Soy “moradillo”

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Sí, por tal me tienen, y con ese apelativo pretenden injuriarme, ahora que el glorioso Deportivo Saprissa atraviesa “la noche oscura del alma” (San Juan de la Cruz). Pues bien, seré “moradillo” cuando mi cuadro pierda, y “moradazo” cuando gane. No estoy obligado a la objetividad: no soy periodista, sino pianista y escritor. Pero mi conocimiento del fútbol es vasto, y en mi obra literaria se cuenta un libro titulado “Los registros imaginarios del fútbol”: un opúsculo de 664 páginas. Los cretinos que me acusan de no saber de fútbol no serán siquiera capaces de entenderlo. Saldrá a la luz muy pronto. Ahí veremos quién sabe, y quién no sabe sobre el tema de marras.

Pero siendo un parcial confeso, soy también justo, y es con gozo que digo: el mejor equipo del reciente certamen fue la Liga. Herediano creció cuando la Liga fracasó en ese delicado proceso que consiste en hacer coincidir el ápex de la curva de crecimiento con el momento decisivo del campeonato. Si la fase final se hubiera jugado un mes antes, a buen seguro la Liga sería campeona. Todo cuadro tiene ciclos de vida, momentos de apogeo y fases de crecimiento y de declive: son leyes biológicas, vitales. A menudo no gana el mejor, sino aquel que supo sincronizar su pináculo de crecimiento con los partidos definitorios del campeonato. ¡Bravo, Herediano!

Miro por el espejo retrovisor —¡gratísima faena para un saprissista!—, abarco la totalidad histórica de nuestro fútbol en su perspectiva panorámica, y constato que no hay cuadro con palmarés tan exitoso, equipo que haya dado a su afición tantas satisfacciones como Saprissa. Nadie nos puede quitar lo bailado. Los números lo prueban, las estadísticas, los resultados, los títulos, los récords: somos un equipo joven con respecto a La Liga y Heredia, y sin embargo los sobrepujamos vastamente en galardones. Sí, soy “moradillo”: siempre lo seré. Leal, fiel, devoto, incondicional. Un guerrero presto a morir por su escudo de armas.