Cuando apenas nos recuperábamos del lavado de manos, versión Pilatos, del señor Rodolfo Villalobos, presidente de la Fedefútbol, en relación con el fracaso en el Mundial Rusia 2018, tras un nuevo fiasco balompédico, esta vez por la eliminación de la selección mayor femenina del próximo mundial (2019), don Víctor Hugo Alfaro, presidente de la liga femenina y vicepresidente de la Fedefútbol, afirmó hace una semana en esta sección deportiva: “El cuerpo técnico es el responsable de este fracaso”.
No habían transcurrido ni 24 horas de la última derrota de la Femenina ante Canadá cuando Alfaro, no solo emuló a su colega Villalobos, sino que cuestionó la continuidad de la estratega Amelia Valverde por su fallida gestión y consecuente eliminación de los mundiales Sub-17 y Sub-20, en dos ocasiones.
¿Será que los códigos éticos y de elemental cortesía de escuchar, antes de condenar, ya caducaron? Lo mínimo que se podía esperar de una autoridad deportiva era que diera tiempo a la selección de arribar al país, conversar, cara a cara, con su subalterna (Valverde), atender su versión, analizar con lupa el informe respectivo, y decidir su destino en el banquillo de forma colegiada, sin asomar así, de sopetón, el filo de la guillotina.
Respeto muchísimo a quienes ocupan las principales posiciones en el fútbol costarricense, masculino y femenino, sé bien que son personas honorables y exitosas en sus actividades particulares, pero en lo que se refiere al poder que detentan, dejan mucho que desear. ¿Será que no se asesoran en materia de comunicación, a pesar de que cuentan en la Fedefútbol con un distinguido cuerpo de periodistas profesionales? ¿O será que no les hacen caso?
No es dable que, con tal de salvar su pellejo, un dirigente experimentado exponga a Amelia Valverde ante la opinión pública y deje en entredicho la idoneidad profesional de tan respetable figura de nuestro fútbol femenino, convertida ahora, lo mismo que Óscar Ramírez, en los chivos expiatorios de sonados reveses deportivos con mar de fondo.
No corren buenos vientos en el deporte más popular del país. Pero las causas no radican únicamente en la gramilla, obedecen también al desgaste de los de pantalón largo, como llamaba el recordado Orlando de León a quienes deciden desde los escritorios.