¿Cuánto trabajo lleva llegar a ser el mejor del mundo?
Algunos se destacan más que otros, pero el sacrificio es igual para todos, el ser campeón mundial o tener récords por mucho tiempo requiere de muchísimo sacrifico, dedicación y entrega desde pequeña edad, tienes que entregarte por entero a la práctica del deporte. Los grandes resultados y medallas se logran en los entrenamientos, el que llegue mejor preparado es el que va a ganar; hay que alejarse del entorno, del pueblo y la familia, y eso es muy fuerte para cualquiera. Muchos pueden llegar, pero se debe ser constante y con disciplina a diario, y siempre con mente bien positiva. Así cumplí muchísimos de mis sueños, no creo que todos.
En sus inicios le temía a las pruebas de altura, a usted le gustaba la velocidad, ¿por qué?
Sí le temía a las alturas, pero gracias al sistema de enseñanza de atletismo en nuestro país tuve que hacer altura por obligación, nosotros desde los 11 años hacemos deporte combinado y al final uno se especializa. La primera vez que lo hice fue por clasificarme a una competencia provincial, yo representando al Limonar, yo me dije: si quiero ir, tengo que saltar. Yo me quería salir de la escuela de deporte porque no quería saltar, yo lo que quería era correr, pero me tuve que convencer.
¿Siente amenaza por su récord o está tranquilo?
Tranquilo estuve varios años, pero en la actualidad no, hay dos saltadores –Bohdan Bondarenko (Ucrania) y Mutaz Essa Barshim (Qatar)–, que llevan dos temporadas haciéndolo muy bien, saltando hasta 2,42 metros, ellos se han acercado a mi récord de 2,45, no te puedo decir que estoy tranquilo.
¿Por qué luego de tanto tiempo no se ha roto su récord?
Agradezco mucho el que en la etapa de saltador había mucho rival que saltaba 2,40 y 2,42, y como quise ser el mejor tenía que hacerlo mejor. Si me hubiera tocado la etapa en que el salto estaba bien bajo, en la que se ganaba un Mundial con 2,31 metros, no habría tenido el récord del mundo; para suerte del salto en el actualidad hay dos que están a un nivel parecido de lo que teníamos a finales de los años 80.
Además de la medalla de oro en la olimpiadas de Barcelona ‘92 y la de plata en Atlanta ‘96, usted tiene el récord a cielo abierto con 2,45 y bajo techo con 2.43, ¿en qué inciden esos dos de diferencia?
La diferencia de esos dos centímetros están en las oportunidades, la temporada de invierno para nosotros los latinos es más corta, y ahí son las pruebas de pista cubierta bajo techo. Bajo techo hacía como seis pruebas, mientras que en verano (a cielo abierto), tenemos como 10, 15 o 20 competencias.
¿Cómo manejaba los nervios o ansiedad de la competencia?
Siempre va a haber presión, y sobretodo para el mejor.