La historia de Gustavo Matosas nació sobre una mentira: Que era el hombre apto para seleccionador, a pesar de no reunir uno de los principales requisitos del perfil elaborado por la Comisión Técnica.
A quienes viajaron a Colombia para entrevistarlo, encabezados por Rodolfo Villalobos, los endulzó con argumentos melosos, como los que ha venido usando desde su llegada. Lo cierto es que no tenía ni idea de lo que era dirigir a una Selección y ese requerimiento, vital en el perfil, cedió ante la demagogia del técnico desempleado.
Hoy, Matosas le da la razón a quienes elaboraron esos requisitos, pero al mismo tiempo los desnuda hasta el sonrojo. La Comisión Técnica y el Comité Ejecutivo escogieron a un ilusionista de la palabra, a un galán engominado, a un improvisador de cada partido que jugó la Sele, sin saber nunca si apostaba al cambio generacional o a salir sin rasguños de la faena.
Ahora pretende irse como víctima. “No sabía que era tan aburrido”. “Siento que estoy de vacaciones”. “Me mata no tener a los jugadores en el día a día”. “Esto no es lo mío, soy técnico de equipo”.
Lo más grave: Dijo que la oferta de México la tiene desde hace meses, pero decidió esperar porque “venían cosas importantes para la Federación”. O sea, que se ha prestado al juego electoral, a favor del grupo que ganó la contienda. Renunciar antes – interpreto- habría afectado los intereses de quienes lo pusieron en el cargo.
Se va sin contestar la gran pregunta que nadie se atrevió a hacerle: ¿Si es cierto que habló con Sergio Hidalgo para pedirle que votara por el grupo oficialista, pues sino dejaría el cargo al día siguiente? De es así, su renuncia raya en lo inmoral.
¡Señor Matosas! La Selección de un país es el gran amor de quienes gustamos del futbol. Usted se ha burlado de la nuestra, y quienes lo nombraron no han sabido ponerlo en su lugar, ni siquiera en el momento cumbre del adiós, al considerar su puesto como algo aburrido.
Los técnicos de verdad, apasionados por el futbol, sueñan con dirigir selecciones y no las ven como algo para estar entretenidos. Para esto último están los campos de golf, la bohemia, la noche y otras pasiones.
Un seleccionador que planifica, se actualiza, estudia a sus futbolistas, a los rivales, siempre está ocupado. No es que dirigir a la Selección sea aburrido…Es que usted hizo de la Selección algo aburrido.
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