Algunas damas suspiran por él. Y él lo sabe. Vestido como de revista, con zapatos café, jeans desteñido, saco azul, pañuelo en la bolsa, camisa clara ligeramente abierta, Gustavo Matosas parece sentirse cómodo en el papel de galán. No conforme, hábil para el halago, tiene siempre a la mano algún cumplido, así a un hombre como a una mujer, para la primera impresión (y para la segunda también).
Le gusta sorprender de entrada —según me confesó en un Diálogos— y para lograrlo echa mano de diferentes recursos.
No resulta muy difícil entender por qué en México sobran las notas periodísticas sobre el look del técnico, “acostumbrado a dar de qué hablar por su vestimenta”, según un artículo del diario Récord. Es, según otra nota de El Observador, un estratega que hasta cuando grita al borde de la gramilla está “siempre con la pose de un hombre que sabe que los ojos están sobre él”.
Quizás son culpables los medios de comunicación, aunque a todas luces él tampoco es inocente de que se hable en algunos momentos un “poco más de lo que genera con su imagen que de los resultados deportivos” —parafraseando una nota de ESPN—.
Si a estas alturas de la columna recordamos que encantó a los dirigentes ticos en una entrevista, más de uno podría temer la encarnación del “Flautista de Hamelín”. Tranquilos. No es para tanto.
La imagen le servirá de poco si a la Sele le va mal, pero en nada perjudica si se detiene frente al guardarropa más que el técnico promedio.
Tan poco serios y superficiales fueron los juicios sobre la sencillez del Macho Ramírez como los que podrían hacerse sobre el “fashionismo” de Matosas, si bien lo del charrúa también será terreno fértil —sin duda— para las críticas y hasta los memes si los resultados en la Selección no llegan a respaldarlo.
El técnico que hoy le coquetea al país en los primeros encuentros enfrentará una misión más difícil. Por ahora, diremos a su favor que se fija en los detalles y toma previsiones (ya no hablo de la ropa).
Si acaso fue astucia tener a mano —en la entrevista con los federativos— los nombres de los jóvenes ticos que podrían ser parte del cambio generacional, su apuesta por la anticipación queda clara con la presencia en partidos del campeonato nacional y los viajes a México, Estados Unidos, Chile y Perú para ver a la Sele aun sin haber asumido.
De seguro tiene su libreta llena de apuntes, merced a ese trabajo adelantado. También —lo reconozca o no— gracias a los experimentos de Rónald González, quien, de no ser por el triunfo en Chile, iba a salir de su interinato más que despeinado por los resultados, lejano a un look de revista.
(Video) Diálogos con el técnico de la Selección Nacional Gustavo Matosas