Un par de kilómetros antes de llegar Ciudad Quesada se respiraba final: las banderas de los Toros del Norte colgaban de las casas, los aficionados en las calles no podían ocultar su fervor y las camisetas rojas inundaban cada sector.
Lo del Carlos Ugalde fue un ambiente inédito, nunca antes se vivió algo similar, así lo aseguraron los propios seguidores horas antes del partido. Desde mediodía la gente montó su fiesta en las afueras del estadio, pese a que las puertas no se abrieron hasta las 4 p. m.
Todo transcurrió con gran orden. Fue un ambiente muy familiar, de eso no hay duda. Música, el sonido de la corneta característico de la zona y un optimismo inquebrantable.
A pesar de la constante y terca lluvia que caía en el norte, los seguidores sancarleños fueron fieles, y claro, ¿cómo no hacerlo? Su equipo disputaba una final de Primera División.
“Esto es una fiesta que nunca antes vivimos, es algo único lo que está pasando. La felicidad es enorme y ver las caras de los familiares y amigos no tiene precio, todo el mundo está feliz. En mi caso soy socio y no podía perderme esto, porque es histórico”, señaló Arturo Calderón, vecino del Carlos Ugalde desde hace mas de 40 años.
Así como histórico fue que en un mar de camisetas rojas si acaso se podían observar dos o tres seguidores morados. Los hinchas sancarleños demostraron estar a la altura del buen equipo que tienen. Abarrotaron su casa y la hicieron un hervidero para el Monstruo.
Casi dos horas antes llenaron por completo las zonas populares. Al pie de la grada, aguantando lluvia, frío y los nervios, todo valía.
“Llegué desde las 2 p. m. para asegurar el campo y estar de primeros. Soy del centro de San Carlos y aproveché para venirme desde temprano porque tenemos mucha ansiedad. Esto es único y quiero vivirlo. Soy socia y pese a que no me pierdo un partido, nunca me sentí así”, manifestó Elaida Soto, quien fue la primera en la fila para entrar al reducto norteño.
Eso sí, el punto cumbre y el éxtasis se vivió con los equipos en cancha. La recepción fue impecable y no tuvo nada que envidiar a otras finales. Cánticos, pólvora y el Toro empujando a los suyos.
La historia está escrita, el ambiente será difícil de superar, los fanáticos ganaron con una atmósfera de categoría mundial.