El mítico Boliche Dent celebra 50 años de chuzas

La bolera pública por excelencia ha forjado la carrera de campeones y visto a miles de amigos reír en su intento de tumbar los pinos. Esta es la historia de las pistas donde el boliche costarrricense se hizo grande.

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Es tan conocido que no hay que dar una dirección: para llegar basta decirle a un taxista o a un chofer ‘vamos al boliche Dent’. Entrar al local es como entrar en la casa de un viejo amigo. Ahí están las bancas coloridas que siempre nos han recibido, las mesas de pool, la barra con gaseosas y cervezas y, por supuesto, las 14 pistas.

Suena como un número alto de superficies para boliche pero hay que entender que en el Dent siempre hay espacio para todos los que quieran lanzar una bola contra 10 pinos.

“Este lugar es como mi casa y para mucha gente lo es”, dijo Viviana Delgado, seleccionada nacional de boliche. Desde hace 6 años ella da clases en el Boliche Dent, el mismo sitio donde se enamoró de ese deporte. El Boliche cumple el 1.° de noviembre 50 años de haber abierto sus puertas en el límite entre San José y San Pedro... y no aparenta sus 50 años.

Han sido varias las remodelaciones que ha recibido el espacio, tanto por la modernización del deporte como por los chineos de sus dueños. Sin embargo, al ver las cerámicas y otros detalles lejos de las pistas es inevitable pensar en el pasado.

En cada pista hay una pantalla plana y distintos mecanismos que devuelven las pesadas bolas y recogen los pinos, un trabajo que al inicio se hacía de forma manual. No es raro ver a una campeona nacional practicando ahí al mismo tiempo que un grupo de amigas disfruta una tarde de ocio y esa es parte de la magia del lugar: ha sido semillero de talentos y también hogar de buenos recuerdos.

La bolera del pueblo

El Boliche Dent es pionero y carga buena parte de la historia del boliche nacional, mas no fue el primero. El Country Club, en Escazú, inauguró cuatro pistas de boliche el 4 de marzo de 1944 y desde entonces ha sido un punto de reunión para entusiastas del deporte, a los que en los años 40 no les importaba no tener calzado especial o aceite profesional en las pistas. También hubo pistas en Golfito o Quepos, posiblemente con las mismas carencias.

“Yo siento que en comparación a este momento, en los primeros años el aceite que se usaba era de cocina y las bolas cuadradas”, bromeó Roberto Chaves, administrador del Boliche Dent.

“El Country Club fue el primero en abrir sus pistas, aunque solo las podían usar sus socios. Fue hasta que se abrió el Boliche San Martín que hubo una bolera pública”, explicó Arnoldo Pinto, gerente general y copropietario del Dent.

Fueron Carlos Feoli, Adriano Feoli, Antonio Filloly, Fabio Góngora, Alfredo Pity Madrigal y Aldo Tanzi –todos miembros del Country Club– quienes buscaron invertir en un boliche abierto al público. Así nació el Boliche San Martín, ancestro directo del Boliche Dent.

Ubicado en la avenida San Martín (en la avenida 10 de San José) este antecedente fue el punto de partida para ver el boliche no como pasatiempo sino como deporte. El San Martín abrió sus puertas en 1962 y cerró en 1969, cuando los socios decidieron trasladar las maderas de espino blanco que conformaban cada pista hacia Barrio Dent.

El boliche abrió sus puertas al público el 1.° de noviembre de 1969 para un campeonato y a la fecha, es el uno de los dos boliches públicos que funcionan en Costa Rica, junto con su hermano herediano el Bol Cariari, fundado en el 2011.

De segundones a líderes

El torneo La Raza, que se celebra todos los años en el Boliche Dent, ha visto a decenas de ticos competir junto a los mejores bolichistas del mundo y triunfar. Entre ellos está Viviana Delgado, la profesora del Dent, pero mucho antes de que ella y otros campeones nacieran, las cosas eran muy diferentes en el deporte.

“Éramos segundones, Guatemala y Panamá se peleaban el primer lugar y había que tener cuidado para que El Salvador no nos pasara”, contó Arnoldo Pinto, por entonces bolichista.

A diferencia de ahora, que el boliche es visitado mayormente por familias o grupos de amigos, a inicios de los años 70 el Dent era la sede oficial del deporte con ligas de lunes a jueves, todas las noches, en las que competían los mejores del país.

En 1971 fue cuando los ticos pegaron el primer susto, arrasando en el Campeonato Centroamericano de Boliche, celebrado en el Dent. Ganaron en las categorías de parejas, ternas y sextas y Arnoldo Pinto se llevó el primer lugar del torneo.

De ahí en adelante el boliche tico subió su perfil y Pinto, así como otros destacados bolichistas, viajaron a México, Venezuela y Colombia para competir. En cada torneo finalizado, Pinto, se convenció de que había encontrado el deporte adecuado.

“Lo mejor de todo esto es la camaradería, las amistades que se hacen en cada lugar. Pasa en muchos deportes, pero en el boliche uno juega solo, así que estar en un buen ambiente, rodeado de personas que lo impulsan a uno a mejorar es lo que más se disfruta”, detalló el veterano bolichista.

Por su entusiasmo hacia el deporte y su crecimiento, en 1971 Pinto fue designado administrador del Boliche Dent y empezó a buscar formas de promoverlo. Una de las movidas que más le da orgullo fue colocar el boliche como una de las opciones de asignaturas deportivas de la Universidad de Costa Rica.

“De 1973 a 1975 pasaron por aquí unos 3.000 estudiantes. La mayoría no se quedó compitiendo, pero eso ayudó a masificar el deporte; luego tuvieron sus hijos”, señaló Pinto.

Después de sumar amigos en el extranjero y de ver el deporte crecer dentro del país, el siguiente paso de Pinto en retrospectiva se ve obvio: había que tener un torneo tico.

Se fundó el Torneo La Raza y desde 1979 se realiza cerca del 12 de octubre, Día de las Culturas, conocido anteriormente como Día de La Raza.

“El torneo nació internacional. Vinieron 164 jugadores de 8 países, fue algo magnífico para el deporte local”, explicó Roberto Chaves. Desde esa primera jornada, los deportistas extranjeros se mezclan en equipos con los ticos, para fomentar la competencia. “Esa fórmula hizo crecer el deporte, sin duda, todo desde el ámbito privado”, anotó Pinto.

En la edición más reciente de La Raza –finalizada el sábado 12 de octubre– se coronó campeón el estadounidense Walter Ray Williams Jr., posiblemente el mejor bolichista de todos los tiempos, quien tiene el récord de 47 títulos de la PBA, algo así como la FIFA del boliche.

En la rama femenina de la Raza la bolichista dominicana dos veces campeona del mundo Aumi Guerra se llevó el primer lugar y celebró en grande con sus amigos del Boliche Dent.

“Allá en mi país no existe un torneo en donde puedas competir contra los mejores del mundo, de hecho hay una sola bolera. En Costa Rica tienen mucho talento y tienen lugares de primera para explotarlo”, afirmó Guerra.

Guerra se quedó en el país unos días extra con su amiga Viviana Delgado y aprovechó para acompañarla a dar su clase de los martes. Juntas le mostraron a un grupo de niños y adolescentes ejercicios para mejorar la técnica; ver a niños de menos de diez años anotándose chuzas era igual de motivante para expertos y jugadores casuales.

El 9

Cada gran cambio en el Boliche Dent ha llegado en un año que termina en 9. El lugar abrió puertas en 1969, La Raza empezó en 1979 y cambió de dueños en 1989.

“Los socios originales estaban cansados. La verdad que esto se movía pero tampoco generaba tantísimo como para que fuera un gran negocio”, comentó Pinto. La venta del lugar era inevitable, pero los dueños tenían una condición.

“Ellos me dijeron que si vendían el negocio del boliche yo tenía que estar entre los compradores, por todo el cariño que le tengo a esto. Si yo no compraba –me dijeron– lo botaban para hacer un parqueo o para hacer oficinas. Me dieron seis meses para encontrar un inversionista. De entrada mucha gente se ofreció y mostró interés, pero a la hora de soltar la plata no mucha gente se apuntaba”, recordó Pinto.

¿A quién podría interesarle este negocio? Arnoldo se fue a hablar con Marco Aurelio Odio, padre del famoso bolichista del mismo nombre, para comprar juntos. La posibilidad era que Marco Odio, conocido como Medio Medio, podría dedicarse de lleno al deporte si su familia tenía un boliche.

El negocio catapultó la carrera del tico, quien solo tres años después logró su primer juego perfecto en el Torneo de las Américas en Miami, siendo el primer adulto en lograrlo en 30 años. Llegó a ser 4 veces campeón centroamericano, ganó 5 años seguidos del evento dobles junto a Alejandro Karpinski y tuvo 18 juegos perfectos de 300 puntos.

En su momento, fue el bolichista más grande que tuvo Centroamérica y el Caribe, hasta su muerte en el 2008, a los 45 años. A la fecha, es el único bolichista en la Galería Costarricense del Deporte.

El 2009 trajo otro cambio, con la llegada de Paula Odio (hermana de Marco) como copropietaria. Ella dejó su carrera como educadora para dedicarse al negocio de la familia y durante 10 años ha impulsado el boliche para fiestas de empresas y actividades especiales, entre todas las otras tareas que conlleva mantener un boliche. “Lo único que no hago aquí es jugar”, comentó Paula en son de broma.

Cambios y lecciones

El Dent tiene 50 años y si no los aparenta es por los cambios tecnológicos que ha tenido el lugar. En 1975 se instalaron las máquinas que colocan los bolos en su lugar (antes este trabajo era manual) y desde entonces se han mantenido las mismas.

En 1989 cambiaron las pistas por maderas de maple y arce y en el 2017 se colocaron pistas sintéticas.

“Los cambios del lugar han sido muy comerciales”, contó Pinto. “La pista de madera se deterioraba. Cada año había que cerrar el boliche, lijar todo, volver a pintar con barniz y dejarlo todo nivelado. Eso era muy caro y además había que cerrar una o dos semanas, no había fecha buena para hacer eso”, agregó.

Las nuevas pistas son sintéticas y duran unos 25 años. “Tenemos el mejor approach (área de acercamiento a la pista) de la región”, señaló Viviana Delgado.

Para ella, lo importante no es solo que sea el mejor lugar, sino encontrar más deportistas que disfruten este espacio, así como a ella la reclutaron a los 12 años, una tarde cualquiera en la que jugaba con sus hermanos.

Después de recibir clases en el Dent ahora es la profesora encargada de las lecciones de los lunes a un grupo de mujeres y los martes y sábados a quien quiera (niños y adultos). Las sesiones cuestan ¢7.000 por dos horas (mucho más barato que los ¢18.000 que cuesta la hora de juego).

“Este es un deporte que te da disciplina, te da viajes y te da amigos”, afirmó Delgado mientras veía a sus pupilos practicar. “Yo se lo ando pregonando a todo el mundo, pero es cierto: el boliche cambia vida”.