Opinión: Todos somos el nica Duarte

Óscar Duarte es un nica con corazón tico. Y —como y con él— muchos vecinos del Norte sienten propios los triunfos y fracasos de la Sele.

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Óscar Duarte es un nica con corazón tico. Como lo fue César Meléndez, como lo es Katia Cardenal, Perro Zompopo, Luis Enrique y Carlos Mejía Godoy…. La que nos cuidó al bebé, nos ayuda en la casa o hace el jardín con manos artesanales.

Peleamos con ellos la revolución, cantamos todos los versos de amor a Nicaragua y aprendimos de niños la belleza de las palabras con cada poesía de Rubén Darío. Subimos al ring cada vez que peleó Alexis Argüello y todos buscamos a Panchito en aquel marzo del 2001 cuando se lo tragó la tierra desamparadeña.

Con una cometa en la mano alguna vez nos sentimos Quincho Barrilete, el héroe infantil a quien Carlos Mejía Godoy inmortalizó. Tarareamos la canción como un himno, al igual que aprendimos cada tonada de Pobre la María, la historia de la mujer dispuesta a todo por sus hijos, cuyo drama oímos cantar a Luis Enrique, una y otra vez.

Así que se me revuelven los sentidos cuando el tiempo pasa y veo a un tico, enfundado en la camisa de la Selección, derramando odio contra los nicaragüenses. Vienen huyendo del miedo y la guerra, buscando familia y un poco de paz, pero en una noche de vergüenza se han topado con la cara más triste del tico más pobre en espíritu.

Le hemos dado la espalda a gente del país que nos regaló música y poseía, que nos fabricó héroes vestidos de guerrilleros y que le dio refugio a muchos de los exiliados por una guerra que ya casi no recordamos. Al hermano con quien compartimos el bus, la barriada y hasta la pasión por un fútbol que aprendieron a querer de este lado de la frontera.

Juntos hemos llorado huracanes, terremotos y todo tipo de tragedias. Nicaragua no es Somoza ni Ortega, ni el que violó o mató a una mujer más acá del San Juan. Malos hay allá, aquí y en todos lados. Nos hermana una historia común, las aguas del río, los años de compartir el barrio, la casa y hasta ese gusto que les heredamos por el fútbol.

Duarte se pone la camiseta tricolor con la pasión quien decidió ser tico por su propia voluntad. Como toda una provincia, que no cesa de regalarnos futbolistas, músicos, sabaneros, y tardes soleadas, pintadas de arena y mar.

A esa historia común no podemos ponerle un candado o levantarle un muro alrededor del San Juan. Esa historia merece que sintamos como nuestro cada partido que dirige Henry Duarte con la selección pinolera. Así como el niño de Masaya, que hoy juega en el Espanyol, hace vibrar a todo Nicaragua cuando juega nuestra Sele.