Puntarenas No cabe duda que la Clásica Sol y Arena ya es una tradición entre los ticos y hasta fiebres del atletismo extranjeros, que vienen al país a correrla.
La carrera representa una parada casi obligatoria en sus hojas de vida, sin importar si se trata de un atleta profesional o de algún fiebre amateur .
Es por eso que cada quien la vive a su manera.
Por ejemplo a Carlos Rodríguez, vecino de Tibás, no le importó haberse quedado sin inscripción. Así llegó a correr.
Él y dos amigos más, llegaron hasta Puntarenas para correr la famosa competencia y formaron parte de al menos unos 500 corredores que la hicieron sin su debida matrícula.
“Es una carrera que hay que hacer alguna vez en la vida. No es lo mismo correr esos 10 kilómetros cualquier otro día, con la playa vacía, que hacerlo con una multitud de personas”, expresó Rodríguez, quien practica el atletismo por recreación y salud.
Y es que, también es tradicional observar a familias enteras a la vera del camino, apoyando a sus parientes y conocidos, tal como sucedió ayer en la costa porteña.
Precisamente se dio toda una odisea en el Puerto, tanto para llegar como para salir de allí.
Sus calles colapsaron y ni la policía de tránsito pudo evitar las largas filas de carros, de hasta seis kilómetros de longitud.