Un complicado debut protagonizó el miércoles Darryl Parker en la portería del Saprissa, con derrota, 1 a 2, ante Pérez Zeledón. Al muchacho le tocó cargar con un buen lote de responsabilidad en ambas anotaciones. Y, lógicamente, las baterías de un grueso sector de la afición y de la prensa deportiva, se enfilaron contra el novel cancerbero morado.
A Parker lo vi debutar hará unos tres años, cuando don Carlos Watson le dio oportunidad en la Primera División, con el Uruguay de Coronado. Recuerdo que esa vez conversé con don Carlos acerca de las condiciones de la nueva promesa, facultades deportivas que el entonces timonel aurinegro ratificó, con conceptos elogiosos sobre el diamante en bruto que comenzaba a pulir.
El miércoles, la alineación de Parker se debió a que Kevin Briceño, guardavalla titular, solicitó no actuar contra los guerreros, tras aducir que venía muy cansado de su viaje a Panamá con la Selección. La verdad, sorprendió esa razón, pues se trata de un atleta de alto rendimiento, tras un vuelo de poco más de una hora. Y más me asombraron las justificaciones de don Carlos —respetabilísimo forjador de figuras— de que el agotamiento de Kevin se acrecentaba, en vista de lo lejos que le quedaba desplazarse del aeropuerto Juan Santamaría a Curridabat, donde Briceño reside. Como si a los mortales de este país no nos tomaran dos y hasta tres horas viajar en las presas del centro de San José a Zapote, San Pedro o Curridabat, por ejemplo.
También llama la atención que, en cierto modo, Kevin haya puesto en riesgo su titularidad en el arco tibaseño, la que tanto le ha costado consolidar. No recuerdo que estelarísimos como Marco Antonio Rojas o Erick Lonis, cada uno en su época, hubiesen argumentado alguna vez cansancio y cedido por ello sus estatus de verdaderas leyendas en las porterías morada y de la Tricolor.
No crucifiquen a Darryl Parker. Si bien no ha tenido la fortuna de llevar una carrera normal; es decir, con apariciones graduales y mejor calculadas, el muchacho vale la pena. Calidad le sobra y, sin duda, merece una, otra… y muchas oportunidades más. No lo malogren, por favor.
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