La ciudad de Glendale, sede del Super Bowl, pagó caro por invertir en el deporte
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Glendale, EE. UU. AP Todo Estados Unidos estará pendiente de Glendale el domingo, ciudad que albergará el Super Bowl entre los Patriots de Nueva Inglaterra y los Seahawks de Seattle y a decenas de miles de aficionados que pagan fortunas por ver la gran final del fútbol americano.
Lo que tal vez no vean en medio del revuelo es la dura realidad de la ciudad, que padece de grandes problemas financieros por sus fallidos esfuerzos por convertirse en un referente deportivo.
Glendale apostó fuerte al deporte hace 15 años e invirtió millones de dólares en un estadio de hockey sobre hielo para los Arizona Coyotes y en el estadio de la Universidad de Phoenix, sede de los Cardinals de la NFL.
También construyó instalaciones para que los clubes de béisbol Medias Blancas de Chicago y los Dodgers de Los Ángeles se entrenen durante la pretemporada de primavera. Pero la economía se desmoronó, el equipo de hockey quebró y ha cambiado de dueño varias veces en los últimos años.
La situación económica de la urbe mejoró, aunque a costa de subir los impuestos, reducir en un 25% la fuerza laboral municipal, cancelar proyectos de pavimentación y reducir las horas en que funcionan las piscinas y las bibliotecas públicas. El impuesto a las ventas del 9,2% es de los más altos del país.
Para quienes postulan medidas fiscales conservadoras, Glendale es un ejemplo de los riesgos que corre una ciudad pequeña que invierte dinero en proyectos deportivos.
Jerry Weiers, alcalde de Glendale, opina que la municipalidad está pagando un precio muy caro por el Super Bowl y afirmó que perderá “un par de millones de dólares”.
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