No ocurre mucho en el filme Jeanne Dielman, 23 Quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), de Chantal Akerman. Una mujer realiza sus labores domésticas, ocupa un espacio vital, se deja llevar por el tiempo, tiene sexo. La mirada de la cineasta belga, quien se quitó la vida este año, la torna en una experiencia transformadora.
Akerman aprendió a romper reglas en el cine desde muy joven –tenía 18 años cuando realizó su primer cortometraje–. A lo largo de una sinuosa carrera, exploró la intimidad de la mujer con un brío inusitado y una atención filosófica a los problemas del cuerpo, el espacio y el tiempo.
Como muestra de este talante experimental, basta con repasar sus filmes de los años 70 en Nueva York, como News From Home (1976), en la cual explora la ciudad teñida de melancolía y desapego, y Hotel Monterey (1972), en la que las habitaciones del edificio ensordecen con su silencio.
Con los años incursionó en otros géneros, como la comedia (Un divan à New York) y el documental (Sud). En su última película, No Home Movie, presentada la semana de su fallecimiento en el Festival de Nueva York, confronta a su madre y la memoria que esta tiene de la Segunda Guerra Mundial. Este proyecto profundizó la ruptura entre ellas. En el cine, Akerman se exponía a todas las balas.
Editor web en La Nación. MA en Programación y Curaduría de Cine (Birkbeck, Universidad de Londres). Más de 12 años de experiencia en periodismo de cultura y arte. Bachiller en Periodismo y Producción Audiovisual de la Universidad de Costa Rica. Curador audiovisual con experiencia en el CRFIC, el MADC, espacios independientes y eventos.
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