Aún comprobándose los cuatro casos de resultados analíticos adversos como positivos, la Vuelta a Costa Rica del año pasado todavía no alcanzaría el número de dopados de la edición de 2003.
Esa Vuelta se mantiene en la memoria del giro costarricense como la más nefasta en el tema de dopaje, pues fueron cinco los ciclistas que resultaron sancionados luego de la competencia.
Marconi Durán, Pablo Araya, Carlos Salazar y José Miguel Arce (todos de Jaisa) fueron junto al colombiano Leonel Jiménez (Video Visión) los corredores a los que se les encontró sustancias anómalas en las muestras.
Los tres primeros junto al cafetero dieron positivo por un estimulante llamado fentermina y recibieron un castigo de tres meses, mientras que Arce reportó esteroides y quedó fuera un año.
Durán, Araya y Salazar obtuvieron una sanción menos severa pues el entonces técnico de Jaisa, Alexánder Sandoval, afirmó que él fue el responsable de suministrarles la sustancia.
Por esa confesión Sandoval recibió cuatro años de sanción.
Estadística. Desde 1987, cuando se empezaron a hacer controles antidopaje más estrictos en la Vuelta a Costa Rica, 33 corredores han dado positivos en los mismos.
A partir de entonces, 15 ediciones fueron manchadas por la huella del dopaje, incluida la última del 2011 con los casos de Eddier Godínez y Josué González.
En todas esas, sin embargo, nunca habían sido cuatro los ciclistas involucrados, una posibilidad a la que ahora se enfrenta la historia del giro luego de las notificaciones de resultados adversos que arrojó la pasada competencia.
Todos los corredores notificados solicitaron la apertura de la prueba B o contramuestra para tratar de probar su inocencia, pero no será hasta inicios del próximo mes de mayo cuando la UCI comunique los resultados.
Los tres ruteros del BCR-Pizza Hut se enfrentan a una sanción de dos años, mientras que Steven Villalobos a una de por vida.