De la simple curiosidad de mirar a unos niños vestidos de blanco que lanzaban patadas, nació el primer encuentro de Neshy Lee Lindo con el taekwondo.
Tiene solo 16 años, pero ya cuelga sobre sus hombros una medalla bronce de Juegos Panamericanos; este miércoles podría sellar su boleto a Tokio 2020, cuando dispute la categoría de -57 kilogramos del torneo continental que se realiza en el Palacio de los Deportes en Heredia.
“Me he sentido más tensa, con más nervios, entonces sí me siento como ansiosa, pero a la vez quiero que sea ya, porque quiero lograr la clasificación”, explicó Lee Lindo a La Nación.
La joven que hoy mira de cerca las justas olímpicas, le tuvo que insistir a su madre, Marianella, para que le permitiera probar en el taekwondo; cerca de su casa había una academia en donde miraba a los niños uniformados. Desde tiempo atrás practicaba la gimnasia, sin sentirse del todo realizada.
Fue su abuela Hilda, quien la crió de niña, la que convenció a su madre de llevarla a la academia de taekwondo y permitirle probar, hace ya nueve años.
El camino ha sido largo. Detrás de la medalla de bronce se esconden sacrificios que pocos se imaginan. Como cuando tomó la decisión de dejar el colegio, hace un año, para matricular en un instituto con horarios más flexibles.
Así lo exige su deporte. Hasta hace poco tiempo, entrenaba tres veces por día y asistía dos veces a la semana a clases, ante la exigencia de acumular muchas horas de entrenamiento y trabajar la técnica.
Reconoce que cuando tiene libre, lo único que quiere es descansar. No tiene mucha vida social, pues enfoca todas sus energías en el taekwondo.
Apenas llega a los 16 años y así lo refleja su mirada de niña. Es alta (1,78 m), educada, algo tímida pero sonriente.
Es la primera de su familia en incursionar en un arte marcial y podría convertirse en la primera mujer taekwondista en clasificar a unos Olímpicos.
Oriunda de Desamparados, la joven vive con su madre, mesera en un restaurante. Se levanta todos los días para entrenar, almuerza en la Federación Costarricense de Taekwondo, luego continua las prácticas y en la noche descansa.
Cree que sus éxitos recientes se deben a la perseverancia. Suma cerca de seis peleas internacionales, pero en una ocasión acumuló una mala racha; en lugar de rendirse optó por aumentar las horas de entrenamiento.
La agilidad y el control de su ‘pierna delantera’ son sus fortalezas, que le han permitido progresar y llegar hasta la cinta roja. Pronto empezará el proceso para la cinta negra, ilusionada con la idea de seguir creciendo y de clasificar a Tokio 2020.
“Sé que hay mucha diferencia entre la rutina mía y de mis amigos, porque ellos van al colegio y salen los fines de semana cuando estoy entrenando. Pero ya me acostumbré y eso fue lo que decidí hacer, es lo que me gusta”, concluyó.