Upala, Alajuela.
Agitado y con el rostro y los lábios pálidos, Alexánder Navas levantaba sus brazos y sonreía ante los vítores de la gente que le aplaudía a sus héroes.
Pequeño y delgado, este upaleño de 13 años vivía su sueño, el que hace solo dos semanas estuvo a punto de perderse por culpa de la leucemia que le afecta desde que tiene 11.
Pese a que no jugó, porque en su estado actual no es recomendado que se agite mucho, él se abrazaba con sus compañeros para celebrar la medalla de oro que acababan de ganar ante Santo Domingo en la final de la categoría prejuvenil, que acabó 15-13.
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Hijo de Juan Navas, maestro de escuela y de Yeimy Menocal, Alexánder es parte de un equipo que ve en él al ejemplo a seguir, al símbolo.
"Hace poco él (Alexánder) tuvo una recaída y el papá dijo que primero la salud, él estuvo a punto de no venir... al final el papá dijo que una mejor forma de tenerlo con vida es dejarlo hacer lo que le gusta", expresó Mayra Irigollen, delegada del equipo de béisbol de Upala.
"Él nunca pudo estar en las villas porque el tratamiento que le dan es muy delicado, entonces el papá lo traía a integrarse al equipo y ante Alajuela (Upala ganó 17-2) le dieron chance de jugar una entrada, ya que él no puede más que eso", añadió la dirigente.
Pero las ganas de vivir lo que hasta hace poco parecía imposible, fueron el combustible del pequeño Navas, quien al final del partido hablaba despacio y bajito, pero desbordado.
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"Pensé que ya no podía estar en el equipo porque estuve ocho meses internado en el hospital de Niños, entonces llegué donde el entrenador y le dije que si podía jugar, y me dijo que sí; poco a poco me voy recuperando y ahorita voy a poder jugar más", comentó Navas.
"Estoy muy feliz, jugué contra Alajuela y me sacaron rápido, pero me siento muy alegre", añadió el símbolo del nuevo campeón, quien vive en Villa Hermosa, en San José de Upala.
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Con voz entrecortada porque nunca había sufrido tanto en una final, Marcos Alvarado, entrenador, aseguró que la presencia de Navas le da fuerza y motivación a todo el grupo.
"Él (Alexánder) llegó y me dijo: mirá, ¿todavía tengo mi puesto en el equipo?, y le dije: "usted siempre va a tener su lugar usted acá tiene su uniforme", él esta enfermo pero es un símbolo para nosotros, la lucha de él es la lucha de nosotros", manifestó Alvarado.
El técnico añadió que la alegría es mayor porque regresan a la corona prejuvenil que el año pasado les robó Santo Domingo, lo que les cortó el tricampeonato que lograron entre el 2010 y 2012.
Mientras Alvarado hablaba, a pocos metros Alexánder, un poco agitado, seguía celebrando con su gente lo que hasta hace poco, para él, parecía inalcanzable.