Marcel Hernández hizo un juego muy discreto y Cartaginés no estaba tan fino. Freddy Góndola tampoco marcó el mismo desequilibrio que mostró en la semifinal.
Era desde los banquillos donde parecía que cualquier cosa podía pasar, con los ánimos muy calientes y por momentos con reclamos que podrían catalogarse como pasados de la raya.
Aunque también se entienden por lo que está en juego, porque es una fase final y en estos partidos todo, o casi todo, vale, hasta intentar desconcentrar al rival y sacarlo de sus casillas.
Alajuelense había dicho que ajustaría su estilo a lo que tenía estudiado de Cartaginés. El juego vistoso quedaba de lado. Eso en una lucha por el título ya no es importante.
Lo que la Liga quería era salir con un resultado positivo de la Vieja Metrópoli para mantener viva la posibilidad de coronarse campeón el próximo jueves, sin necesidad de una gran final.
No era especular, sino más bien tomar previsiones y precauciones, porque si bien es cierto a los rojinegros les ha costado la pelota quieta y los brumosos lo intentaban mediante esa vía, la defensa de Alajuelense se vio más segura.
Eso mismo pasó con Leonel Moreira, que ha sido otro en estos últimos juegos.
Alajuelense tenía tan estudiado a Cartaginés que sabía que quien más problemas le podía generar era Jeikel Venegas. De arranque, él ponía en aprietos a Ian Lawrence.
El primer tiempo finalizó sin goles y tampoco hubo remates directos de la Liga, mientras que Cartaginés atacaba, pero algo le faltaba.
Lo que sí sacaba chispas eran los dimes y los diretes desde los banquillos, con reclamos enérgicos y hasta metiéndole carbón al cuarto árbitro.
Todo cambió un poco cuando Albert Rudé se volvió hacia sus asistentes Óscar Torres y Júnior Díaz, así como al preparador físico Juan Carlos Herrera para que no le dijeran nada más a los brumosos, principalmente a Mauricio Wright, que no solo estaba ahí apoyando a Géiner Segura.
Wright gritaba algunas cosas hacia el cuerpo técnico de la Liga, pero también estaba encima del árbitro Carlos Salazar, principalmente en esa acción en la que Cartaginés reclamaba penal.
Cuando los equipos salían para el segundo tiempo, Géiner Segura iba muy molesto con Juan Carlos Herrera. El técnico brumoso le gritaba y le gritaba, parecía que algo ocurrió en la zona interna de camerinos, a ese sector de acceso restringido.
De nuevo, desde los dos banquillos les hicieron señas para que se calmaran y se concentraran en ese partido, sin tanta intensidad ni jugadas de lujo, pero que desde los cuerpos técnicos fue otra historia.
Son cosas de esas que pasan mientras la pelota está en movimiento, que no siempre se ven, pero que en esta ocasión llamaron más la atención que el partido mismo.
Eso pasaba y reflejaba que en los dos banquillos hay personajes con carácter, que es parte del juego y que por suerte no pasó a más.
Culminó el primer round de la fase final con un empate 0 a 0. Podría interpretarse que el resultado es positivo para la Liga, que apuesta a su casa para rematar la serie. También es un buen negocio para Cartaginés, que no encajó un gol de visita.
Un cierre más emocionante parece imposible. De ahí que hasta jueguen los reclamos, dimes, diretes y hasta metidas de carbón.