Adriana Masís sabía que era la última corredora en finalizar la edición 39 de la clásica Candelaria, por eso nunca imaginó recibir tanto apoyo al cruzar la meta.
Esta brumosa, con ceguera total desde los siete años, provocó ovaciones en Paraíso de Cartago, donde concluyó la prueba de 10 kilómetros.
Pero los aplausos y admiración no solo se quedaron ahí, también se trasladaron a redes sociales.
El medio de comunicación Antena Seis posteó un video en el que se observa a Masís, de 46 años, dar sus últimos pasos hasta la línea de llegada.
Doña Adriana Masis Ocampo vecina de Oreamuno de Cartago hace el cierre en Clásica Candelaria 2020.
Posted by Antena Seis on Sunday, February 16, 2020
En todo momento la acompañó su perro guía, Alex, pero también su mamá, María Ocampo. Sin embargo, ambas sufrieron una caída a menos de 3 kilómetros para el final. Adriana siguió y su mamá llegó más tarde a meta, tras ser atendida.
Masís asegura haberse sentido muy motivada por el apoyo en la carretera, pues recibió palabras de aliento durante todo el recorrido.
Además de motivarse así misma, logró hacerlo con otros. Eso quedó evidente en los comentarios hechos por la gente en el video.
Por ejemplo, un usuario identificado como Jorge Castro escribió: “Sin palabras, las limitaciones están en la mente. Mis respetos y admiración”.
A algunos incluso el sentimiento les hizo derramar algunas lágrimas, como mencionó Ana Lu Arroyo.
“Me sacó las lágrimas, mi admiración sincera, ella es de esas personas que sin proponérselo motivan a otras”.
Por eso le preguntamos a Adriana qué sensación le deja haber provocado esto.
"Primero le agradezco a la gente, en segundo lugar tal vez es una motivación a todas las personas para que sepan que a pesar de limitaciones o discapacidades hay un momento en que debemos de poner de nuestra parte para motivarnos y seguir adelante", comentó Masís este lunes.
Ella se aventuró en su segunda experiencia en el asfalto sin conocer la ruta. Su entrenamientos los hizo en lugares cerrados o plazas, para no arriesgarse a los peligros de salir a la calle pública.
“Terminada la carrera le dije a mi mamá que no sabía por dónde iba y se me hacía lejísimos, porque no lo veo (el camino), pero el hecho de escuchar a la gente que corría y que me motivaban, eso me hacía inyectarme más”.
Su fuente de inspiración para probarse en este deporte viene de su papá, Juan, de 90 años, quien hace menos de dos corrió su última competencia, en la carrera de Bomberos.
"Tengo padres ejemplares, me han enseñado que no me debo rendir y debo seguir adelante pese a mi discapacidad visual", agregó.
El sábado, previo a la carrera, le pidió a Dios que el sol no fuera intenso, pensando en el bienestar de las patas de su perro.
Entre risas dice que Dios se lo tomó a pecho, pues en la Vieja Metrópoli llovió sin parar en la madrugada y prácticamente toda la mañana.