Andrey Amador confiesa que cuando era un niño se sentaba frente al televisor y no le perdía la pista al Giro de Italia.
En aquel momento no imaginaba que algún día él estaría ahí, mucho menos pensaba en consagrarse como el mejor ciclista de todos los tiempos de Costa Rica y Centroamérica.
“Antes me motivaba ver las carreras por televisión y este sábado comienzo a correr por sétima ocasión una vuelta grande”, expresó Andrey Amador.
De repente, él se percató de que ahora es uno de los hombres de experiencia de su club.
“Ya no soy de los jóvenes, ya soy de los viejos más bien y es bonito, saber que no han pasado uno, dos, o tres años... Este es mi sétimo año como profesional. He podido disfrutar en tres Giros de Italia, dos Tour de Francia, una Vuelta a España y la verdad que esto jamás me lo iba a imaginar cuando empecé”.
A la vez, eso lo compromete más, porque sabe que en esos pedalazos que a veces lo dejan vacío y que hasta lo han hecho llorar de dolor, como en el Tour de Francia de 2011, también corre la ilusión de un país que lo apoya de forma incondicional.
“En vueltas grandes siempre he estado constante, en mi nivel y en este equipo siempre he hecho lo que me han pedido. Se puede hacer mejor, está claro y vamos a intentar hacer algo importante esta vez”, dijo Andrey, quien desde hoy correrá con el dorsal 112.
Todas las vueltas grandes que ha corrido fueron especiales para Amador, pero el Giro lo marcó porque en el 2010 fue su bautizo en carreras de 21 etapas.
Dos años después obtuvo su mejor resultado individual, al finalizar en el puesto 29 de la tabla acumulada y sentir la satisfacción de ganar una etapa, el 19 de mayo de 2012, cuando completó los 206 kilómetros entre Cherasco y Cervinia en 5:33:36 horas.
Y la edición pasada fue inolvidable, porque Amador se puso el overol para que Nairo Quintana se quedara con el trofeo Senza Fine (Sin Fin) de campeón.