El más grande Andrey Amador no contaba con el más débil Nairo Quintana

El costarricense se lució con el trabajo de desgaste al frente del pelotón, pero el colombiano llegó en un mal día, que lo deja sin opciones de ganar el Tour

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Puso el paso, jaló al pelotón, pedaleó sin descanso en la montaña, sacó del grupo a protagonistas, desgastó a los rivales y se desgastó así mismo, sin sospechar que el gran damnificado sería aquel para el que trabajaba, un Nairo Quintana sin fuerzas, no para atacar, sino para mantenerse siquiera entre los favoritos.

La subida al Tourmalet (19 kilómetros al 7.4%) dejó al colombiano a 7 minutos con 19 segundos de la camisa amarilla, una desventaja imposible de recortar, con 13 hombres por delante en la clasificación. Sin duda no es la mejor despedida de quien se dice dejará el Movistar para irse al Arkéa-Samsic, donde sería presentado en el 1 de agosto.

Si antes de la etapa Amador hablaba de “los tres líderes del equipo”, en alusión a Nairo Quintana, Mikel Landa y Alejandro Valverde, la cumbre se encargó de dejarlos sin un capo capaz de pelear por el título.

Aunque Valverde y Landa lograron escalar en el grupo de punteros, los 5:27 y 6:14 que los separa de Julian Alaphillipe los sentencia a buscar protagonismo de etapas y, a duras penas, la clasificación por equipos.

El Tour, de escasos ataques, no muestra protagonistas capaces de marcar grandes diferencias. Dicen los entendidos que el pedaleo al tope de las fuerzas durante largos tramos de carerra los está dejando vacíos de energía para las arremetidas esperadas, reclamadas, casi exigidas por la afición en redes sociales.

De ejemplo, la etapa de este sábado: un terreno que rompe cualquier grupo, testigo de llegadas en solitario o épicos duelos como los Amrstrong-Contador, apto para demostrar supremacía, probar a los rivales y entregar la gloria al más fuerte, presenció esta vez la llegada de seis pedalistas separados tan solo por 14 segundos.

Más allá de la arremetida de Thibaut Pinot en los últimos 500 metros, solo Alaphillipe parece estar más fuerte de lo esperado. Cuando muchos esperan un “¡no más!” del francés en la alta montaña, el de amarillo acelera en los metros finales, esconde los efectos secundarios de su gran ‘crono’ en la víspera y corona en el segundo puesto, tan solo superado en seis segundos por su compatriota.

Lejos de ceder ante el sublíder y favorito Geraint Thomas, aumentó la diferencia en 42 segundos y puso al dominador del Tour (el Team Ineos, otrora Sky) a replantear lo que resta de competencia. La factura en la general aumentó a 2:02.

No hay equipo, sin embargo, que deba cambiar más los planes que el Movistar. La escuadra teléfonica pasó de convertirse en amenaza, con Amador agitando el pelotón, al gran perdedor del día en la disputa del primer lugar. Cuando el comentarista de ESPN Óscar Restrepo lanzó al tico como uno de sus candidatos al pedalista más combativo del día, nadie imaginaba que aquel derroche de energía no sería correspondido por los ataques de sus líderes y, muchos menos, por el rezago de Nairo, quien arribaría a meta a 3:24 del ganador.

Nadie fue indiferente al trabajo del tico, como evidencia la crónica del diario El País de España, testimonio de su labor "en el Soulor, un bulldozer que arrasa, lejos aún del Tourmalet, donde Amador dictó el paso a sus líderes y a los líderes de todos los equipos. “Detrás de ellos se oyen murmullos de queja, gemidos, y el sudor empapa el asfalto que se derrite. Bardet es el primero que dice adiós, reduce su velocidad y se despide de todo; poco después es Adam Yates el que cede, y los equipos rivales se quedan sin gente, y curiosamente hasta el Ineos inexistente se convierte en uno más”.

Luego de darlo todo, en un esfuerzo que explicaba el ahorro de energía en la víspera y el último lugar en la contrarreloj, Andrey Amador se hizo a un lado en mitad del último ascenso, después de 9 kilómetros de pura escalada y a falta de 10 para la meta.

El resto de energía, si acaso le quedaba algo, le alcanzaría para llegar a meta 20 minutos después del ganador. Esperaba hacerlo con la satisfacción de la misión cumplida, de quien dejó la mesa servida para los líderes de su equipo. El mejor Amador, sin embargo, no contaba con el más débil Nairo.