Pocas veces escuché a un personaje tan imprudente como Kurt Morsink. Ataca sin sentido, ‘infla’ a los jugadores sin necesidad. Lejos de estimular el desarrollo, parece estar más enfocado en atacar que en contribuir.
Por desgracia para algunos de sus representados, les toca aceptar que su intermediario asuma un papel muchas veces improductivo para su carrera.
Cuando le preguntaron sobre el buen rendimiento del delantero Jurguens Montenegro en el programa radial Encuentro Deportivo, respondió:
"No sé quién es Jurguens Montenegro. En Costa Rica no podés poner a ningún jugador en la categoría de Manfred Ugalde. Si es de la Liga y está a préstamo en Jicaral, ya ahí contestas", afirmó.
A veces da la impresión de que la crítica de este agente está directamente relacionada con sus intereses económicos. Básicamente, defiendo a quien me genera dinero, y al que no hago todo lo posible por bajarle el piso.
El que está con él es bueno y el que no, es malo.
El discurso de Morsink ofrece muy pocos argumentos futbolísticos. Básicamente es atacar sin filtro alguno.
A Agustín Lleida lo trató de fracasado, al igual que a Futbol Consultants (empresa que representa futbolistas).
Es decir, es la típica mentalidad de que los que no negocian conmigo, los trato de ‘ningunear’ a como pueda.
Sucede lo contrario con los que representa. Los infla al punto de meterles una presión innecesaria.
El caso más evidente es el de Manfred Ugalde, de quien primero dijo que si un club se comunicaba con él y le ofrecía $1 millón, “ni le atendía la llamada”.
Este miércoles en Encuentro Deportivo aseguró que “bajamos algunos millones”, a causa del contexto económico afectado por la pandemia.
Para terminarla de hacer añadió que el Barcelona había mostrado interés por el joven, como si llegar a este club fuese como soplar y hacer botellas.
Quizás, Morsink debería interiorizar mejor lo que dice antes de hablar y faltar el respeto. Comprender que la crítica con argumentos siempre es válida, pero que cuando se habla sin filtro alguno, el único que pierde es él.
Llegará un momento en que los propios futbolistas se preguntarán: ¿Por qué voy a firmar con un representante que no tiene relación con algunos clubes de Primera, si puede hacerlo con otro que mantiene contacto con todos los equipos?
O quizás se cuestionen, ¿para qué quiero que me represente alguien que me va a meter una presión adicional constantemente?