Las bebidas energéticas comenzaron a popularizarse en Japón entre empresarios que buscaban duplicar sus energías.
Un par de décadas más tarde, la televisión norteamericana buscó promocionar estos brebajes con anuncios de un hombre que se convertía en superhéroe.
El fenómeno tardó un poco más en impactar nuestro país; sin embargo, los múltiples usos que hoy tienen las bebidas energéticas han puesto a los médicos a analizar más despacio sus efectos secundarios. ¿Qué precio se paga a cambio de ser súper por unas horas?
Ingredientes
Azúcar, cafeína y guaraná (planta que contiene cafeína) son los principales ingredientes y el común denominador entre las bebidas energéticas en el mercado.
Los estudios médicos atribuyen al consumo de estas sustancias un aumento en la energía, mejor desempeño físico y mental e incluso mejoras en la memoria.
Sin embargo, sus efectos secundarios han contrarrestado los hallazgos de la ciencia a su favor. La conclusión es que “ todo en exceso es malo ”.
La Organización Mundial de la Salud ha sugerido no consumir más de 500 milígramos de cafeína al día (que sería el equivalente a unas tres tazas de café) y, en el caso de las bebidas energéticas que hay en el mercado, una sola iguala o hasta supera esta dosis.
Sus altas concentraciones de cafeína y de azúcares han demostrado ser perjudiciales para el sistema nervioso e inclusive ha habido casos en que desencadenan problemas cardíacos serios.
Efectos deportivos
Las bebidas energéticas suelen ser consumidas por deportistas que pretenden utilizar la energía extra para mejorar su condición; sin embargo, estudios sugieren que no existe un nexo comprobado entre su consumo y la mejora en el rendimiento deportivo.
Así lo explica Gerardo Araya, profesor de la Escuela de Educación Física y Deportes de la Universidad de Costa Rica. Él ha estudiado el tema y afirma que se ha demostrado ya que no existe ninguna diferencia entre el rendimiento de un deportista que tomó una bebida energética y uno que no.
Energía adolescente
La publicidad ayudó a que la bebida se popularizara entre jóvenes que ahora también la utilizan para mejorar su rendimiento en clases.
La nutricionista Catalina Fernández explica que los efectos de las bebidas energéticas sobre menores de edad no son diferentes a los provocados en los adultos. “En menores de edad, se suma el factor de inmadurez que los lleva a abusar de ellas, razón por la que ingieren más de una bebida. Esto hace que se acumulen los ingredientes y sus efectos”, señala.
Otra práctica común entre los adolescentes es mezclar las bebidas energéticas con licor. Según Fernández, la cafeína ha demostrado retardar los efectos depresores del alcohol. Dicho en otras palabras, la persona se siente menos ebria de lo que realmente está y se reducen los impedimentos que provoca el licor.
Estas consecuencias pesan en el criterio médico para no promover el consumo popular de bebidas energéticas. Sentirse como superhéroes por unas horas puede pagarse caro.