En cuatro fechas del Apertura Cartaginés ofreció una pobre versión que tiene a su noble gente indispuesta y comiéndose las uñas porque se trata de más de lo mismo: nada.
El viento de cambio que supuso la llegada de Adrián Leandro al banquillo duró 360 minutos, con pérdidas ante Carmelita, Saprissa y Guadalupe, un empate frente a la “U” y 1 punto.
Poner al frente del equipo un técnico seis veces campeón en la cantera de un club que no gana un título desde hace 77 años, empujó a pensar en que se venía el relevo generacional.
Nada que ver… Cartaginés juega peor partido a partido, con una formación en donde con excepción del excelente portero Rivas y el lateral Cordero, el resto son hombres de alto millaje en Primera.
Los otros novatos juegan a cuentagotas, como Cristopher Núñez ante Carmelita y Saprissa, pues llegan cuando es imposible conmutar la sentencia de derrota y la presión se deposita sobre unos hombros todavía en formación.
Cartaginés fichó tarde y mal. Enlistó a un exlateral de Carmelita que se lesionó en menos de 10 minutos en su debut, le reabrió la puerta a un decadente Jameson Scott –venía con muchas dudas de la Liga-, trajo a un panameño que no marca, ni mucho menos crea o desequilibra.
Firmó a un noble veterano como Michel Umaña, abnegado, pero de salida, y se rumora que viene de vuelta un mixto que ya estuvo en las brumas y se fue al extranjero por más dinero.
La cosa se agrava cuando uno repasa la formación y ve que José Eduardo Leiva no evoluciona porque marca y pega, hipotecando muy temprano su vida en el partido, como ocurrió el domingo contra Saprissa.
Otro que anda enemistado con su nivel es Dylan Flores, sin el golpe de pelota, manejo y toque en la red que lo distinguió el semestre pasado. Y el Chiqui, irreconocible. Se ha vuelto experto en errar goles a boca de arco, al mandarla por encima del horizontal.
El rendimiento es tan pobre que uno se pregunta ¿por qué un profesional como Javier Loaiza incurre en ocho errores consecutivos antes de servirle el primer gol a David Ramírez?
A quien le debo una disculpa y se la doy es a Rivas, el guardameta, un proyecto de arquerazo si continúa trabajando y no se duerme. Lo cuestioné en esta tribuna, pero ha crecido y a él se le debe que las derrotas ante Carmelita y Saprissa no fueran por 5 goles.
Lo lamento por la gente, entre la que cuento a los sobrinos que acompañé el domingo anterior a ese congelador que era la gradería oeste del Fello Meza. Ellos no se merecen ese sufrimiento por un equipo que yo les inculqué y hoy les paga con estos papelones.
Y sí, por Adrián Leandro, a quien defendí porque creí en la impostergable renovación que no es tal. Jugadas cuatro fechas, Cartaginés no tiene renovación, ni equipo, ni fútbol…