Los buenos dirigentes logran títulos (Juan Carlos Rojas & compañeros, entre ellos); los mejores dirigentes muestran su liderazgo en las derrotas (Juan Carlos Rojas & compañeros podrían llegar a ese punto algún día).
El “comunicado” del presidente saprissista, publicado ayer en su Twitter, y la entrevista concedida esta semana a La Nación por Evaristo Coronado son enmiendas tardías, aunque necesarias, ante el silencio de días anteriores.
No es ‘ante’ nosotros (los medios de comunicación), sino ante su afición, que el presidente de un club como Saprissa está obligado a dar la cara. Eso incluye un ‘pese’ a nosotros y lo calificado por Rojas como “ataques de la prensa”.
De paso, no termino de entender el término “ataque”, como si los periodistas fuésemos enemigos de guerra. En todo caso, los mejores dirigentes saben asimilar la crítica seria y refutar sin problemas la infundamentada.
La obligación —insisto— es con su gente. Muy a pesar de la condición de empresa privada, es la gran afición la que permite a Saprissa no ser un negocio entre paredes de concreto sino un ser vivo palpitando.
Algo le viene fallando al Saprissa ante la opinión pública.
A Vladimir Quesada lo abandonaron por un tiempo en esa personalidad de perfil bajo, poco favorecida en ese momento por su ausencia en las conferencias de prensa pos partido. En lugar de potenciar la imagen del técnico de alguna manera, Saprissa hizo poco hasta que la prensa criticó la ausencia de Vladimir incluso en los espacios de media semana, donde la entonces pendiente licencia A no es necesaria para dar declaraciones.
Añado el admitido deseo de Juan Carlos Rojas de aparecer cada vez menos ante cámaras, un lujo que difícilmente puede darse quien comanda Saprissa. Su gerente general, Alberto Blanco, es casi desconocido para el aficionado y su gerente deportivo, Evaristo Coronado, no termina de convertirse en la cara del club —¿debería?—.
Por lo demás —y de vuelta al Twitter— comparto con don Juan Carlos que no es momento para que Saprissa se desespere ante los fichajes de la Liga y Herediano. Ciertamente, con un plantel estable, esta vez puede permitirse contratar jóvenes prometedores, como los carmelitas Suhander Zúñiga y Jonathan Martínez, si bien le falta reforzarse con un delantero de mejor nivel que Tassio y no le caería otro zaguero que apadrine a Cabral.
La necesidad de campeonizar (que en equipos como Saprissa, la Liga y Herediano se inicia al día siguiente de finalizado el campeonato) tampoco es crítica en Tibás. Cinco títulos en los últimos diez torneos le permiten un poco de cautela y sensatez, no así esa pizca de soberbia de Rojas cuando admite como “fracaso” la final perdida, justo antes de añadir que “para muchos llegar tan lejos es un logro”.
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No es buena hora para la petulancia; sí para las explicaciones ofrecidas en el resto de su “comunicado”. Quizás sea un paso en el camino que lleva a un dirigente de ser bueno a ser de los mejores. Quizás.