Diego Maradona: el interminable y grotesco círculo vicioso del exastro

Una vez más, el otrora jugador más admirado del orbe encendió las alarmas por su errática conducta en el Mundial. Nada del otro mundo, si se compara con los desmadres de su vida personal en los últimos lustros.

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Casi duelen las yemas de los dedos al teclear para escribir esta desastrosa recopilación de exabruptos, desafueros, incidentes y escándalos familiares que parece atraer Diego Armando Maradona, a quien los de mi generación y otros más vimos convertirse en leyenda, por televisión y en tiempo real, en aquella gloriosa dupla de goles contra Inglaterra, en el Mundial de México 86 que, a la postre, terminaría con Maradona y Argentina bañados en la gloria mayor, la Copa del Mundo.

Casi duelen las yemas de los dedos cuando parece no haber un más allá y tendremos que acostumbrarnos a que ese Maradona que labró parte de los momentos futbolísticos más sublimes, esculpidos con talento y heroísmo en la memoria colectiva se vuelva, cada vez más, un remedo de sí mismo.

Lo que pasó este miércoles en el estadio Krestovski de San Petesburgo, alimentó el ingenio y la indignación de los mejores cronistas del planeta. Talvez el más conciso, duro y al hueso, fue el simple “Maradona, vergüenza mundial”, en el que el periodista de El Mundo de España, Hugo Alguacil Pérez, comenta que a pesar de que el crack argentino se roba el ‘show’ en todos los palcos en los que esté, “este martes, se le fue la mano. Siendo generosos”, escribe Pérez.

Mejor dicho, imposible. Que distrajo la atención sobre el juego mientras bailó alegremente con una nigeriana, todo bien. Que estaba haciendo una extraña microsiesta cuando fue levantado –y luego, sostenido por sus guardaespaldas para que no se fuera de bruces– durante la celebración del primer gol de Argentina, raro, pero pasa.

Sin embargo, el ácido que recibimos los seguidores de la albiceleste mientras celebrábamos el gol de Rojo, en la agonía del juego, aún nos amarga el paladar: mientras los jugadores y miles de aficionados en el mundo sentían que se había hecho el milagro (el gol de la clasificación) las cámaras enfocaron a un corriente y vulgar Maradona, sí, uno de los ídolos deportivos más legendarios del planeta, revoleando al aire las manos con los los dedos del centro levantados mientras les gritaba “¡Gol, putos!”, a sus contendientes.

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Y es que de verdad, y dicho sea con mucha pena por él y por todo lo que le dio al mundo en su momento, con Maradona nunca se sabe.

Tras el exabrupto y en cuanto terminó el juego, salió desmadejado del estadio. Pronto surgieron las versiones de que estaba bajo la influencia de algún narcótico pero la versión oficial habla de que sufrió una alteración de presión arterial. Luego de la revisión médica, fue enviado a su habitación de hotel –no al hospital, como se dijo– y él mismo posteó un comunicado en Instagram: "Quiero contarles que estoy bien, que no estoy ni estuve internado. En el entretiempo del partido con Nigeria me dolía mucho la nuca y sufrí una descompensación (…) “Me revisó un médico y me recomendó que me fuera a casa antes del segundo tiempo, pero yo quise quedarme porque nos estábamos jugando todo. ¿Cómo me iba a ir? Les mando un beso a todos, perdón por el susto y gracias por el aguante, ¡hay Diego para rato!", añadió.

En esto último, al parecer, lo asiste la razón.

No son pocas las ocasiones en que Maradona ha sufrido situaciones serias de salud y, hasta la fecha, a sus 57 años, ha salido airoso de todas, incluso de la más grave, cuando prácticamente el planeta lo dio por muerto y se organizaron vigilias para orar, acompañar y prácticamente despedir al célebre futbolista en su agonía, exactamente en los albores del nuevo siglo, a principios de enero del año 2000.

El médico Jorge Romero relataría tiempo después a La Nación de Argentina cómo le había salvado la vida a Diego Armando, quien entró en estado de coma por consumo de cocaína.

Medio muerto

De su relato se desprende que el exfutbolista estuvo, realmente, a un paso de muerte, pero no solo por la sobredosis, sino por la negligencia con la que trató el caso, en un principio, el exmanager del futbolista, Guillermo Coppola, con quien Maradona rompería relaciones años después, en medio de un gran escándalo. Justo por estos días, por cierto, trascendió que ambos se reconciliaron en el Mundial de Rusia, tras 15 años de distanciamiento.

El médico narró que Cóppola llamó a la clínica en busca de un aparato de presión para Diego, pero Romero se negó a prestar los aparatos y se desplazó a la localidad de José Ignacio, en la ciudad balnearia uruguaya de Punta del Este, donde se encontraba alojado el excapitán albiceleste. “Me encontré a un hombre muriendo. Estaba en estado de coma tirado en un sillón, rodeado de personas que no tenían mucha idea de lo que había que hacer”, narró el doctor, para luego agregar que, tras una complicada negociación, Cóppola accedió a que llevaran a Diego a un centro médico en el centro de la ciudad.

Ahí le dieron la asistencia correcta, pero en el trayecto, que duró unos 40 minutos, el médico tuvo que realizarle maniobras para mantener en funcionamiento su sistema respiratorio. En todo momento pensé que si Maradona moría en esas condiciones mi carrera médica terminaba”, recordó, y agregó que Cóppola no accedió a llamar una ambulancia para evitar que la prensa se enterara. “La prensa es muy difícil, por lo que Maradona vive o muere pero contigo”, le dijo Guillermo.

Confesión e intentos de redención

Si bien es cierto, el incidente en Punta del Este ha sido quizá el más serio en cuanto a los problemas de salud de Diego, ha habido varios otros, incluso relacionados con crisis de alcoholismo.

Fue el mismo Maradona quien, en 1996, admitió frente al mundo que su adicción a la cocaína se había decantado desde 1982, cuando tenía apenas 22 años.

Este diario, igual que la mayor parte de medios del mundo, publicó la descarnada confesión del astro, en 1996, dos años después de haber sido expulsado del mundial Estados Unidos 94 por dopaje, una situación que, por cierto, decantaría el desenfreno, los abusos y los intentos de redención cíclicos que marcaron la vida de Maradona desde entonces.

Diego Armando, entonces de 35 años, declaró: “Fui, soy y seré drogadicto. Lo digo así porque una persona que entra en la droga tiene que tener conciencia de que la batalla hay que pelearla día a día. No podés levantarte y decir: Fui . No podés. Tenés que despertarte y decir: Hoy vuelvo a luchar contra el infierno de la droga”.

Pero aparejado a sus adicciones, la vida sentimental y familiar de Maradona también ha sido compicada, turbulenta, con separaciones y agresiones de por medio con algunas de sus parejas. Hoy incluso ha ocurrido lo impensable: Maradona está inmerso en un pleito legal con Claudia Villafane, su esposa por 14 años y madre de sus dos hijas, Dalma (30) y Giannina (28). En total, Diego tiene seis hijos, los otros cuatro con mujeres diferentes, algunos reconocidos a la fuerza por injerencia de la ley.

Presenciar el escándalo, que copa las noticias de los medios en Argentia, es un tanto surrealista al recordar los muchos años en que Villafane era fue la inseparable compañera de Maradona, tanto durante el esplendor de su carrera como en los años de su declive: Claudia se mantuvo con él hasta el 2003, cuando la errática conducta de Diego, sus constantes infidelidades y sus recaídas con las drogas y el alcohol, provocaron la separación y el divorcio.

Sin embargo, por varios años la pareja mantuvo una sólida amistad y el Diez siempre ponderaba que Claudia y sus hijas serían su prioridad. Incontables veces le gritó al mundo que Dalma y Giannina eran sus únicas hijas, a pesar de que la justicia italiana había determinado que Maradona era el padre de un niño nacido en 1986, producto de una relación con Cristina Sinagra, una empleada doméstica con la que Diego se involucró mientras jugaba en el Nápoles.

Maradona no solo se desentendió del hijo, Diego Armando Jr., sino que negaba su paternidad y humillaba en público tanto a la madre como al niño. "Con ese pibe no quiero nada, su madre lo que quiere es "guita" (plata), mis únicas hijas son Dalmita y Giannina), insistía una y otra vez. Hoy Diego Armando Jr. tiene 32 años y después de perseguir siempre a su padre, finalmente hace cinco años tuvieron acercamientos más formales y al día de hoy, matienen una relación, distante, pero relación al fin y al cabo.

Nuevas novias, más escándalos

En el vaivén de mujeres con las que se involucró tras su divorcio, se destaca Verónica Ojeda, quien fue su pareja durante cinco años y con la que incluso tuvo un hijo, Diego Fernando, hoy de cinco años de edad, reconocido por su papá desde su nacimiento, pues lo que tenía con Verónica era una relación formal.

Sin embargo, la llegada de "Dieguito Fernando", como le llama la prensa argentina, terminó por desunir a la pareja que ya venía arrastrando constantes escándalos. Verónica siempre se ha quejado del mal padre que es Maradona; incluso en abril pasado lanzó fuertes declaraciones y confesó que el exfutbolista tiene año y medio de no ver a su hijo, y que la última vez que hablaron por Facetime, el padre se comportó grosero con el hijo, lo hizo llorar y la comunicación se cortó cuando Diego Armando lanzó el celular contra la pared.

En la historia con Ojeda se cruzó Rocío Oliva, actual pareja de Diego y con quien convive en Dubai, donde trabaja Maradona. Sin embargo, la relación con Rocío ha estado plagada de problemas, acusaciones y agresiones. En julio del 2014, en uno de los pleitos que sostuvo la pareja, Oliva se devolvió desde Emiratos Árabes para Buenos Aires y Diego la denunció por, supuestamente, haberle robado una computadora, teléfonos y joyas por un valor de $400 mil dólares.

En aquella ocasión, Oliva permaneció 15 horas detenida y,tras su libertad declaró que "el día que Maradona se arrepienta por haberla denunciado por robo va a ser demasiado tarde”. Sin embargo, ocurrió lo impensable y Rocío pronto perdonó a su pareja. La tregua duró poco, pues siguieron surgiendo las noticias de enfrentamientos y denuncias por parte de la joven (tiene 27 años), quien incluso ha denunciado varias veces a Diego Armando por violencia doméstica.

Hubo un caso que le dio la vuelta al mundo, un extraño incidente que se produjo mientras se ve que ambos están en un apartamento y el Diez increpa a Rocío por estar grabando con su celular una discusión que estaban teniendo. Se ve Maradona avanzando hacia ella y, en medio de palabras disonantes, le "vuela" el celular. Por supuesto, se corta el video, se armó tremendo escándalo y, supuestamente, la pareja se separó definitivamente.

Sin embargo, en lo que parece una historia interminable, terminaron regresando y en este momento ella lo espera en el apartamento que ambos comparten en Dubai, mientras termina la participación de Maradona en el Mundial de Rusia.

Pero Maradona es una especie de imán para las broncas. Justo en estos días, mientras permanece en Rusia, lo tiene alterado, según publicó La Nación de Argentina, el hecho de que no lo dejen ver a su nieto Benjamín, de seis años y fruto de la relación que tuvieron Giannina y Sergio 'Kun' Agüero, delantero de la selección albiceleste. Por cierto, el historial de problemas entre estos dos últimos daría para una nota aparte, pues desde que se separaron las familias Maradona y Agüero no han parado de atacarse.

Solo que, en este caso, los padres de Benjamín parecen haber hecho un frente común y Maradona hasta el momento no ha podido tener acceso al niño, quien se encuentra desde hace semanas en Moscú junto a la familia del Kun.

La idílica relación que tuvieron el Diez y sus hijas mientras estas crecían, parece resquebrajarse cada vez más. En noviembre pasado, Diego amenazó con denunciar penalmente a su hija Giannina si se comprobaban sus sospechas de que había ayudado a su madre, Claudia, a esconder documentación relacionada con el lío entre los exesposos Maradona-Villafane.

Más recientemente, en marzo, la mayor de las Maradona, Dalma, se casó por lo civil con su compañero desde hace cinco años, Andrés Caldarelli. Ella invitó a su padre a la boda, con la condición, eso sí , de que fuera solo, pues con Rocío Oliva las Maradona no se pueden ni ver. Diego Armando no asistió y eso volvió a poner color de hormiga la relación entre las hijas y el padre, de ahí que ahora Giannina lo "castigue", aparentemente, con no dejarlo acercarse a Benjamín. De toda la prole de hijos de todas las edades, es su nieto quien parece contar realmente con el amor total del famoso abuelo.

Obscenidad recurrente

De vuelta al incidente que volvió a poner a Diego Armando en la lupa del mundo, la "celebración" le ha costado al exastro la reprobación de millones, empezando por miles de coterráneos argentinos que le reprocharon con gruesos epítetos su soez reacción.

Y es que lo último que imaginaron de quien fuera uno de los futbolistas más venerados de ese país y del mundo, fue que Diego celebrara la anotación del gol ganador de Marcos Rojo (86) con los dos dedos del corazón exhibidos elocuentemente frente a las cámaras mientras gritaba como enloquecido "¡Putos!".

Queda por ver, como dijo un cronista de la agencia AFP, si el obsceno gesto deja la misma huella en la historia que su famosa ‘mano de Dios’ en 1986.

Una vez más, las dudas sobre si estaba drogado o alcoholizado se dispararon, sobre todo cuando las cámaras lo mostraron descompuesto, sostenido y escoltado hacia una sala VIP donde, asegura la versión oficial, se le compensó la presión arterial.

Maradona, hasta el momento, no se ha referido al exabrupto que significó una palada (más) de tierra para su ya maltrecha imagen. Lo más imperdonable fue que enturbiara la celebración del pase a octavos de todo un país que frenó en seco su euforia para dar paso al estupor ante la grotesca imagen del Diez.

Ensuciar el fútbol, que llaman. Mucho peor si lo hace aquel que le dio al deporte Rey una suerte de paseo por el cielo con sus genialidades en la cancha. Pero toda la gloria que cosechó Diego Armando Maradona, el otrora dios del fútbol, cada vez parece más lejana y disociada del otrora ídolo planetario.

Una verdadera pena.