El Cirque du Soleil camina por la cuerda floja

La pandemia del coronavirus puso contra la pared a una de las compañías artísticas más prestigiosas del mundo, o más bien descorrió la ya caótica situación financiera que arrastraba el imperio canadiense en los últimos tiempos. Hoy, a 36 años de su fundación, se habla incluso de bancarrota.

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“Muchos espectáculos del Cirque du Soleil disfrutan un receso bien merecido. Vea una lista completa de nuestros shows y descubra aquellos que vivirán por siempre en las mentes de quienes los disfrutaron”.

El mensaje se despliega con gran protagonismo en el portal web de la prestigiosa compañía artística canadiense Cirque du Soleil, obligada a frenar las funciones de los 44 espectáculos que rodaban en sus carpas por todo el mundo, como consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus.

La medida puso a caminar por la cuerda floja al imperio escénico, que paralizó sus deslumbrantes y aplaudidas presentaciones a mediados de marzo y, casi de inmediato, desnudó una preocupante situación financiera poco creíble por el éxito que ha ostentado el proyecto desde su fundación, el 16 de junio de 1984.

Más inverosímil se vuelve aún la debacle de la célebre compañía cuando se establece que por años fue objeto de estudio debido a su envidiable modelo de gestión creativo e innovador del cual presumió, incluso, hasta hace unos meses.

“Era el ejemplo perfecto de la llamada estrategia del océano azul, que consiste en crear nuevos nichos de mercado, un producto que genera una demanda previamente inexistente. Después de 20 años creciendo sin parar, la fórmula empezó a tener cada vez más imitadores y eso los obligó a producir espectáculos más costosos para diferenciarse”, comenta Bruno Cassiman, profesor de la escuela de negocios IESE (especializada en estrategias corporativas y con sede en Barcelona) en declaraciones al diario español El País.

Producir espectáculos con calidades muy superiores a los que ponían en cartelera los competidores, fue engrosando una deuda en la compañía estimada, recientemente, en unos $900 millones y que puso a sus propietarios contra la pared debido a la sensible caída en las ganancias durante este año por el covid-19.

Atrás quedó la salud financiera de la compañía que ha visitado Costa Rica en tres oportunidades con sus aclamados espectáculos Varekai (mayo del 2013), Corteo (enero del 2015) y Sé7imo día-No descansaré (febrero del 2018).

La caótica situación financiera del Circo del Sol viene ocupando los titulares de los principales medios del mundo desde entonces. Las publicaciones hablan hasta de bancarrota y están sustentadas en los movimientos que en las últimas semanas ha adoptado la compañía, en un intento por salvar su esplendor.

Sin embargo, culpar solo a la crisis sanitaria por la situación que tiene al borde del abismo al Cirque du Soleil sería desdeñable. Si bien, el covid-19 le dio una suerte de estocada al imperio, lo cierto es que esta solo se combinó con una seguidilla de desaciertos pasados que hoy tienen al imperio frente al espectáculo que jamás se imaginaron poner en escena.

¿Muerte anunciada?

El camino de espinas del Circo del Sol comenzó a labrarse en el 2008 cuando el propietario y fundador de la compañía, el exacróbata Guy Laliberté, se asoció con dos firmas del sector inmobiliario originarias de Dubai que se hicieron con el control del 10% de las acciones.

Al 2015, Laliberté había vendido ya la mayoría de sus acciones a inversores chinos y estadounidenses, en acuerdos firmados por $1.5 mil millones.

Antes de concretarse esa operación del 2015, el empresario ya se había referido públicamente a los problemas financieros que venía atravesando el circo más conocido del mundo. De hecho, la venta se dio bajo las consecuencias de esa realidad.

Si bien, durante el 2013 la empresa había generado ingresos por unos $762 millones, las finanzas del Cirque du Soleil ya habían dado señales de alarma y en el 2014, la gerencia había achicado su planta de trabajadores en el impactante centro que tiene el Cirque en Montreal, Canadá.

La deuda de la compañía se volvió incontrolable a partir de entonces y tuvo su mayor impacto ahora, en el 2020, cuando la pandemia sacudió al mundo.

La prensa internacional señala que la problemática del circo se agudizó con la producción de espectáculos de gran presupuesto y que no alcanzaron la gloria proyectada cuando se pusieron a rodar por el mundo.

Entre esos renombrados shows está Zed, una producción residente de la compañía que tuvo su sede exclusiva en Tokio (Japón). El espectáculo se estrenó en el 2008, pero aún y cuando se proyectó para más de cinco años en cartelera, el tsunami del 2011 obligó a la cancelación de funciones y después no regresó más.

El abrupto final del show dejó grandes pérdidas económicas a la compañía, que había inspirado ese espectáculo en el tarot, sus misterios y su mundo rico e imaginativo.

Otro montaje que influyó en la crisis de la compañía tuvo lugar a este lado del Atlántico, en Las Vegas (Nevada, Estados Unidos).

El 19 de febrero del 2010 y como resultado de la asociación entre el Circo del Sol y Elvis Presley Enterprise, se estrenó el espectáculo Viva Elvis; una fusión de danza, acrobacias y música en vivo en homenaje a la vida y música del cantante estadounidense.

Para ese momento, Viva Elvis era el sétimo montaje residente del Circo del Sol en la llamada Ciudad del pecado y se situó en el Aria Resort & Casino. Había grandes expectativas para el espectáculo que se vio obligado a cerrar sus funciones dos años después por los bajos números de asistencia y la exigencia de MGM Resorts de reemplazarlo en la cartelera del Aria.

Lo mismo sucedió con los espectáculos Iris y Zaia, que también tenían grandes aspiraciones de taquilla, pero las ganancias se quedaron cortas.

La última venta

Con los números más acorralados aún y sin prever la seriedad en que se convertiría el virus del covid-19 en todo el mundo, a inicios de febrero de este año, Guy Laliberté, vendió el último 10 por ciento de su participación accionaria en el Cirque a la Caja de Pensiones e Inversiones de Québec.

“Me complace vender mi participación en el Circo que fundé hace 36 años, a los intereses de Québec”, dijo el exacróbata de 60 años. “Seguiré participando en el proceso creativo de los espectáculos y, sobre todo, seguiré apoyando y contribuyendo al desarrollo de la industria del espectáculo en Québec a través de mis otros proyectos”.

Tres meses después de ese movimiento (a finales de mayo) y ante la crisis financiera que la compañía desvistió frente a todo el mundo, Laliberté aseguró estar preparando una oferta para recuperar el control del Circo y garantizar la continuidad de sus operaciones.

“El Cirque me ha dado tanto que, viendo la situación en la que se encuentra, si puedo ayudar estaremos allí”, dijo el magnate a finales de mayo a una radio canadiense. “Tenemos un buen plan. Creemos que podremos traer de vuelta el fuego sagrado”.

Su idea, mencionó, es mantener la sede de la compañía en Montreal junto a un equipo de gestión quebequense. Precisamente fue en las afueras de la casa matriz de la compañía donde el pasado 16 de junio decenas de sus trabajadores despedidos en los últimos meses por la crisis iniciada en el 2008 y agudizada 12 años después, se manifestaron reclamando el pago de sus liquidaciones.

Cirque du Soleil cesó temporalmente a 4.679 de sus empleados justificado en la pandemia. El número representa un 95 por ciento de su personal administrativo y artístico.

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Al mismo tiempo que se dieron los despidos, la gerencia del Cirque solicitó al Banco de Canadá que considerara todos los escenarios de su supervivencia, incluida la bancarrota.

Hace un mes, el expropietario dijo que no lamentaba haber vendido el Cirque en ninguna de las fases que lo hizo, pero sí se proclamó como el salvador de una compañía que, a muy corto plazo, se convirtió en imperio y que hizo de un jovencillo acróbata un magnate que ha podido hasta darse el gusto de ser un turista del espacio, así como de llamarse el superhéroe de un negocio que ha alucinado al mundo entero.