Hasta el 2010, España era la campeona mundial de los amistosos.
Antes de que Andrés Iniesta embocara la pelota en la meta de Holanda en ese 2010, los Mundiales no eran una buena noticia para los forofos españoles
Hasta que Iker Casillas izó la Copa aquel 2010, los Mundiales dejaron ceños fruncidos, trizas de ilusiones y corazones rotos.
Todo eso cambió en ese 2010: España alcanzó la cima del Planeta Fútbol, dejó atrás sus complejos y su autoestima futbolera dejó de cotizarse a la baja.
España se alzó con ese anhelado cetro con un fútbol estético, que junta el ganar y gustar como pocos equipos lo hicieron alguna vez.
La Roja archivó la furia, que fue su sello, y con buen pie – un jogo bonito con zeta– llegó a lo que parecía una utopía: el título del mundo.
Aquello que empezó Luis Aragonés –al ganar la Euro del 2008– lo continuó Vicente del Bosque.
El Bigotón le sacó todavía más brillo a la excepcional generación bajo su mando (con la base del Barcelona): amén del cetro del mundo del 2010, repitió con la Euro del 2012. Histórico.
Contar con ellos. Rudy Tomjanovich, cuando era coach de los Rockets de Houston, en la NBA, acuñó esta frase: “Nunca subestimen el corazón de un campeón”.
España llega cuatro años más sabia..., y cuatro más vieja a la cita brasileña; sin embargo, llega como favorita, como es esperable.
Se comportó como monarca en las eliminatorias: no perdió un juego y en el decisivo partido contra Francia, que decidía prácticamente el ganador del grupo I, la Roja se impuso 0-1.
Tal vez, la duda más grande la tenga en la puerta: Casillas, su capitán, tiene un año sin jugar en la liga española.
Los españoles no tendrán round de estudio en esta Copa del Mundo: debutarán ante Holanda, al que le ganaron la final pasada y que, como de costumbre, tuvo una eliminatoria contundente.
Para la prensa española, el grupo de la Roja es el verdadero de la muerte, pues comparten zona con Chile y Australia.
Los chilenos pueden ser la sorpresa de este bloque –incluso de la Copa–; los australianos llegan como la comparsa, pero su fútbol ordenado y hasta rocoso puede ser un dilema para el más bravo.
Sin embargo, España es la campeona y aunque sabe que no tendrá un paseo –la Confederaciones fue un ensayo– es de esta España, la que rompió con su pasado, de la que todos deben cuidarse.