El desafío de enfrentar a los mejores pilotos del planeta en la modalidad de trial en motocicleta llevó al nacional Felipe Koberg a consultar a la organización del Scottish Six Day Trial, en Escocia, en 2016, las normativas para poder competir.
Además aprovechó para enviar un video de los entrenamientos que realizaba en el sector de Sámara, en Guanacaste, como parte de sus atestados para ser tomado en cuenta en el evento de trial, denominado el más duro del planeta y cuya primera edición se realizó en 1911; solo se suspendió por la Primera y Segunda guerra Mundial.
Un año después los organizadores le permitieron participar por primera vez, al igual que en la edición del 2018, convirtiéndose así en el primer latinoamericano en terminar, en dos oportunidades, la exigente competencia.
El trial, al contrario del motocross y el enduro, no se trata de ser el más rápido sobre la moto, por el contrario es de habilidad, de avanzar por diferentes obstáculos en la montaña, por senderos de rocas, troncos, ríos y bosques, tratando de poner la menor cantidad de veces los pies en el suelo para evitar caerse o ser penalizado.
Para competir en 2018, por ejemplo, Felipe alquiló una motocicleta de la marca Sherco, de 250 centímetros cúbicos, la cual pesa 68 kilogramos (una de enduro o motocross pesa 105 kg, aproximadamente), la cual no tiene asiento, por lo que durante todo el recorrido (160 kilómetros diarios durante seis días, 960 en total) debe ir de pie sobre ella.
“Los organizadores nos permitieron competir después de observar nuestras habilidades en un video que les enviamos filmado en Sámara, Guanacaste, y cuyas características del terreno son parecidas a las del poblado de Fort Williams, en Escocia, donde se desarrolla la competencia”, indicó Koberg.
El tico en la primera oportunidad, en 2017, concluyó en el puesto 253 entre 280 competidores, junto a los también nacionales Gustavo Jop y Rónald Alpízar.
Para la edición de este año, que se celebró del 7 al 12 de mayo anterior, logró concluir en la posición 223 entre 282 competidores, a pesar de que las condiciones del tiempo fueron muy diferentes y el mal clima imperó en todas las jornadas.
“Son seis etapas de 160 kilómetros cada una, donde debemos avanzar por sectores que son penalizados, en las cuales hay que demostrar habilidad, pues consiste en vencer 30 zonas de obstáculos diarios. Yo digo que es como hacer yoga en moto por la maniobrabilidad que se debe tener, así como la concentración", aseguró el costarricense.
El nacional confesó que el primer año tuvo un clima más beneficioso para los competidores, incluso la organización indicó que la competencia fue una de las más seguras.
No obstante, para esta temporada todo cambió, pues el frío, de hasta cuatro grados centígrados debido a la nieve y la lluvia, la hace complicadísima, así como el barro y el viento que exigió en todo sentido a los conductores.
"En 2017 nos dijeron que el clima nos había beneficiado para competir, pero esta fue diferente. Tanto así que en mi primera participación solo se retiraron 10 pilotos, mientras en 2018 lo hicieron 25. De América solo participamos seis estadounidenses y yo, siendo el único latinoamericano, por lo que me siento muy orgullo de haber concluido esta competencia, la más dura del trial”, dijo Koberg.
Las dificultades durante la travesía de más de 800 kilómetros no se hicieron esperar, pues además de sentir cómo se le congelaron las manos por el frío y la constante lluvia, tuvo que luchar contra un golpe en el dedo gordo del pie izquierdo y una tendinitis en su brazo derecho, que lo obligaron a esforzar al máximo su organismo.
“Una vez se me trabó la cadena de la motocicleta y tuve que llevarla a pie por un bosque porque, debido a los brincos de la moto, se me abrió la caja de herramientas y se quedaron botadas, al igual que dos jackets para el frío. A nosotros no nos está permitido que alguien nos ayude a reparar la motocicleta, debemos hacerlo nosotros y tampoco le podemos hacer modificaciones al vehículo”, explicó Koberg.
También recordó que las pastillas de frenado, que usualmente duran hasta seis meses en una moto de motocross o enduro, solo le duraron cinco días, lo que demuestra el duro y complicado terreno por donde transitan.
El empresario de profesión indicó que cada día es una aventura y al mismo tiempo un desafío más, pues a lo largo del trayecto se encuentran infinidad de inconvenientes que deben sortear demostrando pericia y control de sus motocicletas.
"Es cierto que empecé en el enduro, pero esa disciplina al final no me daba tantos retos y qué mejor que competir en el Scottish Six Days. Esta competencia combina la pericia y control de la moto, me hizo superarme físicamente y mentalmente. Asimismo uno aprende a no rendirse. En lo personal con el pasar de las jornadas fui adquiriendo mucha confianza”, acotó Koberg.
El nacional ahora espera volver en 2019 con la ayuda de sus patrocinadores, con el objetivo claro de mejorar la posición de esta edición.
"Con un clima muy difícil pudimos superar 30 escalones en comparación con mi primera incursión en el Scottish Six Days, por lo que estoy seguro que podemos hacerlo mejor. Desde ya empezamos a entrenar, pues para hacer una buena presentación debemos prepararnos con al menos un año de anticipación", concluyó Koberg.