En el último año y medio María José Vargas tuvo que lidiar con la impotencia de no poder competir con su equipo en el pelotón profesional europeo por la pandemia, pero se reencontró con la mayoría de ciclistas que anteriormente se había topado en carreras del World Tour nada más ni nada menos que en los Juegos Olímpicos.
La pedalista de Miramar es la segunda costarricense en tomar la partida en una prueba de fondo en carretera de una Olimpiada, pues hace cinco años le tocó a la orotinense Milagro Mena.
Pero son casos distintos, porque Mena fue llamada a última hora para que compitiera y bajándose del avión le tocó afrontar una prueba que no logró concluir.
Esta vez, Costa Rica consolidó la clasificación desde hace tiempo gracias a los puntos en el ranquin.
Vargas se preparó a consciencia para esos 137 kilómetros en Tokio y sabe la responsabilidad que tiene, porque en sus pedalazos va implícito el esfuerzo de las otras ciclistas que también ayudaron para que el país ganara la plaza.
“Me da mucho sentimiento, he visto a grandes ciclistas tratar de clasificar a unos Juegos Olímpicos y a veces llegar ahí no se da, pero no significa que quienes lo intentaron no hayan sido tan buenos. Conozco un caso y me da mucho sentimiento porque ha tenido las condiciones, pero clasificar a nivel de Latinoamérica es muy difícil si no se tiene un apoyo, más que todo para las mujeres”, expresó la rutera.
Apuntó que el ciclismo es tan complejo que no basta con estar en el pelotón profesional, porque puntuar se complicado debido a tanto nivel.
“Clasificar es bastante difícil, pero tampoco hay que desmeritar el esfuerzo de las que lo han intentado. Me da mucho sentimiento pensar por ese lado. Con futuras generaciones hay que tener mucha paciencia y esperemos todavía estar en París 2024. La diferencia de clasificar o la mentalidad es eso, pensar en grande y tener mucha perseverancia”.
Aparte de verse en Tokio, con el uniforme de la Selección Nacional y cumpliendo uno de sus sueños, Vargas está estrenando una bicicleta BMC.
“La bici anda sola casi (ríe…). Es muy cómoda, optamos por una talla más pequeña que la que andaba, fue un cambio que yo decidí hacer y fue para bien y me ha beneficiado muchísimo, porque voy mucho más cómoda”.
A las 10 p. m. (hora nacional) se dio la salida neutralizada en Musashinonomori para llegar al kilómetro cero, donde empieza a correr el reloj.