En su casa de habitación, en San Rafael de Alajuela, la atleta paralímpica Melissa Calvo Hernández no pierde el tiempo, en su afán de mantener su condición física y estar lista para competir una vez que termine la pandemia por el coronavirus covid-19, que mantiene en vilo al mundo.
Con unos ladrillos, unas varillas de construcción y tubos de metal, realiza parte de su rutina a falta de un gimnasio y en la calle se ejercita con piques y ejercicios de reacción.
Acostumbrada a los retos desde muy niña, cuando perdió la vista del ojo derecho, al no ser tratada a tiempo por una catarata y además sufrir de un glaucoma, la joven estudiante de Matemática no claudica en su preparación para estar lista para volver a las pistas y cumplir con su sueño de competir en los Juegos Olímpicos de Tokio, los cuales se trasladaron para julio del 2021.
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Después de competir durante casi un año en la modalidad paralímpica, donde participó en el Grand Prix de Brasil y en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019, en Perú, Melissa está dispuesta a vencer cualquier obstáculo, sin desobedecer el llamado del Ministerio de Salud de quedarse en casa.
Es así como la velocista, especialista en los 100, 200 y 400 metros lisos, se las ingenia en el patio de su casa, donde vive con sus padres, para no dejar de realizar sus prácticas.
“He estado entrenando la velocidad en la calle, frente a mi casa. Los trabajos de fortalecimiento o cosas por el estilo los hago en el patio con objetos que mi papá tiene. Por ejemplo, varillas de construcción para hacer la técnica de sentadilla, envión u otros trabajos que se harían con barras, pero esto es sin peso, así como ladrillos para saltarlos o alzarlos; cosas así por el estilo que improviso al no tener acceso a un gimnasio”, dijo Calvo.
Melissa viene saliendo de una lesión, por lo cual trabaja intensamente para estar lista cuando acabe la emergencia sanitaria y las competencias se normalicen, tanto a nivel nacional como internacional.
“Tenía un gran dolor en la pierna izquierda, se creía que era un desgarre porque me llegó a doler tanto que no podía ni caminar, pero luego me hicieron un ultrasonido y se vio todo normal. Por ello el doctor me hizo unas pruebas y concluyó que era el nervio ciático, por lo que me mandaron unos medicamentos para hacer que la inflamación disminuyera y gracias a eso y a los trabajos de la fisioterapeuta del Comité Olímpico Nacional, he ido mejorando”, añadió Calvo.
La deportista de 19 años indicó que durante diciembre y enero vivió en la sede del Comité Olímpico, en Coronado, con el fin de que le quedara más cerca la universidad y la pista de entrenamiento, pero a raíz del coronavirus tuvo que regresar a su hogar donde vive con sus madres, su dos hermanos y una sobrina.
“Como en la casa hicieron unos arreglos, mi papá, quien es soldador de profesión, compró materiales de construcción y con los que quedaron, aproveché para utilizarlos dentro de lo posible para entrenar. Mi padre aprendió de todo para sacarnos adelante, incluso ahora labora como chófer de camión. De él aprendí a sacarle provecho a todo lo que tenemos a mano”, enfatizó Calvo.
De fondista a velocista. Pese a su problema de visión, Melissa compitió en atletismo convencional en los Juegos Deportivos Nacionales del 2015 y 2016 en pruebas múltiples y en el 2017 en los 800 metros lisos y 2018 en relevos; no obstante, el entrenador Keith Stewart, el atleta paralímpico Henry Gómez y Andrés Carvajal, presidente de Paradeportes, la convencieron que continuara compitiendo en su categoría, pero en eventos de velocidad.
“Algunas asociaciones se habían acercado a motivarme a competir en los paradeportes, pero todo quedaba allí. Con Andrés Carvajal todo fue diferente, de parte de él hubo interés, me hicieron exámenes y debido a mi discapacidad me inscribieron en la categoría T13 (ceguera parcial)".
A Melissa le costó pasar de ser fondista y medio fondo a las pruebas de velocidad por recomendación del entrenador Keith Stewart, pero su debut como seleccionada nacional, en el Grand Prix de Brasil, no pudo ser mejor al ganar medalla de oro en los 200 metros lisos, plata en los 400 y bronce en el 100.
“Estaba un poco nerviosa, era la primera vez que me llamaron a una Selección Nacional y viajaba fuera del país. Allí logré la marca en los 100 metros para competir en los Parapanamericanos de Lima. Al principio me costó un poco por los cambios de ritmo, pero nos hemos ido adaptando bastante bien y mejorando las marcas, que es lo más importante”, recordó Calvo.
Debido a su problema visual, la atleta alajuelense no puede salir a correr por las noches, debido a que puede tropezarse y caerse por la oscuridad. Es por eso que usa un bastón. Ella misma tiene claro que al ser una enfermedad congénita, pierde paulatinamente las visión y por ello debe tomar diferentes medicamentos para retrasar su discapacidad.
"Muchas personas creen que por ser paraatleta es más fácil, pero no es así. Al igual que el resto de los atletas, yo me mato entrenando para lograr mis marcas y representar al país. Uno si no rinde y da resultados, no lo seleccionan. Mi ilusión es continuar entrenando duro y ayudar a otras personas a superarse y demostrar que sí se puede”, manifestó Calvo.