librería humana?
En Costa Rica no existen librerías humanas. Si alguien quisiera convertirse en pionero de esta iniciativa en nuestro país, Abergel señala que lo primero que debe hacer es construir una lista de los temas más inquietantes que debe enfrentar la comunidad.
Posteriormente, la persona debe encontrar el mejor sitio para establecer la librería. Debe ser un lugar donde se pueda alcanzar a una buena cantidad de lectores, y que a la vez evite vulnerar a los libros que allí se encuentren.
Acto seguido, quien esté interesado debe visitar el sitio web humanlibrary.org y llenar un formulario, en el cual se requiere explicar la idea de la librería. Abergel asegura que el equipo de la organización contestará un correo con toda la información necesaria.
A pesar del sencillo sistema de creación de librerías humanas, el fundador es enfático en que hay que tener clara la iniciativa antes de llenar esta solicitud.
“Si envías una mala aplicación de la librería humana te diremos que no entendiste el concepto propiamente. Por ejemplo, si nos mandas una idea sobre una librería de solo refugiados pues no podremos ejecutarla, porque si entras a una librería y ves solo refugiados pues no es una librería; es una exhibición. Nosotros no exhibimos la humanidad; le damos voz a diversas personas para tener más oportunidad de compartir y unir fuerzas a favor”, afirma Abergel.
“Los eventos temáticos suelen dar problemas porque nosotros evitamos los intereses de grandes conglomerados y, al hablar solo de una persona, no tendríamos una plataforma inclusiva. En las librerías humanas deben incorporarse todos, no solo judíos o musulmanes, no solo la población LGTBI… Es para la humanidad; es romper el estigma”.
Aún así, Abergel recuerda que los libros humanos no son como cualquier libro de papel.
“Imagínate que soy un libro. Yo puedo hablarte de mi vida personal, pero hay páginas de mi vida que aún no han sido publicadas. Son los términos que pone cada libro porque estás conversando con gente real”, explica.
“Si nos conocemos y me preguntas qué es el duelo, puedo hablarte sobre cómo perdí a mi esposa y debí cuidar a dos niños pequeños. Puedes preguntarme todo sobre mi libro y si no quiero hablarte de algo demasiado íntimo o no estoy listo, te diré ‘perdón, pero esas páginas aún no se han publicado’. Puedes asegurarte que cuando empezamos mi conversación yo tengo la idea de que nos sintamos cómodos los dos. Uno es voluntario y para lo que estoy listo es para ayudarte sobre lo que he experimentado por mí mismo”, finaliza.