C de Curie (Marie, la primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades: Física y Química). No de Cristiano (Ronaldo).
L de Lyra (Carmen, seudónimo de María Isabel Carvajal, escritora, educadora y política costarricense). No de Lewandowski (Robert).
A de Ángela (Merkel, canciller de Alemania desde el 2005, a quien la revista Forbes declaró en el 2017 —y por undécima ocasión— la mujer más poderosa del mundo). No de Andrés (Iniesta).
U de Úrsula (Iguarán, la célebre personaje de la novela colombiana Cien años de soledad. Representa a la mujer con coraje para sacar adelante a su familia). No de Ureña (Marco).
D, inicial de Deledda (Grazia, escritora italiana que ganó el Nobel de Literatura en 1926). No de Didier Drogba.
I de Ingrid (Bergman, la actriz sueca galardonada con tres Óscar y cinco Globos de Oro). No de Ibrahimovic (Zlatan).
A de Arco (Juana de, combatiente francesa que dirigió al ejército real de su país durante el reinado de Carlos VII. Murió en la hoguera por “hereje”, pero Benedicto XV la nombró santa en 1920). No de Azofeifa (Rándall).
D de Dolores (Ibárruri, pasionaria recordada por su grito “¡No pasarán!”, en referencia a las tropas de Francisco Franco). No de Dani (Alves).
O de Oreamuno (Yolanda, escritora costarricense). No de Ozil (Mesut).
B de Benazir (Bhutto, pakistaní, primera mujer que ocupó el cargo de primer ministro en un país musulmán). No de Batistuta (Gabriel).
L de Lehmann (Inge, sismóloga danesa, reconocida por haber efectuado las primeras pruebas de magnitudes de sismos y sus consecuencias). No de Lionel (Messi).
E de Edith (Piaf, una de las cantantes francesas más célebres del siglo XX y quien cumplió muchos de sus sueños en medio de circunstancias adversas que enfrentó desde la infancia). No de Eusébio (da Silva Ferreira).
S de Serena (Williams, destacada tenista estadounidense que, entre muchos otros triunfos, ha ganado 39 títulos de Grand Slam). No de Salah (Mohamed).
En efecto, se llama Claudia Dobles, es la primera dama de la República y habría sido todo un detalle de gentileza, elegancia y altura que la Federación Costarricense de Fútbol le hubiera obsequiado una camiseta de nuestra Selección con su nombre estampado.
Sigo sin entender la torpeza de invisibilizar su identidad y valor en un mundo —incluido el deporte— donde muchas mujeres han dejado y dejan huella.