El día en que la Tierra volvió a ser plana

Vivimos en tiempos convulsos, de teorías y conspiraciones. ¿En qué momento la gente dejó creer en los expertos y se dejó llevar por suposiciones y por lo que lee en Facebook?

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¡Hey lector! Deténgase un momento y antes de tirarse a matar con un comentario en Facebook, piense y reflexione sobre las afirmaciones que usted ha dado por sentado desde que tiene uso de razón, porque así se lo enseñaron en el colegio o porque lo escuchó de un experto en la televisión. ¿Alguna vez ha tenido la curiosidad de comprobar que todo lo que han dicho es cierto? ¿Qué pasaría si todo lo que nos han enseñado es mentira? Que la caída de las Torres Gemelas fue un trabajo interno del Gobierno de los Estados Unidos, que los aliens construyeron las pirámides de Egipto, que el holocausto fue un invento de los aliados, que Gardel y Elvis están vivos y tomando piña colada en la Isla del Coco y que Juan Santamaría nunca existió. ¡Válgame!

Las teorías de conspiración son tan viejas como las predicciones de Nostradamus, sin embargo en la última década estas creencias han encontrado en la Internet un terreno fértil para colonizar a un considerable número de crédulos o haters con afirmaciones cada vez más descabelladas y menos sustentadas que defienden con fervor en las redes sociales.

Y hay que aceptarlo…, no han sido los mejores años para el diálogo. Basta con darse un paseo por Facebook o Twitter para percibir que las secciones de comentarios de cualquier noticia controversial son un campo de batalla donde prevalecen los insultos y las opiniones personales tienen más peso que los datos.

Los hechos son tomados como mentiras y las valoraciones de expertos son confundidas por propaganda. A estas alturas, la gente puede creer que lo que quiera creer, desde que las vacunas son nocivas para la salud de los niños hasta a llegar a absurdos como afirmar que la Tierra es plana. Costa Rica no está exenta a este fenómeno, por ejemplo, en el 2018 hubo un fuerte movimiento que aseguró que en las elecciones pasadas hubo fraude electoral.

Uno podría pensar que con solo esgrimir datos o hechos se llegaría a un consenso razonable, pero eso no es tan sencillo porque en un mundo en el que cualquiera puede reforzar un argumento con evidencia que se encuentra en la inmensidad de la Internet ¿Quién es el dueño de la verdad? ¿Cómo llegamos aquí y qué podemos hacer al respecto?

La era de los absurdos

Según una encuesta publicada por la firma inglesa YouGov el 2% de los estadounidenses cree que la Tierra es tan plana como una tortilla. Así es, como si los griegos no hubieran superado este tema hace más de 2000 años al observar que la sombra que se proyectaba sobre la luna en un eclipse era curva.

Toda esta nueva tendencia de terraplanistas inició con Eric Dubay, un entusiasta que difundió un artículo de 35 páginas con 200 pruebas que demuestran que todo lo que nos dijeron en la clase de astronomía era una vil mentira.

A la publicación le fue bien y de hecho recibió el apoyo de personalidades populares en EE.UU como el jugador de la NBA Kyrie Irving, la actriz y cantante Tila Tequila y el rapero B.o.B... pero de ningún científico.

En el 2017 se realizó un encuentro de terraplanistas a la que acudieron 400 personas en Carolina del Norte y en el 2020 este grupo le dará “la vuelta” al mundo en un crucero. ¡Hay que estar atentos a ver que encuentran!

Hay un documental titulado Behind The Curve o La Tierra Plana que está disponible en Netflix. La producción de hora y media ahonda en una sociedad que cree con fervor que nuestro planeta tiene cuatro ángulos de 90 grados en lugar de una circunferencia ¡Como si a Galileo lo hubieran encarcelado por nada!

En fin, a lo largo de esta producción el director presenta a un desfile de personalidades pintorescas a las que ridiculiza constantemente con la altanería de un matón o un bully en el patio del colegio.

La Tierra Plana es una oportunidad desperdiciada para ahondar en una mirada inteligente sobre este fenómeno social que queda reducido a un espacio para burlarnos del otro, de aquel que no piensa como nosotros.

"El gobierno y los científicos tienen 415 años de decir que la tierra es redonda, entonces mantener la mentira significa muchísimo para ellos. Ellos quieren que la gente se mantenga tonta y alejada de la verdad” insistió Mark Sargent, uno de los líderes del movimiento.

Así como los terraplanistas han surgido otras agrupaciones que se caracterizan por desechar el conocimiento científico como, por ejemplo, los antivacunas, los cuales son minoritarios pero su presencia mediática los ha llevado a ser un tema de preocupación para los expertos en el dominio de la salud. De hecho, la Organización Mundial de la Salud los ha colocado como una amenaza.

Los antivacunas tratan de fomentar diversas ideas sobre que estos métodos con el argumento de que “no son seguros”, que “causan las enfermedades que dicen curar” que “producen otras enfermedades”, como el autismo y que son “creadas a base de fetos abortados”.

Los terraplanistas y los antivacunas comparten la característica de omitir su tesis y más bien se dedican en erosionar el argumento de los expertos. Una posición que se puede catalogar como anti científica... pero ¿por qué no creen en lo que dicen los expertos?

La historia de los expertos

Para ahondar en el problema es necesario desplazarse hasta el momento en el que se introdujo el concepto de expertise en la historia. Según William Davies, profesor de sociología de la Universidad de Londres, en su libro En sus nervios unidos: Democracia y la decadencia de la razón, publicado en el 2019, la figura del experto surgió en la Europa del siglo XVII.

Según el autor, un grupo de mercaderes y aristócratas introdujeron nuevas reglas en cómo sus impresiones deberían ser registradas y expuestas. Estas normas serían vitales para evitar la exageración y la distorsión, estos registros deberían ser documentos y estar abiertos al público.

Al rastrear la historia de la contabilidad, las estadísticas, la ciencia y la anatomía humana desde la Ilustración hasta el presente, Davies muestra cómo inventamos la pericia en el siglo XVII para calmar las disputas violentas sobre Dios y la naturaleza que tenían sumergidas a Europa en Guerra.

“Creo que vale la pena reconocer que parte del atractivo de esta mentalidad es que proporciona una imagen de un mundo común dentro del cual las personas pueden tener desacuerdos, que proporciona una forma mínima de consenso para que ciertas preguntas se mantengan fuera del ámbito de la política, como la naturaleza fundamental de la realidad”, enfatizó Davies en una entrevista para The New York Times.

El hecho de separar las emociones de los hechos científicos y la verificación la humanidad pudo salir de las guerras constantes para establecer un consenso, el cual cimentó las bases de la política, el auge de los mercados y el sistema democrático tal y cual como lo conocemos. Parece utópico pero en algún momento en la historia nos pusimos de acuerdo con base en evidencia científica.

Más conspiración y menos teoría

Las teorías de conspiración no son algo nuevo, de hecho siempre han existido. Desde el asesinato de John F. Kennedy, las destrucción de las Torres gemelas e incluso si los ovnis fueron los responsables de crear las pirámides. Eso sí, estas teorías se sustentan en argumentos históricos que tratan de explicar la realidad o un hecho que pudo haber sido manipulado por las altas cúpulas del poder.

En su libro “Un montón de gente dice: Un nuevo conspiracionismo y un asalto a la democracia”, Nancy Rosenblum alega que las conspiraciones de hoy en día son diferentes a las de antes. Para la autora, el propósito de las teorías de conspiración ya no es explicar la realidad ni ofrecer alguna explicación del mundo; en cambio, el punto es erosionar la confianza en figuras o instituciones públicas.

“Los cargos de conspiración en los últimos dos años se han convertido en un elemento maligno en la vida pública, y creo que ha sido realmente corrosivo para nuestra política. El nuevo conspiracismo a veces parece surgir de la nada", destacó la autora en una entrevista realizada por The New Yorker.

Para Rosenblum, la percepción hacia la realidad política también ha cambiado y le ha dado pie a grupos fuera de poder que se han visto atraídos por historias de conspiraciones secretas.

Laura Álvarez, doctora Doctora en Humanidades con énfasis en Filosofía moral y Política considera que “creer en una teoría de conspiración estructura y ordena el mundo. Permite explicar cosas, otorga lugares y tareas, en pocas palabras, hace la vida más simple. Hay un enemigo a vencer, y una claridad de que el equivocado es el otro. En ese sentido, es un antídoto contra la incertidumbre”.

Para la autora y profesora de la Universidad de Costa Rica esta coyuntura ha generado una alarmante desconfianza en los canales tradicionales.

Los medios de comunicación tienen menos confianza que nunca o son vistos como instrumentos al servicio del poder, a los políticos tradicionales se les percibe como actores que están interesados solamente en mantener sus privilegios. Y pues la verdad, la población no tiene la culpa. Así como hay evidencia que las vacunas son un pilar de la salud también hay pruebas pertinentes de que estas cúpulas del poder se han visto involucradas en escándalos de corrupción y han tergiversado la realidad a costa de sus beneficios, como por ejemplo, el escándalo de Cambridge Analytica, Watergate y el cementazo.

¿Qué podemos hacer al respecto?

La sensación de incertidumbre acerca del presente y el futuro ha aumentado. Debido a las brechas sociales que existen en la actualidad, los menos beneficiados se han sentido abandonados por las instituciones y políticos tradicionales. Esta situación ha llevado a este grupo a buscar otras alternativas para informarse y mitigar el desconcierto.

“Hay una crisis de legitimidad que impacta no solo al gobierno y sus instituciones, sino a la educación y a la ciencia. Esto se debe a que las condiciones de vida en las cuales se encuentran muchas de estas personas no garantizan una vida digna; es decir, si bien estamos rodeados de tecnología los beneficios de la ciencia y la razón no son distribuidos de la misma manera para todos; hay crisis climática, pobreza, violencia, muerte. Esto erosiona la confianza, ya que no hay respuestas evidentes del por qué esa desigualdad, hay una distancia muy grande entre las instituciones y las personas; y eso lleva a que la gente busque otros referentes”, enfatizó Álvarez.

Davies maneja un línea de argumental similar a Álvarez al afirmar que “el resentimiento que existe hacia las élites responde a que ahora hay una noción de que el conocimiento de los expertos es falso y que más bien responde a una agenda política para mantener sus propios intereses. Esta afirmación se fortalece con los casos de corrupción en los que muchos políticos se han visto involucrados”.

“Para las personas que se afirman como terraplanistas no basta la evidencia, no bastan las fotos desde el espacio, ni desde un avión; porque a todo le tienen una respuesta: son montajes....Si en estas situaciones, en las cuales la distinción se antoja más sencilla de hacer, hay dificultades para convencer, imagínense lo que se juega cuando hablamos de política, espacio en el cual lo verdadero y lo falso es mucho más difícil de establecer”, argumenta Álvarez.

“Por un lado, la gente parece necesitar creer en algo, quiere tener un principio de organización, pero por otro no hemos logrado alcanzar una capacidad crítica mínima como sociedad para manejar altos montos de información. Esta conjunción es muy peligrosa: hay mucho de dónde escoger, pero pocos elementos para distinguir entre información pertinente y la que no lo es”, continuó la doctora.

La situación es muy compleja y se ha convertido en un tema recurrente en las escuelas de sociología y filosofía alrededor del mundo. La solución más próxima para Álvarez sería garantizar una condición de vida digna con acceso a la educación y al ocio para que los ciudadanos tengan las herramientas de pensamiento crítico.

Por su parte Davies destaca que parte de esta incertidumbre responde a los temores propios del ser humano y que es imposible para cualquier ente político derribar esa naturaleza reactiva . Sin embargo estos miedos se han visto acelerados por el constante bombardeo de información.

El sociólogo inglés destaca que se debe llegar a un estado reflexivo en el que debe apremiar la empatía, el díalogo efectivo para eliminar algunos de esos temores y sentimientos

Aunque parezca ridículo, los hechos y los datos no nos van salvar de esta. Piense en esto antes de abalanzarse hacia una discusión sin sentido en Twitter o en redes sociales contra una persona que no piensa como usted.