Opinión: Ejemplo de dignidad

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El próximo martes 26 de marzo se cumplirán ocho años de la inauguración del Estadio Nacional. Cabe recordar la polémica que generó don Guido Sáenz González, quien se oponía radicalmente a que el nuevo coliseo se construyera en el mismo lugar, pues el destacado hombre de la cultura consideraba que la afluencia masiva de público al fútbol y a otros espectáculos en ese inmueble provocaría un serio daño de contaminación acústica, atascamiento de vehículos y otros problemas en La Sabana. “Si se hace un estadio ahí para 35.000 personas, sin zona de parqueo, va a generarse una congestión tremenda en un área que ya es ciudad. Muchas gracias a los chinos por el estadio, pero no ahí”, decía el señor Sáenz.

Era el 17 de octubre del 2008. La Sala IV resolvió a favor del Estado el recurso de amparo que había interpuesto don Guido, resolución que trascendió horas antes de una emisión especial del programa radiofónico Oro y Grana desde el Hotel Costa Rica. Recuerdo que el director Miguel Cortés, me comentó: “Voy a llamar a don Guido para que, en vivo, nos dé su criterio sobre la tesis que acaba de perder. Será una exclusiva, vas a ver”. El periodista llamó a la emisora y coordinó los detalles técnicos para lograr la intervención del exministro de Cultura.

Se comunicó con él telefónicamente y le pidió que comunicara al país su reacción. No obstante, serenamente, don Guido declinó el ofrecimiento: “Mire, Miguel, realmente no tengo nada que decir. Si triunfó la tesis opuesta a la mía, así será. Soy respetuoso de la decisión. Viera usted que en este momento me dispongo a tomar el té con mi esposa Daisy, con unas deliciosas galletitas de mantequilla. Comprenda que no voy a desperdiciar un rato tan especial, en esta bellísima tarde de sol, para referirme a ese asunto”.

“Como usted prefiera, don Guido, gracias de todos modos”. “Acabo de perder una exclusiva”, me comentó Cortés, tras explicarme los pormenores de la conversación que recién había sostenido. “No se podía esperar otra cosa de un hombre de carta cabal, como don Guido Sáenz. Perdiste la exclusiva pero, una vez más, ese señor ha dado muestra de su integridad”, le repliqué a Miguel. Y el director de Oro y Grana, me dio la razón.