“¿Cuánta presión tenemos? Toda”. Faltan menos de seis días para las elecciones presidenciales cuando Dennis Cascante me recibe en su oficina.
Los ojos del director de Estrategia Tecnológica del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) revelan cansancio, pero el informático y administrador sabe disimular muy bien el estrés.
Cascante tiene a su cargo el mandato de un departamento crucial dentro del más alto órgano constitucional en materia electoral de nuestro país, conformado por casi 100 personas.
“Departamento” es, quizá, un término muy restrictivo: la dirección de Estrategia Tecnológica se divide en diferentes áreas y estas, a la vez, en otras subáreas.
Están quienes se encargan de las ventas de servicios, de riesgo y seguridad, de dirección de proyectos y también quienes integran el equipo que me llevó a acercarme al TSE: el departamento de Tecnologías de Información y Comunicaciones.
“Es lo que en todo lado llaman como ‘la gente de TI’”, me explica Cascante. En otras palabras, esas personas detrás de computadoras y aparatos electrónicos que hacen que en toda la tecnología de una empresa funcione, mientras los demás damos por un hecho que funciona mágicamente.
La carga que tiene sobre sus hombros este equipo, sin embargo, no es siquiera comparable a la de ninguna otra institución: en sus manos está la confianza del pueblo de Costa Rica en un sistema democrático ejemplar en el mundo.
La “solidez” democrática que subrayó la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) esta semana depende, en gran medida, en lo que ellos hagan o dejen de hacer.
“Finalmente lo que hacemos es un ejercicio de transparencia y de democracia. Entendemos que nuestro proceso democrático no depende ni siquiera de tecnología, pero en esta época, en el siglo XXl, no podemos darnos el lujo de generar ni una pequeña duda”, cuenta Cascante, quien asegura que todos sus esfuerzos se dirigen para cumplir un mismo objetivo: robustecer nuestra democracia. “Para un órgano como éste, esa es una prioridad. Blindar el proceso de transparencia, de imparcialidad, es mucho más importante que gastarnos $29 millones de dólares –que no tenemos– en lo que nos costaría por ejemplo, un sistema de votación electrónica solo para decir: ‘wow, miren qué tecnológicos que estamos’. Es parte de las decisiones que nos toca tomar acá”.
Sus innovaciones y los cambios que realizan, no se ven reflejados necesariamente en un producto nuevo, dice, sino en la eficiencia y efectividad del proceso completo; y en el balance entre costo y beneficio para alcanzar ambas cosas.
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Detrás del esfuerzo
Intentar abarcar la totalidad de funciones que tiene a cargo la dirección de Estrategia Tecnológica en tan poco espacio sería irresponsable, además de imposible.
Su trabajo acapara más de lo que cualquier cabeza promedio puede imaginarse y mucho más allá de trabajos perceptibles para el ojo público.
En su síntesis para comprender el organigrama de trabajo, Cascante comenta algo clave: “a diferencia de muchos órganos electorales (internacionales) y muchas instituciones públicas, nosotros no compramos software, nosotros lo hacemos. Cada línea de código que está ahí escrita es producida por personal del Tribunal”.
Es decir, todos los sistemas de transmisión de votos desde las juntas ubicadas en todo el país, programas para recepción y conteo de votos electrónico, visualización de resultados en aplicaciones móviles, sitio web y medios de comunicación, herramientas móviles para recibir denuncias y más, ha sido desarrollado por personal del tribunal.
La lista es larga: registro electrónico del material que sale y que entra al Tribunal (papeletas en tulas), sistemas de escrutinio, declaratorias de elección, una aplicación para poner a disposición del público fotografías de todas actas firmadas con los resultados: todo lo han desarrollado ellos, al mismo tiempo que continúan cumpliendo sus funciones diarias.
Fue en 2006 fue la primera vez que el Tribunal Supremo de Elecciones hizo transmisión de datos sin la intervención de un tercero.
Todo este trabajo le toca al primer departamento, ingeniería de software, conformado por unos 20 funcionarios del Tribunal.
Son los ingenieros de software los que han estado desarrollando, actualizando y mejorando sistemas informáticos desde hace más de año y medio para que los costarricenses sepamos la misma noche del 4 de febrero si tenemos o no nuevo presidente, y cómo se verá nuestra Asamblea Legislativa.
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Milagros
“Ellos están haciendo sistemas de todo tipo y simultáneamente: para inscribir nacimientos, para hacer cédulas, para escrutinios, para identificar miembros de mesa, software administrativos internos, contables, de todo. Un poco a lo que vamos es que no solo es el tema electoral”, dice Cascante. “Porque haya elecciones la gente no deja de casarse, no deja de morirse, no dejamos de tener que inscribir defunciones, de expedir cédulas. Esto no se detiene. Son tantos los procesos que intervienen que esto nos obliga a preparar los sistemas con mucha anticipación porque a veces son las mismas personas los que los crean. Un equipo de trabajo terminó el registro de los partidos políticos y salta a trabajar con los sistemas de escrutinio, por ejemplo”.
“A veces hay que hacer milagros”, me contesta Alejandra Robles cuando le pregunto si alcanzan las manos.
La cartaginesa, desarrolladora de software y encargada del proyecto de declaratorias de elecciones (sistema que permite generar resoluciones una vez con los resultados listos), tiene ocho meses de embarazo y un abdomen que ya choca con su escritorio.
“Hasta que uno no entra al Tribunal no sabe el trabajo que todo esto implica. La gente piensa que uno solo trabaja para las elecciones, pero acá uno ve todo el tema civil. Hay que estar dándole soporte a los dos ejes de la institución”, enfatiza.
Su jefe, Juan Carlos Corrales (jefe del departamento), detalla que usualmente dividen cada proyecto en parejas. “Casi que comenzamos un año y medio o dos años a planificar todos los sistemas”.
La milla extra
Una vez creados los sistemas, la antorcha la toma la sección de infraestructura. “Les llaman ‘los de informática’”, explica Cascante. “La labor de infraestructura es hacer que los sistemas que diseñaron y escribieron los de ingeniería de software funcionen. Son los responsables de tener disponibilidad de servidores, de las redes, de las bases de datos que registran esa información”.
Son los que trabajan cuando los demás están durmiendo. Sus pruebas, usualmente las realizan cuando los sistemas no están activos; cuando se oculta el sol.
“En algunas ocasiones toca trabajar durante la noche con un trabajo que pretendíamos que durara cuatro horas se extiende. Entramos a las nueve esperando salir a la una y terminamos saliendo a las nueve de la mañana del día siguiente porque algo salió mal”, cuenta el director. “Hay ocasiones en que no salimos. El viernes pasado fue uno de los tantos días que mi día comenzó a las 9 de la mañana en la conferencia de prensa y salimos a las 12 medio día del día siguiente. Pero bueno, a una semana de la elección ya nos ocupamos de los detalles”.
Según Mario Pereira, jefe de la sección de Infraestructura, ya esa costumbre ha ido cambiando para respetar horarios, pero antes, cuando eran menos, era inevitable.
“Entrábamos lunes y no sabíamos a qué hora salíamos en la semana haciendo pruebas, probando la plataforma, coordinando con el ICE, con Racsa y diferentes proveedores”, cuenta. “El principal reto que tenemos es la transparencia: que el Tribunal siga manteniendo esa posición de confianza hacia los costarricenses y que los costarricenses que quieran ver los resultados en cualquier momento, puedan hacerlo”.
Desde ya se preparan para una eventual segunda ronda. Patricia Chacón, jefa del departamento de Tecnologías de Información y Comunicaciones y con 29 años de experiencia en el Tribunal indica que a pocos días de las elecciones el estrés es menos: en este momento, su foco de atención son las pequeñas cosas… asegurarse de que todo funcione.
“Queremos continuar con esta democracia que caracteriza a Costa Rica. A la gente le gusta. La idea es que puedan tener ahora sus actas, que puedan ver cómo quedó cada mesa. Que puedan verlo tanto en nuestra propia plataforma como en los medios de comunicación”, asegura Chacón. “Y apenas termina esto ya hay que comenzar a planear las elecciones municipales para que puedan salir las a tiempo los presupuestos y todo”.
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Soporte nacional
La última subárea del departamento de TI la tiene a cargo la sección de Soporte técnico.
Una vez que ingeniería de software hizo los sistemas y los de infraestructura los mantienen funcionando, a ellos les toca apoyar a todas las personas que los usan para que aprendan a utilizarlos de forma correcta.
“Son los que escuchan todas las quejas. En el caso de una elección, cuando la transmisión de datos se hace desde más de 2.000 centros de votación, ellos tienen que clonarse como en mil, porque son cerca de veinte, y seguir atendiendo el soporte técnico de la operación habitual, porque eso no se detiene. A ellos les toca la carga normal y también tener que movilizarse a diferentes zonas del país”, detalla Cascante.
Todas las computadoras, celulares y aparatos electrónicos que serán utilizados para la transmisión de datos pasan por sus manos: le dan mantenimiento, revisan que los sistemas estén debidamente instalados y corran bien para no tener contratiempos este domingo.
En nuestro recorrido, Katherine Laffether, asistente funcional de Soporte técnico, se encuentra afinando el sistema que asegura que cada papeleta que sale del tribunal, regrese.
Una plataforma con una extensa banda transportadora ya está instalada en una de las entradas del Tribunal. El director lo resume en una atinada frase: por aquí pasará la voluntad del pueblo.
“Para llevar las papeletas a todo el país lo que se hace es que se meten todo el material electoral en tulas y a las tulas se le ponen dos tags (como una tarjeta de crédito con un chip)”, detalla Laffether. “Para que al pasar por las antenas de RFID (radiofrecuencia), esas antenas le digan al sistema: ‘por aquí salió esta tula’. Así como salió y cuando se hace la distribución, tiene que venir de regreso el 4 de febrero después de cerrar las juntas receptoras de votos. Así tenemos un control de que a como salió, entró. Por aquí pasan todas, que son por ahí de 5.542”.
El trabajo de Laffether, junto al resto de informáticos, técnicos, ingenieros y administradores se coordina en conjunto con el departamento de Riesgo y seguridad y de Gestión de proyectos.
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Defender la democracia
El reloj avanza y el ritmo de trabajo pesa cada vez más.
Al cierre de nuestra visita, el director nos lleva a la ventana de su oficina con vista a la plazoleta frente al TSE. Cuenta que cuando hacen una entrevista de trabajo le dice a la persona que aplica que sus labores son todas para servirle a los ciudadanos que desde ahí ven: a ese niño que está jugando, a esa señora que va caminando con bolsas, al jardinero… al chofer.
Su labor diaria busca cimentar las bases de la credibilidad en nuestro sistema: evitar cualquier duda de fraude y hacer respetar la voluntad popular.
Lo han dicho en varias ocasiones y lo enfatizan: no hay una sola fase del proceso que ocurra en la oscuridad o fuera de la mirada de los ciudadanos.
“No se invierte en tecnología por moda, se invierte para que la organización obtenga beneficios. Para que alcance excelencia operacional, para que mejore ventaja competitiva, para poder contar con nuevos servicios y productos”, indica Cascante. “Siempre hacer más cosas con nuestro presupuesto. Nuestro presupuesto no puede crecer más, la situación fiscal no lo permite, pero lo que podemos hacer es tecnología de la forma más inteligente posible. No debemos cruzarnos de brazos a decir: ‘sin chocolate no hay cacao’. Estaríamos todavía transmitiendo por fax”.
¿Por qué es prioridad mantener la confianza? Para el Cascante, la estabilidad del país depende de ello.
“Recordamos algunos de los procesos (electorales) recientes, como el Honduras o antes, el de Ecuador, donde la imposibilidad de la ciudadanía de tener información al instante ocasionó unas dudas terribles e hizo que la sociedad se tirara a las calles”, expresa. “Claro que se siente mucha presión porque no manejamos un sistema informático, es mucho más que eso: manejamos el soporte tecnológico del pilar de la democracia costarricense”.