Los cinco errores que llevaron a la crisis FIFA

El manejo administrativo ocasionó la peor crisis de la organización en sus 111 años de historia; exprimida por una cultura de corrupción endémica de un selecto grupo de dirigentes que se acostumbraron a usar el fútbol para su propio beneficio

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Con ganancias de $5,728 millones de dólares y con 209 países adscritos, la FIFA es hoy la multinacional más importante del mundo. Comanda una industria que no solo le permite tener reservas por más de $1500 millones, sino que también genera un entusiasmo y una pasión que no son alcanzados por ninguna otra actividad.

Sin embargo, su manejo administrativo la llevó a la peor crisis en sus 111 años de historia, exprimida por una cultura de corrupción endémica de un selecto grupo de dirigentes que se acostumbraron a usar el fútbol para su propio beneficio; aseguraron la lealtad de otros a base de extravagancias y convirtieron la recepción de incentivos en algo sistemático.

El problema de FIFA es un problema de gobernanza, por eso analizamos cinco errores que la han provocado su crisis:

1. Los años no cuentan: debe ser FIFA una de las pocas organizaciones en el mundo en las que, todavía, los miembros de su Comité Ejecutivo no están restringidos por un límite de edad, ni por la cantidad de años que tengan en sus puestos, ni la cantidad de veces en que se puedan reelegir en un puesto. Por eso Blatter llegó con 79 años a estar 17 años en la presidencia y ser electo cinco veces, su maestro Havelange estuvo 24 años hasta que cumplió 82. Eso no hace más que perpetuar el poder y permitir que las personas se adueñen de sus puestos de privilegio, no siempre con buenas intenciones.

2. Concentración de poder: Históricamente el grupo más controversial de FIFA son los miembros de su Comité Ejecutivo. El pequeño grupo de 24 personas que toma las decisiones más importantes del fútbol, entre ellas, elegir las sedes y fechas de los mundiales. Temari, Blazer, Warner, Bin Hammam, Webb, Leoz, Figueredo y por pocos días Li, son algunos de los miembros del Comité que han sido vinculados a casos de corrupción.

Su poder no solo se concentra en ese órgano, sino que suelen ser personas que ocupan varios cargos, como miembros del Comité Ejecutivo de su Confederación y presidentes de sus Federaciones en muchos casos.

Solo el escándalo de Qatar 2022 ha hecho que la FIFA cambie sus regulaciones para quitarle a este grupo el poder de escoger los mundiales mayores y dárselo al congreso de 209 miembros, el argumento es sencillo, es más fácil corromper a los 24 que a los 209.

3. Representación homogénea: el mundo del fútbol está compuesto por múltiples grupos de interés, los jugadores, los técnicos, los aficionados, los clubes, las ligas, los patrocinadores y los dirigentes; sin embargo, solo este último está representando en el congreso y el Comité Ejecutivo de FIFA. En contraposición, por ejemplo, el Comité Olímpico dentro de sus 115 miembros incluye a miembros del Comité Olímpico Internacional, atletas activos, representantes de las Federaciones Internacionales y representantes de los Comités Olímpicos Nacionales.

En FIFA, sus directivos no comparten el poder, aunque existen organizaciones como FIFPro, ECA o EPFL que ya reúnen a jugadores, clubes y ligas, la democracia del organismo con sede en Zurich no les da voto en sus decisiones más importantes a esos otros integrantes de lo que el propio Blatter ha llamado "la familia del fútbol".

4. Lujos y falta de transparencia: Algunos datos extraoficiales señalan a que Blatter gana un salario de unos $2millones de dólares mensuales y que los directivos en viajes oficiales podrían recibir hasta 500 dólares diarios en dietas, lo cierto es que FIFA nunca ha revelado cuánto gasta en “chinear” a sus altos mandos, un elemento necesario para entender el trasfondo de sus intereses por ocupar cargos. Los lujos de sus ejecutivos no ha hecho más que restar credibilidad al organismo, carente de transparencia.

5. Independencia de los órganos judiciales: Los órganos de investigación y disciplina de FIFA poco han podido hacer con el control que ejercen sus máximos dirigentes, ya lo demostró la debacle que sufrió la investigación conducida por Michael García solicitada por el propio organismo para explorar la entrega de las últimas sedes mundialistas.

Hasta hace algunos días la investigación de los casos de corrupción era comandados por la propia FIFA, de una expulsión de toda actividad del fútbol no han pasado los corruptos, que hoy encuentran un panorama diferente con la justicia estadounidense de por medio. Son errores que se han traído abajo el prestigio de la organización del fútbol, FIFA no necesita una reforma sino una revolución de su gobernanza, como la que vivió el COI tras el escándalo de Salt Lake City.

Por suerte, los aficionados siguen siendo los custodios este deporte, no hay escándalo que elimine su devoción. Ellos y los propios empleados de FIFA merecen mejores dirigentes.

*Escrito por Diego Brenes para La Nación. Periodista deportivo costarricense que trabaja en Teletica Deportes y Máster FIFA en Legislación, Administración y Humanidades del Deporte.