El incansable Leonardo Perucci: siempre ocupado, jamás ‘light’

Se suponía que estaría 20 días en Costa Rica pero ya lleva casi 40 años aquí. Es actor, director, presentador, escritor y ahora tiene aspiraciones políticas. Leonardo Perucci abre las puertas de su casa para conocer más al hombre que ha vivido 80 años saltando entre todas esas facetas.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Sus incontables facetas conviven en un cuerpo robusto y se malabarean a tono con el alegre modo de ver las cosas que caracteriza a Leonardo Perucci. ¿Los años? 80, y dice que bien vividos. ¿Las canas? Se agradecen. ¿Los trabajos? Siguen llegando.

“Desde hace muchos años aprendí que uno podía hacer muchas cosas siempre y cuando aprendiera a separar una cosa de la otra. Durante años entraba a Teletica a las 10 a.m. de un domingo, terminaba Fan7ástico, y me iba directo al teatro a actuar”, recuerda Perucci en una entrevista en su casa, en Sabanilla de Montes de Oca.

Sus múltiples vertientes dan mucho para conversar y Perucci es de esas personas que no se cansan de platicar y que no le huyen a ningún tema. Se puede hablar del estado actual del teatro y él dirá “el teatro ha estado en crisis seguro los últimos mil años”, y se echará una risa. Se puede conversar sobre sus tratamientos contra el cáncer linfático que sufrió en el 2013 y dirá que hay que cuidar la CCSS a toda costa.

Se puede hablar también de sus aspiraciones por la alcaldía de Montes de Oca con el Frente Amplio y dice defenderá ese partido como “el único que no está pringado en un escándalo de corrupción”. Ese es Perucci, un hombre querido por todas las veces que se le ha visto en una pantalla de televisión o cine pero que no por eso es light. Él es el anti-light y no se anda con rodeos.

La voz

Para saber qué hay de su vida por estos días lo visitamos en su casa, donde vive con su esposa, dos de sus hijos y su perro Malín, un labrador inglés de color negro que llega a saludar en cuanto entramos. “Malín, vaya”, le dice Perucci, cuya voz habíamos oído narrando los toros o un programa de concursos, pero nunca regañando a un perro.

La voz de Leonardo Perucci es algo carrasposa por naturaleza y tiene aún dejos del acento chileno. Uno sabe que entra en confianza cuando deja salir un “hueón” como lo diría cualquiera en la plaza de Taltal, Chile, donde creció.

Claro que cuida la voz con lo aprendido en sus clases de actuación, pues con ella ha dado vida a por lo menos 50 personajes entre novelas, obras de teatro y papeles en películas.

Él dice que entre actuar telenovelas y teatro prefiere las novelas, porque le llegan a más personas de forma más rápida. “Basta una semana de una novela para que la gente te diga algo por lo que hace el personaje, te reconocen rápido”, dijo.

Su affaire con las novelas viene desde sus años en Chile, donde hizo 14 telenovelas y en cada una de ellas tuvo papel estelar. Era algo inevitable, considerando que creció rodeado de cine.

A sus cuatro años murió su madre y así quedó a cargo de sus tíos y su abuelo (hijo de italiano), que construyó un cine en la ciudad de Taltal. El cine también se prestaba para hacer funciones de teatro con compañías de distintas partes del país.

Todo aparecía acomodado para que Perucci se volcara a la actuación y la dirección. Aún así, cuando Leonardo debió escoger una carrera, se decidió por la odontología. Cada vez que lo piensa se echa una carcajada.

Finalmente estudió periodismo, llevó clases de actuación y también de dirección y se embarcó en el mundo de las novelas.

Este bagaje hizo que se le conociera como “el galán del blanco y negro”, porque en los años 60 aún el color no llegaba a las pantallas. Sin embargo, cuando en su natal Chile ocurrió el golpe de estado a Salvador Allende en 1973, él se encontraba en Cuba, y desde ahí se encargó de denunciar la dictadura militar impuesta por Augusto Pinochet. Decir lo que pensaba le costó no poder entrar a Chile por 20 años.

Cuando finalmente pudo volver a Chile, en el año 2003, le ofrecieron actuar en una telenovela, Hippie. “Yo tenía ese clavo, el de volver a Chile a hacer una novela, y al terminar esa me ofrecieron más, con mejores salarios. Entonces volví a Costa Rica, me separé de Teletica y me pensioné, para irme tranquilo”, explicó.

Hizo tres novelas en cuestión de cuatro años, viviendo 8 meses en Chile y 4 en Costa Rica, yendo y viniendo.

“Cuando estaba allá en Chile yo lo que extrañaba era Costa Rica. Claro que me encantaba ver a mis amigos de Chile, vivir en Santiago y todo eso, pero es que esta es mi casa: Costa Rica. país me dio trabajo, esposa, hijos y me curó el cáncer”, dijo Perucci efusivo.

Con una mano adelante y otra atrás

Se suponía que Perucci no estaría más de 20 días en Costa Rica, pero ya casi cumple 40 años de estar aquí. A finales de los años 70 viajó de Cuba (donde se encontraba exiliado por el golpe de estado en Chile) hasta Canadá y allá le contaron que muchos actores chilenos habían venido a Costa Rica.

En el país Perucci vino a trabajar con la Compañía Nacional de Teatro para la obra Fuenteovejuna.

Un día, el director le propuso a su elenco una improvisación en la que tenían que ejercitar todos los sentidos. Se supone que Perucci ya había visto a Arabella Salaverry y que ella ya había escuchado la voz del chileno. Pero cuando llegó el momento del tacto ninguno de los dos pudo evitar fundirse en un beso. En cuestión de un mes se mudaron juntos y desde entonces no se han separado.

Perucci tuvo en Costa Rica tres hijos: Andrea (profesora en la universidad de Rice en Texas); Valeria (productora audiovisual) y Leo (músico y profesor del Sinem). Allá en Chile tiene otro hijo, Camilo, de su primer matrimonio.

“Yo llegué acá prácticamente con una mano adelante y otra atrás, con algo de estudio pero sin historia, porque allá en Chile sí tenía historia y la gente me reconocía. Pero ese reconocimiento te obliga a mantener una actitud de corrección y honestidad y en tu vida, porque estás en el ojo de la gente”, explicó Perucci.

Sin miedo a que se le contradiga, Perucci afirma que nunca anduvo de farandulero de fiesta hasta las 3 a.m. porque no tenía tiempo: tenía que trabajar.

Sus propuestas como productor en Fan7ástico se enfocaron en concursos didácticos, algo por lo que aún es recordado. “El otro día me saludó un muchacho aquí en la parada del bus. Me dijo ‘¿No se acuerda de mí? Yo fui el primer concursante de Deletreando con Jack’s’ y bueno, ¿cómo me iba a acordar si la última vez que lo vi tenía como 5 años?”, dijo entre risas.

Trabajar tanto tuvo sus sacrificios: no pasó un solo domingo con sus hijas desde mediados de los años 80 y buena parte de los 90 y las fechas importantes de diciembre se transformaron en fechas de trabajo obligatorias, pero todo fue para “darle de vuelta” al país que lo acogió.

El retiro

Por estos días, no es tan fácil ver a Perucci en la tele o escuchar su voz. Tuvo un paso por la revista matutina Giros desde el 2011 y hasta el 2015, solo interrumpido por su tratamiento contra el cáncer y su cirugía en la pierna derecha, en la que sufría un aneurisma.

Ahora es más común verlo en una obra de teatro interpretando a Agamenon en La Orestíada, en el Teatro Nacional o a Salieri en la obra Amadeus, en el Teatro Espressivo. Su trayectoria incluye cinco premios nacionales de actuación por obras como Quién le teme a Virginia Woolf, La visita de la vieja dama y Pedro y el capitán.

En el cine nacional ha estado desde Caribe (2004) hasta más recientemente en Netflix con la película tica Buscando a Marcos Ramírez (2017).

Es inevitable que los directores piensen en Perucci para el papel del tío, el abuelo, el señor, pero a él sus 80 años no le pesan y afirma que los mejores papeles siempre son para hombres mayores, sea Otello o el director de un colegio.

Tampoco se detiene a pensar en el retiro o en el incierto futuro. Su filosofía de vida, nutrida por sus experiencias difíciles y la meditación, es de vivir cada día a su ritmo.

“Mientras uno tenga la energía, no veo por qué retirarme. La realidad es que uno no se retira, es la gente, las empresas, o la salud las que te retiran”, explicó.

La energía también le da para escribir ficciones.

“Tengo dos premios internacionales en cuento, uno en Chile por Virgilio y otro en Argentina, llamado Metamorfosis, que fue publicado en una revista de ciencia ficción. De hecho estoy preparando un libro con varios cuentos, es mi género favorito", señaló.

Su próxima aventura, está lejos de los escenarios, las pantallas, de la ficción en general.

El político

Con Perucci se puede hablar de lo bonito y de lo feo. Cuando se le pregunta acerca de sus preocupaciones él mismo saca el tema de sus aspiraciones políticas.

“Algunos dirán que ahí voy a buscar un puesto para hacerme rico o que llegué a la política por la farándula... ¡Si yo nunca he sido farandulero! Nunca he estado en esas andanzas y si hago algo (en política) es para dar servicio a la gente”, comentó.

Perucci nunca ha ocultado su ideología y el golpe de estado en Chile le dejó convicciones que aún se mantienen: defender “la justicia social y la lucha contra la corrupción”, como él lo explica. Así, le pareció que buscar la alcaldía con el partido de izquierda Frente Amplio era lo más congruente.

¿Le preocupa al querido presentador que su imagen se vea afectada por meterse en la política? La respuesta es un tajante no.

“Si me van a criticar por buscar el bienestar de los demás, el bien común, pues adelante. Si llego a la alcaldía y gano, a quienes vengan a ofrecer tratos sucios yo mismo los echaré”, dijo.

De llegar a ser alcalde, estaría en sus planes velar por los adultos mayores, la creación de “farmacias populares” con precios asequibles, un instituto para la enseñanza de artes (música, teatro, pintura), tener un cantón verde y solucionar problemas de tránsito peatonal y vehicular.

Montes de Oca es un cantón en donde no votan en las elecciones municipales 7 de cada 10 electores empadronados, y Perucci cree que puede cambiar eso involucrando a “el pueblo”, como él le llama, por medio de la página web y repartiendo cuestionarios.

Esta es su faceta más reciente, pero él cree que todas las que ha tenido se relacionan con la comunicación, con tratar con la gente, que es lo que más le gusta. “Aquí en Costa Rica hay un estilo de hablar la cosas y resolverlas así, eso no lo cambio por nada”, finalizó.