Empieza la cuenta regresiva para una fiesta deportiva que si bien es cierto será en 2021, conserva su nombre original como Juegos Olímpicos Tokio 2020.
Como paso inicial, se mostró al mundo la Villa Olímpica, a la que habrá acceso más restringido que en ediciones anteriores por la pandemia.
Durante los Juegos Olímpicos, esa será la casa de Brisa Hennessy, Leilani McGonagle, Luciana Alvarado, Kenneth Tencio, Andrea Vargas, Noelia Vargas, María José Vargas, Andrey Amador, Beatriz Padrón, Arnoldo Herrera e Ignacio Sancho.
Y durante los Paralímpicos será el cuartel de Henry Raabe, Sherman Guity, Melissa Calvo, Andrés Molina y Ernesto Fonseca.
Si bien es cierto, la intención es que las justas transcurran sin mayores problemas, la organización está lista tanto para prevenir la covid-19, como para actuar en caso de que se presente un positivo, o que haya sospechas de un posible contagio.
Ante la amenaza latente de la covid-19, los atletas se encontrarán ahí una ‘clínica de la fiebre’, especializada en la detección del virus. Además, cada persona que tenga acceso recibirá un kit antivirus.
Los organizadores enfilan la recta final de los preparativos antes de la ceremonia de apertura el 23 de julio y tratan de instaurar la confianza en cuanto a la seguridad de los Juegos, no solo en los deportistas, sino también en una población japonesa desconfiada.
Será el 13 de julio cuando la Villa Olímpica abra sus puertas a las delegaciones.
También hay reglas estrictas, porque se prohibió el consumo de alcohol en grupo dentro de la instalación y se suprimió la zona mixta para los invitados.
Podría catalogarse como parte de la decoración en la nueva normalidad, pero en realidad son carteles de advertencia que invitan a los residentes a tomar medidas, sobre todo en materia de ventilación, porque ese sitio albergará a 18.000 atletas y miembros de los equipos para los Juegos Olímpicos y 8.000 para los Paralímpicos.
La ‘clínica de la fiebre’, separada de la principal instalación médica, se utilizará para hacer test y aislar a los sospechosos de estar infectados por la covid-19, o quienes estén considerados como casos de contacto de personas positivas.
“Si hay sospecha de infección (...), estaremos en condiciones de aislar correctamente a esta persona”, declaró Takashi Kitajima, director general de la Villa Olímpica.
“Es un ejemplo más de la manera en la que vamos a gestionar rigurosamente las cuestiones relacionadas con eventuales infecciones por covid”.
‘Beban solos’. Entre otras medidas anunciadas, se han reducido las plazas de asientos, la instalación de pantallas de metacrilato entre los aparatos en el gimnasio y la distribución de un kit anticovid que incluye gel hidroalcohólico y jabón medicinal para las manos.
Construida en un terreno adyacente a la Bahía de Tokio, la Villa Olímpica está vacía, salvo los trabajadores, desde que los Juegos se aplazaron un año por la pandemia.
Cuando se abra, se convertirá en un espacio particularmente importante para los deportistas, que tendrán prohibido abandonarla salvo para ir a las instalaciones olímpicas, ya sea para entrenarse o para competir.
La Villa Olímpica incluye, además de las viviendas y los comedores, salas de entrenamiento, un largo paseo que bordea la bahía y un parque con árboles de unos 7.000 metros cuadrados.
En virtud de las reglas antivirus muy estrictas, cuyo incumplimiento será sancionado, los deportistas estarán sometidos a test diarios y deberán portar mascarillas, excepto cuando compitan, durante las comidas y en horas de descanso.
Se prohibirán las fiestas, advirtieron los responsables de Tokio-2020. “Cuando consuman alcohol, en principio, se rogará que beban solos”, declaró Kitajima.
Las habitaciones. Los deportistas no podrán entrar en la Villa Olímpica hasta poco antes de la celebración de sus pruebas y deberán abandonarla como muy tarde 48 horas después de su eliminación, o del final de su competición.
Y las condiciones están lejos de ser un lujo, con habitaciones individuales de 9 metros cuadrados y dobles de 12 metros cuadrados.
Según los responsables olímpicos, la mayoría de personas que se alojarán en la villa estarán vacunados, lo que debería reducir los riesgos, pero los participantes están amenazados con la expulsión si infringen las reglas sanitarias.
Señal de los desafíos que se avecinan, un miembro de la delegación olímpica ugandesa que llegó este sábado a Japón, dio positivo por covid-19 e inmediatamente quedó aislado, pese a que había sido vacunado y dio negativo antes del viaje.
Hecho sin precedentes en la historia olímpica, los espectadores extranjeros no podrán asistir a los Juegos.
Los organizadores tratan de vencer la oposición del público japonés, después de que varios sondeos revelaran que la mayoría de los habitantes del país preferirían un nuevo aplazamiento o simplemente su cancelación.
Estas últimas semanas, algunas encuestas parecen mostrar que este sentimiento estaría cambiando a medida que se aproxima la cita.
Después de los Juegos, la Villa Olímpica será transformada en miles de apartamentos de lujo.
Unos 900, algunos de los cuales cuestan 170 millones de yenes (1,55 millones de dólares), ya fueron vendidos antes del aplazamiento de un año de la cita, inicialmente prevista en 2020.
En la entrada se encuentra un gran complejo construido en madera y de estilo japonés tradicional, que servirá como espacio de convivencia y de servicios para los deportistas, llamado el Village Plaza.
Los atletas encontrarán allí todos los servicios necesarios para su vida diaria: una cafetería, un banco, una oficina postal, un pequeño supermercado, un centro médico, una peluquería, una lavandería e incluso un zapatero. También tendrán la posibilidad de comprar flores y hacerse fotografías.