San Isidro de Coronado. Subir al sexto puesto de la clasificación no le da ni le quita al Uruguay, pero cerrar goleando en un torneo en el que deambuló por el sótano sí le vale mucho. Principalmente para ese material místico que es el pundonor de los deportistas.
También porque parece que, con pocos cambios, el entrenador Carlos Watson encontró la fórmula para pasar de ser un equipo que jugaba bien y perdía todas, a ser un cuadro que juega bien y puede pelear con cualquiera.
El juego del Uruguay luce bien y se fundamenta en largas relaciones de amistad, las que establecieron Pablo Herrera, Erick Scott, Rafael Rodríguez y Johan Condega cuando estuvieron en la Liga.
Esos cuatro juegan como si se conocieran de toda la vida, son veloces y la saben tocar. El resultado es devastador para el rival.
Así fue el partido: salida con Rodríguez por derecha, buscar a Condega en la creación y de ahí hacer que los generaleños sufrieran intentando detener o, al menos, alcanzar a Herrera o a Scott.
Esa fue la fórmula del primer y tercer gol, los que anotó Herrera. El segundo fue una joya de tiro libre que Condega le regaló a los sacrificados aficionados que, empapados y congelados por el helado clima de Coronado, salieron contentos.
El “nuevo” delantero lechero. La novedosa incursión de Herrera –antes lateral– a la delantera le da mucho fruto al equipo.
Watson es sincero, dice que no se trata de una invención suya sino de una respuesta a la necesidad. El club carece de delanteros experimentados más allá de Scott, y Pablo, tras una pesadilla de casi dos años de no jugar, aún no está al nivel para comerse la banda corriendo como lo hacía en Alajuelense.
Claro que si uno vio la goleada contra Pérez y los dos goles que firmó Herrera tiene motivos para no creerle a Watson eso de que el pequeño jugador aún no esta al 100%. ¡Cómo corrió y corrió Pablo!
Además, apoya mucho al resto del equipo el pressing que, como experimentado defensor que también es, hace desde la punta. A los defensores de Pérez casi los madrugó varias veces y nunca dejó salir jugando con comodidad.
Aunque no todo es bueno y algo hay que reclamarle a Herrera: ayer pudo meter cuatro o cinco...
Si los coronadeños estarán para pelear por las semifinales en el Verano es imposible de vaticinar, pero si juegan como cerraron este torneo (seis victorias y dos empates) van a ser difíciles de aniquilar.
Los que no podrían ni intentar sonreír son los jugadores de Pérez Zeledón tras una semana de infierno en la que dejaron ir más que la clasificación. Limón, la Liga y el Uruguay les dieron sendas lecciones de humildad a unos Guerreros que ayer ni intentaron batallar.