En el juego que nadie quiere jugar, pues los deportistas nunca compiten para ser terceros, Holanda acrecentó ayer la vergüenza de Brasil en el Mundial que organizó para coronarse, pero del que salió con las peores escenas de su vida.
Liderados por Arjen Robben, un jugador con pinta de “señor” y cientos de caballos de fuerza en sus piernas, los holandeses dejaron claro que el honor se defiende tanto como las ganas de ser campeón.
Es por ello que apenas al minuto dos Robin van Persie marcó el primero al cobrar una falta de penal tras falta de Thiago Silva sobre Robben, quien enfilaba a marco tras dejar a dos defensores.
La daga, tan temprana como incómoda, no dejó ni acomodarse al Brasil de Scolari, uno fantasma y sin la jerarquía de otras épocas, y mucho menos con “figuras”.
Cansado de recibir críticas, e incómodo por la espeluznante derrota de 7-1 frente a Alemania, el martes en semifinales, Scolari cambió sus titulares e incluyó a Ramires, Jo y Paulinho desde el arranque.
El estilo no cambió mucho, ya que los suramericanos carecen de conjunto, pero se notó más garra en el mediocampo con Ramires, quien, al igual que en Chelsea, corre todo el campo y busca el marco.
Mas, aunque Ramires quiso aportar fuerza, fue poco lo que pudo hacer ante una Holanda que al 15’ consiguió el segundo gracias a una jugada que inició Robben, este se la dio a Van Persie, el “9” centró, David Luiz despejó y el balón le llegó a Blind, quien sentenció solo.
Las cifras y el cronómetro predecían otra tarde oscurísima para el anfitrión, mas en el interior de sus jugadores existe eso muy propio del ser humano, llamado orgullo y, a partir del minuto 30 comenzó a carburar un fútbol mejor.
Tres centros desde la derecha de tiro libre y un de saque de esquina de Oscar pasaron frente al marco de Cillessen, todas peligrosos, pero ninguno encontró cerrador.
Con la vergüenza mundial en la espalda y los silbidos de todo el estadio Mané Garrincha, en Brasilia, Brasil quiso emparejar el juego, y otra vez Ramires la tuvo al 59’, tras recibir de espalda frente al área, darse vuelta y disparar. Fuera.
Tres minutos más tarde fue David Luiz con un tiro libre fácil para Cillessen, y al 68’, en un grueso error, el central no pitó una falta de penal sobre Oscar, quien, apenas hasta ayer, volvió a hacerse notar.
Robben otra vez. Sin nada que perder y acicateado por silbidos que caían como reclamos desde la hinchada, los anfitriones quisieron tocar más el balón y dejar de depender de figuras o “chispazos”.
El encuentro ganó en intensidad, Holanda también se acercó al área rival y Robben, con tres pulmones y mucha maña, volvió a ser determinante cuando recibió por derecha, esperó a Janmaat y le dio el balón para que el lateral tocara a Wijnaldum, quien cerró la cuenta solo frente a Julio Cesar.
Era el minuto 90 de una historia que acabó con un Brasil sumido en la vergüenza. Su Mundial acabó.