El escándalo de Cambridge Analytica implosionó las políticas de privacidad de Facebook

Cambridge Analytica es el nuevo villano de la minería de datos tras ser acusada de lucrar políticamente con la información de 50 millones de usuarios de Facebook. ¿Quién detendrá la militarización de la información personal?

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“Los datos son nuestra nueva electricidad. Los datos son una herramienta. Un cuchillo puede estar quieto en una mesa: esa herramienta se puede usar para cocinar una comida de la Guía Michelin o como un arma de asesinato. Es el mismo objeto. Eso es lo mismo que ocurre con los datos”.

En un video distribuido por El País de España, Christopher Wylie está sentado en una habitación aséptica, una parte del despacho de abogados Bindmans LLP en Londres. Frente a varios periodistas habla fluidamente, ya no tiene nada que ocultar.

Wylie es un canadiense de 28 años con el pelo corto y rosado incandescente. No pasaría inadvertido ni aunque tratara. En entrevistas se califica a sí mismo como gay y como vegano.

Desde hace poco más de dos semanas es el segundo informante más famoso del mundo –el primer puesto lo ocupa, perennemente, el fundador de WikiLeaks y habitante permanente de la Embajada de Ecuador en Londres, Julian Assange–.

El 18 de marzo, The Guardian publicó para sus lectores en Reino Unido una entrevista a profundidad con Wylie.

Fue la primera aparición de quien se adjudica la autoría intelectual de una estrategia militar digital que usó la información personal de 50 millones de Facebook para manipular el referéndum popular que optó por el “Brexit” en Reino Unido y las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Tras múltiples investigaciones periodísticas, Cambridge Analytica, la empresa a cargo de ambas estrategias, también está implicada en estrategias de sobornos con escándalos sexuales y el uso de fake news para arruinar a la competencia.

“No creo que los datos en sí sean un problema, tienen un gran potencial y hay cosas increíbles que podemos hacer con ellos. La situación que Cambridge Analytica ha expuesto es que los fracasos no vienen solo de los legisladores sino de nosotros como sociedad, para que pensemos en sus límites y cómo los usamos de manera segura”, dice Wylie ahora para El País, mientras la empresa para la que trabajó poco más de un año es investigada a profundidad en dos continentes.

Los malos

Cambridge Analytica empezó a operar alrededor del 2012 en Estados Unidos. Fue fundada por Steve Bannon, exconsejero de Donald Trump y creador del sitio de noticias de extrema derecha Breitbart News; y Robert Mercer, un ingeniero informático que figura como uno de los donadores más grandes de la campaña de Trump.

Bannon se convirtió en el jefe directo de Christopher Wylie y Mercer en el inversor más importante de la empresa. Según la primera entrevista con The Guardian, Wylie era un estudiante de 24 años cursando su doctorado en “pronóstico de tendencias de moda”.

Tras trabajar en la campaña presidencial de un político canadiense de derecha, Wylie se enseñó a sí mismo a codificar a los 19 años. Alrededor del 2010, con 20, llegó a Londres para estudiar leyes.

“La política es como la mafia. Nunca te vas realmente. Me llamó el partido Liberal Demócratas (Reino Unido) para mejorar sus bases de datos y su targeting de votantes. Así que empecé a trabajar para ellos y a mezclarlo con mis estudios de doctorado”, dice Wylie.

Con el dinero de Mercer, la ferocidad política de Bannon y el ingenio de Wylie, Cambridge Analytica diseñó una estrategia para crear perfiles psicológicos de usuarios de Facebook y, además, extender el algoritmo a sus amistades en la red social. Es decir, una estrategia de espionaje militar aplicada a la ingeniería social de las redes virtuales.

Wylie menciona como un aliado importante en ese diseño al académico de Cambridge Aleksandr Kogan, quien, desde una empresa propia, creó un quiz dentro de Facebook –llamado “thisismydigitallife”– con el que los usuarios entregaban datos propios y de sus contactos. El quiz hizo el trabajo de “minería”, extrayendo datos demográficos y de intereses.

“Estoy siendo usado de chivo expiatorio por Facebook y Cambridge Analytica. Pensábamos que actuábamos perfectamente bien. Pensábamos que estábamos haciendo algo normal”, dijo Kogan a The Guardian, días después de que se publicó el testimonio de Wylie.

Wylie y Kogan coinciden en que usaron los datos de Facebook tal y como imaginaron que los usan otras empresas comerciales: con el fin de crear micro targeting para sus anuncios, de forma que cada usuario recibe específicamente los anuncios que podrán influir en sus decisiones de compra.

Sin embargo, Cambridge Analytica extrajo información de una cantidad nada despreciable de usuarios: 50 millones (como referencia, es una cifra apenas inferior a la cantidad de habitantes en Corea del Sur).

“Facebook tenía que ver qué estaba ocurriendo. Sus protocolos de seguridad fueron activados porque Kogan estaba sacando enormes cantidades de datos pero, aparentemente, Kogan les dijo que era para uso académico así que se lo permitieron”, afirma Wylie.

“Cambridge Analytica nos aseguró que todo era perfectamente legal y dentro de los límites de los términos del servicio. Uno de mis grandes errores fue que no hice suficientes preguntas”, dice Kogan.

Las preguntas

El escándalo de Cambridge Analytica ha abierto nuevamente el debate: ¿qué puede ver Facebook? ¿Exactamente qué datos puede vender?

En The New Yorker, la periodista Sue Halpern se pregunta cuán inocentes eran todas estas personas que se sorprendieron cuando se reveló que Cambridge Analytica utilizó los datos para venderlos a una organización pro-Brexit (quien efectivamente, los explotó para el micro targeting de los electores del referéndum del 2016) y para que Bannon los usara en la propia campaña electoral de Donald Trump.

“Estas realmente no fueron revelaciones. Periodistas de The Guardian, The New York Times, The New York Review of Books, Das Magazin, y The Intercept han reporteado al respecto desde hace años. Desde diciembre del 2015 sabíamos que información de Facebook obtenida sin conocimiento de sus usuarios estaba siendo explotada a favor del senador Ted Cruz, quien era el candidato favorito de Robert Mercer durante las elecciones primarias del Partido Republicano (en Estados Unidos)”, escribe Halpern.

“La revelación más contundente en reporteo actual –aparte de que el Canal 4 de Reino Unido atrapó en cámara al CEO de Cambridge Analytica Alexander Nix mientras explicaba cómo su compañía podía contratar a hermosas mujeres ucranianas para tenderle trampas a los políticos– es que la empresa es una cáscara creada por una firma británica llamada Strategic Communications Laboratories (una consultora internacional que trabajado en procesos electorales de varios países de Latinoamérica desde 1994)”, añade la autora estadounidense.

Actualmente, Cambridge Analytica está siento investigada en Reino Unido por su vínculo con el Brexit y en Estados Unidos por su influencia en las elecciones de Estados Unidos.

En Reino Unido, la agencia gubernamental de protección de datos Information Commissioner’s Office (ICO) realizó una requisa de siete horas para obtener pruebas del uso político que le dieron a la información personal de los 50 millones de personas violentadas.

La Comisión Electoral británica está investigando en qué forma pudieron afectar los resultados del Brexit según los pagos que recibieron de grupos de presión.

En Estados Unidos se han anunciado algunas investigaciones federales a Cambridge Analytica. Mientras tanto, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos también mantiene abierta una investigación contra Facebook por “preocupaciones en las prácticas de privacidad de la red social” para confirmar que la empresa no violó los términos de un acuerdo del 2011 en el que se comprometió a que ningún tercero podía obtener información sin expreso conocimiento ni consentimiento del usuario.

La fiscalía de Brasil también abrió una investigación a la empresa para perseguir contratos de consultoría.

En la escandalosa grabación en video de Canal 4 en Reino Unido, el CEO de la empresa Alexander Nix mencionaba al país suramericano dentro de los lugares en los que habían operado en los últimos cuatro años.

Según Nix, la empresa tenía nexos con México, Malasia, Australia y China.

¿Los buenos?

En la bruma del escándalo de Cambridge Analytica, Facebook tuvo pérdidas por $50.000 millones de su valor de acciones después de enfrentar demandas desde sus propios inversores.

El creador de Facebook Mark Zuckerberg firmó un anuncio impreso en periódicos británicos y estadounidenses para disculparse por el “abuso de confianza” en el que incurrió la empresa.

“Deben haber escuchado sobre una aplicación de quiz que construyó un investigador y que extrajo información de millones de personas en el 2014. Fue un abuso de confianza y me disculpo porque no hicimos más en su momento. Ahora, estamos tomando medidas para asegurarnos de que no vuelva a suceder”, decía el texto.

Sin embargo, críticos de la forma en la que opera la red social han sido claros que no es necesario extraer datos con fines maliciosos y planificados para recibir información personal de los usuarios.

“Cuando entras a un app en el sitio de Facebook, sea un quiz de personalidad, un juego, el horóscopo o una comunidad de deportes, el servicio prensa un cuadro de diálogo con una autorización en donde detalla la información específica que necesita. Y eso puede ser cualquier cosa, tu nombre, tu lista de amigos, tu dirección electrónica, tu correo, tus fotos, likes, mensajes directos y más”, detalló el programador Ian Bogost para The Atlantic.

El pánico de privacidad que, una vez más, ha despertado la apertura de la masiva red social de Facebook se ha transformado en guías para que los usuarios protejan su información.

CNN publicó una guía con dos opciones para los usuarios preocupados por sus datos: limitar el acceso de Facebook o, en su defecto, desactivar o borrar las cuentas por completo.

“Visite la página de Apps en el menú de Configuración para ver cuántas aplicaciones ha conectado. Seleccione, uno por uno, los servicios que quiere eliminar”, dice la guía. “Si elimina su cuenta desde la página de Ayuda, el proceso puede tomar hasta 90 días desde la solicitud de borrados hasta que todos los datos desaparezcan de los sistemas de Facebook”.

Sin embargo, aunque esos consejos blindan parcialmente a los usuarios ante eventuales violaciones a su privacidad, no resuelven completamente las libertades que, por su modelo de negocio, permite Facebook.

En las vísperas de las presiones externas, ese podría ser un siguiente paso para la empresa: pensar en sus usuarios como sus clientes y no como la mercancía de los anunciantes.