Como si fuera aquel niño de Acoyapa de Nicoya en su primer día de clases, con sus manos sudorosas y su corazón a mil. Así se sintió anoche Minor Díaz cuando selló su último partido como jugador.
Se despidió del fútbol con el equipo de sus amores, con el rojiamarillo en el pecho y las amistades que le dejaron 16 años de carrera.
¿Quién diría que el noveno goleador del balompié nacional se forjó entre la marimba, la comida típica y la siembra de sandías?
El atacante tiene sus raíces guanacastecas impregnadas en cada festejo. Incluso, Díaz reseña que el cetro que consiguió con Liberia Mía en el Torneo de Verano del 2009 fue uno de los más significativos.
“Para mí ese título fue una felicidad singular porque fue dedicado a toda mi provincia”, dijo Díaz.
A pesar de que el delantero anotó en 132 ocasiones en la Primera División en su trayectoria no todo fueron goles. El herediano sufrió cinco operaciones en su rodilla derecha que ahora en su faceta de asistente técnico de Jafet Soto no le propinarán más dolor.
“Fueron momentos muy duros por las ganas de regresar, pero hay que tener paciencia. Mi primera cirugía fue en el 2001 y estuve ocho meses fuera. Sufrí una ruptura del ligamento cruzado y fue terrible. Lo recuerdo muy bien, pero también sé que hubo muchas personas que estuvieron ahí para ayudarme”, recordó el florense.
Esas cinco lesiones que carga entraron a jugar en la decisión del retiro, el cual lo lleva de jugador a miembro del cuerpo técnico.
En casa. El hijo de Franklin Díaz y Lidieth Araya se mostró ilusionado por iniciar su paso como asistente en el club que más lo marcó como futbolista: el Herediano .
“Quedarme en esta institución fue lo mas adecuado. Conozco a los dirigentes, al grupo y también la forma de trabajar de Jafet Soto. Me siento muy entusiasmado de esta nueva responsabilidad por lo que daré el máximo esfuerzo”, agregó.
El adiós al fútbol le llegó a sus 33 años, con el Rosabal Cordero de fondo y junto a sus fieles seguidores, esos que corearon sus 70 dianas con el conjunto herediano.