En Oro y Grana, Miguel Cortés realizó un ejercicio premonitorio. El 18 de mayo del 2015, un día antes de que Eduardo Li partiera hacia España y luego se enrumbara a Zúrich, para entrar al reino de la FIFA, lo sentó ante el micrófono. Si la historia de Pinocho fuese cierta, una nariz gigantesca habría causado el caos en Radio Monumental.
Una oda al cinismo está contenida en algunos pasajes de ese programa de 50 minutos, donde el expresidente de la FEDEFUTBOL se mostró inquieto y a la defensiva, pero sobre todo crítico de la corrupción aislada de algunos pocos hombres de futbol.
–¿Cómo llegó usted a la FIFA? –fue la bienvenida de Cortés.
– ¡“Cómo me la tira así, no me he ni sentado!” –contestó Li con una sonrisa nerviosa, para luego ahondar en que su arribo a la sacra organización del futbol fue por las acusaciones mutuas que en el 2011 se cruzaron Jack Warner y Chuck Blazer (los dos primero pájaros en caer).
“Nosotros procedimos a tratar de darle un giro a esa organización (CONCACAF), de hacerla más abierta y trasparente, junto con el Presidente Webb (uno de los que el 27 de mayo del 2015 durmió en la cárcel suiza junto a Li y que está expulsado de por vida de la FIFA).
–¿En la FIFA hay corrupción? –prosiguió el periodista–. Me imagino que Li frunció el ceño, se acomodó en la silla, trago grueso y luego respondió: “Yo diría que se habla más de lo que es. Honestamente, ha ido más bien en dirección de nuevo a la trasparencia. Han salido algunas situaciones, pero específicamente en la FIFA no hay corrupción”.
–¿ Para qué llega a la FIFA? –añadió el periodista.
Y aquí cantó sin guitarra. Después de pedir que se le aclarara la pregunta, casi que balbuceó: “No estoy pensando en viáticos. Si lo que me pregunta es que si llego por plata, no. No llego a eso. No busco eso. Igual que llegué a la Federación, usted sabe que no hay salarios, nada de ese tipo de cosas”.
Ante la consulta de qué es lo mejor que había hecho por el balompié, Li la emprendió contra los que se aprovecharon de ese deporte. “Hace unos años atrás, recientes, ha habido personajes que no llegaron para el futbol. Andaban en busca de situaciones que los beneficiaran personalmente. Yo, gracias a Dios, mi vida privada la tengo resuelta, estoy aquí porque me gusta el futbol, porque soy un fiebre. Había situaciones complicadas de manejo, con personajes queriendo controlar el futbol”.
Según Cortés, en ese rato pidió dos vasos de agua. ¡Seguro por la fiebre!