Brasil aguarda el sábado la revancha de Bryan Ruiz, el capitán tricolor que ya cuenta las horas para cobrarse una revancha que lleva ocho años esperando.
Ante Uruguay el volante debutará por fin en un mundial mayor, esa deuda pendiente para un jugador que se quedó a las puertas del avión hacia Alemania 2006 y al que su mejor juego con la Selección no le alcanzó para meterse en la fiesta de Sudáfrica 2010.
Por eso, en la cita brasileña se espera tanto de él, porque aparte de todo lo que se juega la Tricolor en este, su cuarto Mundial, hay también todo un duelo personal para este hijo de Alajuelita.
Con una pesada cinta en el brazo, Ruiz está llamado a ser una bujía en el ataque patrio, ahora alejado de las labores de creación pero más concentrado en los caminos del gol, en acompañar un ataque le obliga a aprovechar cada espacio y cada oportunidad.
Por eso, la cesión al PSV Eindhoven le cayó del cielo a una figura que no logró exportar todo su talento hacia la Liga Premier, un fútbol en el que no encontró la comodidad para despuntar y en un Fulham que finalmente tampoco tenía la calma para hablar de paciencia con el tico.
Despunte de ilusión. En solo 14 compromisos en la Eredivisie Bryan Ruiz anotó cinco goles, dos menos que los que pudo concretar en tres temporadas completas jugando en Inglaterra.
Secretos hay pocos. Fulham quería hacer de él un conductor, mientras que el PSV, con la enseñanza que ya le había dejado el Twente, sencillamente le abrió al tico las puertas en el ataque.
Ahí en el último cuarto de cancha está su nicho, y para suerte de la Selección, Jorge Luis Pinto también lo tiene así de claro. Por eso, a Ruiz le tocará oficiar de acompañante de Joel Campbell en ese tridente ofensivo que se completará con Christian Bolaños o Marco Ureña, una de las últimas dudas del cafetero que deberá estar resuelta el sábado.
El choque amistoso ante Japón lo quiso exhibir como un ‘9’, pero la corrección ante Irlanda dejó ver que hay otros que llenan mejor ese rol.
Sea como sea, su aporte y colmillo estarán ante Uruguay, el equipo que verá al capitán tricolor consumar una revancha añeja, pero jamás olvidada.