Tras la Vuelta a Costa Rica 2017, la Unión Ciclista Internacional sancionó por dopaje a los ocho ciclistas del equipo Frijoles Tierniticos, encabezado por el pedalista Juan Carlos Rojas.
Rojas fue quien recibió el mayor castigo, con ocho años fuera, debido a "presencia, administración y complicidad”, según el documento oficial de la UCI.
Hace tres meses, Jose Irias, miembro de ese equipo, completó su sanción de un año y nueve meses. Él logró reducir su pena al colaborar con la investigación. Hoy se siente en paz y tranquilo de haber contado su verdad, la cual repasa en esta entrevista.
En octubre terminó su sanción. ¿Fue un momento significativo?
Sí, la verdad fue una noticia que esperaba hace tiempo por el proceso que llevé, estuve hablando con la UCI, la WADA (Agencia Mundial Antidopaje). Me empezaron a dar buenas noticias, hasta el punto que pude probar mi inocencia sobre el caso de dopaje. El castigo que me dieron, de un año y 9 meses, fue justo, porque tuve inocencia, aunque también cierta culpa, pero no era mi intención, porque siempre me manejaba bajo un protocolo y una guía que tenía que seguir. Fue muy importante para mi familia, mis amistades y personas que siempre estuvieron apoyando.
Me encantaría volver a correr, pero el ciclismo hoy por hoy está muy bajo, no es la mejor idea ahorita, estoy trabajando con mantenimiento de vías férreas y estoy bien ahí. Tal vez vuelva a hacer ciclismo más adelante, pero a lo propio.
¿A qué se refiere cuando dice ‘soy inocente pero tenía cierta culpa’?
Me refiero a la culpa que tengo por.... omisión, podría ser, y porque pude haber puesto un alto y no hacerlo, pero a la misma vez no podía porque no tenía otras salidas. Entonces, el castigo lo siento merecido, porque la UCI no puede decir que aunque no tuve la culpa, estoy libre de pecado. Ellos fueron acorde y justos con lo que presenté, el castigo fue ideal, lo acepté y fue lo correcto.
¿Contar lo que sabía hizo que el castigo fuera menor?
Cuando recibí la notificación estuve callado por un tiempo por órdenes. No tenía permiso (del equipo) de hablar con nadie, ni periodistas. Uno está en estado de shock y se deja controlar por esa parte. Al tiempo pude abrir mis ojos y ver que no estaba haciendo lo correcto e iba a recibir un castigo que no era mío y fue cuando decidí hablar con la UCI y la WADA y poder demostrar mi verdad bajo pruebas que tenía.
Pese a saber que podían encontrarle sustancias dopantes, ¿nunca lo esperó?
Ese día salí a hacer gimnasio, llegué a mi casa, almorcé, revisé el correo y ahí estaba la notificación. Me quedé como asustado y dije, ‘sí, está pasando esto’. Lo que pasa es que muchos años se manejó el sistema de dopaje dentro del equipo y nunca hubo una alerta o incidente como el que pasó, siempre le decían a uno, usted esté tranquilo, nada va a pasar, porque todo se hizo como debía hacerse, nada se va a descubrir. Uno estaba tranquilo, pero cuando se da el momento, uno se asusta y empecé a ver en redes sociales los insultos y el desprecio de la gente.
¿En algún momento pensó que no debería estar haciendo eso, antes de que se diera a conocer el caso?
Siempre me mantuve bajo el círculo de no hacer esas cosas. A principio de año no optaba por hacer ese tipo de dopaje y me sentía muy liberado, inclusive fui seleccionado y en esos momentos me decían, ‘Irias te hacemos un control de dopaje’ y estaba tan tranquilo que lo podía hacer inmediatamente. Pero cuando venían las carreras importantes... cuando llegaba la Vuelta, era el martirio mío, ya viene lo que no me gusta, pero si no lo hago de este modo, en enero me quedo sin equipo.
¿Podía decir que no se quería dopar, pero habían consecuencias?
Podía decir que no, pero tenía que rendir. Tenía que ser un corredor fuerte para ellos, y si no era el corredor fuerte para ellos, había otras personas atrás que estaban deseando el campo de uno. Le ponían a uno en la mesa las opciones, aquí están las cosas, si querés no lo hacés, no te estamos obligando, pero si no me rendís con un nivel que quiero, te vas a quedar sin equipo a los meses, porque hay personas que quieren estar aquí. Ese era siempre mi martirio, mi pensar. El nivel de la Vuelta no se podía combatir con esa parte de ser correcto, correr con condiciones naturales. Las personas también hacen sus cosas, tienen su tratamiento por aparte y es donde usted combate con otras personas que hacen lo incorrecto.
¿Es normal entonces el dopaje en el ciclismo de Costa Rica?
Con el tiempo me empecé a dar cuenta que se hace más abierto el dopaje a nivel de ciclismo, porque en el pelotón se decía, ‘mire aquel anda con algo metido, mira el otro anda violento, el otro alterado’. Ya uno empezó a ver que la gente actuaba de manera extraña. Comenzó a abrirse mucho, era difícil combatir con toda esa gente.
¿Cómo era el momento en que le daban las sustancias?
En el equipo había una persona que te decía aquí está la medicina, si querés no lo hacés, pero necesito que andés duro. Esa persona que le decía a uno prácticamente era la que mandaba el equipo, entonces uno no podía negarse, estaba hablando con el mero, mero. Era, o tomo consecuencias de no hacerlo y me quedo sin equipo, o hago lo que ellos dicen, que le dicen a uno que no va a pasar nada, que todo va a salir bien, etc. Entonces hagámoslo, confié en ellos y al final pasa lo que pasa.
¿Cómo fueron las primeras ocasiones en que se dopaban?
Cuando recibí la primer parte de dopaje, fue muy inocente para mí, porque no conocía nada. Para una carrera me llamaron al baño y me dijeron venga, ponga el brazo, voy a ponerle vitaminas. No conocía nada de eso, entonces no creo que pase nada y era una carrera normal, no era importante. Me hacen eso, corro y sentí una diferencia, no profundizo en qué me pusieron, como a los 22 días volvemos a otra carrera y me vuelven a poner lo mismo, pero como duplicado, veo el mismo frasco, es un frasco transparente, no tiene nombre, no puedo determinar qué es o investigar. Vuelvo a correr y todo bien, y a los dos meses, de tantas travesías que me hicieron, me dicen qué es y qué estaba pasando en mí. Es cuando me doy cuenta y puedo ver que no era correcto, no era medicamento de vitaminas y más bien era prohibido ante la UCI.
¿Su esposa fue la primera en enterarse?
Sí, la llamé y le dije. Me notificaron de la UCI, ella se puso a llorar, se asustó, pero me dijo que ahora había que hacerle frente y esperar. Fue ella con quien tuve el primer apoyo. Después me llamó el equipo y me explicó, me dijeron no se comunique con nadie, esto lo vamos a arreglar nosotros, usted tranquilo. Pasó el tiempo y más bien se iba viendo que me iba a hundir, entonces fue cuando dije, no voy a hundirme en esto porque no tengo por qué. Ahí empecé a colaborar con la UCI, ellos me dijeron ‘nos ayuda a determinar cómo pasó todo, cómo llegó la sustancia, quién la aplicó, etc, y de acuerdo a su declaración, un juez lo analiza y podemos darte sanción’. Obviamente por estar colaborando, vas a tener una reducción.
¿Cómo fueron los días posteriores a que se destapara el caso?
Yo recibí la noticia y a los 15 días el equipo me quitó mi salario, me quitó mi bicicleta, mis uniformes, casco, todo. Me quedé sin nada. Me quedé atado de manos, tengo mi familia y teníamos que comer. Fue cuando me fui y me inscribí a una plataforma de servicio de transporte e inmediatamente empecé a trabajar con eso, con la esperanza de esperar el salario del ciclismo y llegó la fecha, pero no tenía nada. Pero gracias a Dios pude adelantar a ese aspecto y estuve trabajando en eso. Me di cuenta que quedé solo, abandonado por todos. Tuve que esforzarme más.
¿Habla con algunos de sus compañeros del equipo?
De los ocho que éramos, si acaso con tres, tenemos esa amistad que generamos dentro del equipo. Pero con los demás no, cero vínculo, nada. Cuando pasó eso, siento que a mí me dieron la espalda, me dejaron solo, también ahí uno ve que no eran amigos realmente. Con los que estoy ahorita, sí, estuvieron en ese momento y todavía en la actualidad.
Quitando el dopaje, ¿ese equipo era capaz de competir?
Si quitamos eso, pues sí, algo que se decía en el equipo era que el corredor por naturaleza tiene casta de ser bueno. Parte de los compañeros que conocí, les veía que eran buenos, por mucha disciplina, constancia, por ganas de querer ganar. El equipo se podía defender antes otros equipos que estuvieran bajo las mismas condiciones.
¿Pensó en algún momento en las consecuencias para la salud?
Sí, con el tiempo y cuando uno se profundiza y empieza a investigar, con las aclaraciones que hace la UCI de lo que uno estaba haciendo, le dicen a uno que era muy peligroso. Por mi mente sabía que podía pasar algo, pero gracias a Dios nunca se dio, pero sí era peligroso, tanto para corazón, cerebro... pero ahora vuelvo y me dice aquí está esto, no lo voy a hacer, porque ya sé las consecuencias. Le puede pasar lo peor a uno, un daño más profundo. El haber demostrado mi inocencia me da paz y tranquilidad de andar en calle y decir pasó esto y esto.
Si el día de mañana vuelvo y me dice lo hace o se queda sin equipo, renunciaría. Ahí podría decir, me voy para otro lado.