En un ejercicio conciso el panorama pintaría así: un técnico con una idea, un equipo en proceso de renovación y una puerta, grande y generosa, para todo el que desee pasar.
Palabras más, palabras menos, el entrenador es Gustavo Matosas, el equipo en etapa de cambio es la Sele y el ingreso es la oportunidad que abrió el timonel al que quiera citarse con la historia.
El ciclo del charrúa lleva tres puestas en escena, un periodo muy corto para hacer juicios de valor temerarios en cuanto a hombres y roles, análisis tácticos rigurosos y señalamientos sin escrúpulos.
Regular ante Estados Unidos, muy flojo contra Guatemala y discreto frente a los jamaiquinos, el rendimiento alcanzado muestra la dificultad de un grupo de hombres para manejarse en una idea que no estuvo en los planes hace dos procesos.
La Sele viene del recato con orden de Jorge Luis Pinto y el miedo como mandato de Óscar Ramírez al otro extremo, es decir, reclamar el patrimonio de la pelota, mandar en el juego, y salir rápido para desequilibrar y marcar la supremacía en la red.
No es fácil desmontar una idea y reemplazarla por otra, sobre todo cuando las decisiones clave siguen pendientes, como la definición de la base que hará frente a los compromisos inmediatos y la eliminatoria, después.
Por ahora el tema se parece mucho a prueba y descarte, es decir, la elección de los hombres correctos para que la propuesta germine y se logre, desde el comienzo, eso que es clave en cualquier desempeño: disfrutar y dar rendimiento.
Y ahí es donde se empiezan a notar avances: no todos están para lo que el entrenador desea, hay algunos que necesariamente se quedarán en el camino y, por qué no, en esto de dar oportunidad a los jóvenes, faltan algunos que quizá convendría ver.
Del juego sin legionarios ante los estadounidenses quedaron sensaciones gratas, como la confirmación de que Allan Cruz será la pareja de Celso, o el talento en ascenso de Ronaldo Araya, para pedir la pelota y entregarla con destino correcto.
Lo malo del choque ante Guatemala fue perder ante un equipo que venía de destituir a su técnico y no pasar de los dientes apretados y el empuje sin descanso, porque aun jugando mal se generaron cuatro situaciones de gol desperdiciadas por esa manía de patearle al bulto y agrandar al arquero.
Y del martes anterior quedaron para rescatar algunas insinuaciones de Fuller, premiadas con un gol; un ejemplo de que a la anotación se puede llegar a tres toques y la insinuación de que Mayron George puede ser ese “9” de área que pivotee, perturbe a los centrales y camine directo al gol.
No conviene desesperarse porque aún no es tiempo, ni pensar, tampoco, que esto va encaminado ya. El consejo, sería, insistir con los que rindieron y depurar la lista para que la puerta, grande y generosa, se cierre con los que quieren y pueden citarse con la historia.