Alberto Contador se ganó el corazón del ciclismo costarricense con táctica que usó entre Lindora y Orotina

Cambió los ataques por los selfis y se dedicó a compartir con todos los fiebres que le dieron vida a la segunda edición de L'Étape Costa Rica by Le Tour de France

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Orotina. Alberto Contador había anunciado que necesitaba ver el libro de carrera de L'Étape Costa Rica by Le Tour de France para definir cómo afrontaría esos 120 kilómetros entre Lindora y Orotina.

El ciclismo de ataques constantes en el momento menos esperado que tanto lo caracterizaba quedó de lado, al menos para eventos de este tipo.

Contador sabía muy bien que al ser el embajador de esta cita que convocó a más de 1.000 fiebres sería absurdo que él se pusiera a disputar el triunfo.

El plan de prender la carrera desde el banderazo de salida estaba descartado por el monarca del Tour de Francia (2007 y 2009), Giro de Italia (2008 y 2015) y Vuelta a España (2008, 2012 y 2014), porque él sabe que se trataba de una actividad recreativa.

La tensión con la que convivió todos los años anteriores es algo de lo que ya él se liberó, aunque confiesa que el sabor de la victoria no lo cambia por nada.

También disfruta al máximo esta etapa libre de presiones.

Vestido con maillot (camisa de ciclismo), gafas, zapatillas y casco, Contador no titubea en acercarse a hablarle a los diferentes miembros del pelotón.

Partió con todos y el ritmo de salida era fuerte, tanto que muy rápido se le perdió de vista a los ciclistas del equipo Nestlé 7C CBZ Giant que iban en punta de carrera.

A Contador no le interesaba estar adelante, su plan era otro, usando una estrategia con la que se ganó el corazón del ciclismo costarricense.

En Quitirrisí, el español le hizo unas señas al conductor de una moto que lo acompañaba.

¿Pinchó?... ¿Se enfermó?... ¿Le dio una pájara?... Nada de eso.

"Acá estoy tomando un poco de aire que iban muy rápido, pero también estoy esperando a unos amigos que vienen atrás y de paso converso con todos ellos que tienen la amabilidad de venir a decirme algo", manifestó Contador a La Nación con una gran sonrisa.

Cuando los corredores que iban bajando por ese punto se percataron de que era él quien estaba en esa parada, frenaban en seco y se le acercaban.

Pasaron unos diez minutos ahí, conversó con todos y no faltaban los populares selfis.

Al acercarse esa comitiva en la que venía la colombiana Caro Ferrer y su amigo de mil batallas Paco Salvatierra, Contador giró la instrucción: "¡Vámonos!".

La humedad lo hizo sudar más que en las grandes vueltas, pero ahí iba a su ritmo, parando en todos los puestos de asistencia para hidratarse.

Pedaleaba en su bicicleta Trek y de repente aparecieron unos ciclistas jovencitos con un uniforme de Santa Ana.

"Es él, es él, es él", gritaban esos talentos que están llamados a ser el futuro de los pedales ticos.

La travesía no cambiaba de tónica.

Al notar que estaba siendo grabado por La Nación, de forma espontánea dijo: "Pura vida", esa frase tan característica de los ticos que se hace popular a nivel mundial.

Milagro Mena, la única costarricense que ha representado al país en el ciclismo de ruta de unos Juegos Olímpicos, se topó a Contador sobre la marcha, en la recta final hacia Orotina y le dio algunas pinceladas de lo que se toparía en carretera.

El calor cada vez era más fuerte y aunque lo estaba disfrutando, el español iba pensando lo mismo que los demás participantes: ¿cuánto falta para la meta?

Pocos kilómetros antes del final, Contador se acercó al vehículo de este medio y dijo: "Muy buenas, ¿qué tal, cómo va? Aquí disfrutando de este maravilloso país y de este clima, caluroso, eso sí. Está durísimo".

Al final de ese repecho venía otro puesto de asistencia y él paró, no para comer fruta o hidratarse, sino para alegrar a unos ciclistas que estaban ahí y que le dijeron: "Una foto por favor, es que nosotros no pudimos terminar".

Contador estuvo con ellos y luego se enrumbó a la meta, donde le dieron su respectiva medalla como uno de los tantos ciclistas que le dieron vida a la segunda edición de L'Étape Costa Rica by Le Tour de Francia.

Este evento se realiza con los mismos estándares de la ronda gala y es igual que la carrera recreativa que se efectúa antes de las etapas de la Grande Boucle.

Se completó esta prueba en territorio nacional con un Alberto Contador que se marcha enamorado del país y los fiebres ticos quedan satisfechos al conocer la esencia de un gran campeón.

El espíritu de ese Pistolero que le puso punto final a su carrera profesional en la Vuelta a España del año pasado, a sabiendas de que aún podía dar más pedales sobre la bicicleta.

A partir de ahora, cuando Contador escuche el "Pura vida" que pronunció varias veces durante los últimos días, sonreirá y a su mente vendrán recuerdos bonitos de la tierra que vio nacer a Andrey Amador, ese gregario de lujo que le habría gustado tener en su equipo.


Un día para fotografías con el Pistolero