El Apertura apenas gatea, es de altísimo riesgo perfilar favoritos, pero cuesta mucho abstenerse y resistirse a la tentación de adelantar criterio con lo visto en 90 minutos de acción.
Y no lo digo por los grandes, que despacharon a sus rivales sin sobresaltos y por goleada –Herediano y Alajuelense- aunque Saprissa sudó con Santos, sino por lo que perfilan, para bien o mal, un lote de equipos que están al acecho.
Que el Team cargara de goles a la “U” es entendible, por planilla y antecedentes, mas la primera sorpresa la cuajó la Liga de paso dispar en la pretemporada, al pisotear en casa a un Grecia que creíamos consolidado tras la campaña anterior.
Lo que pintaba como un pulso con moneda al aire para dar con el ganador, se decantó muy fácil del lado rojinegro con el paso goleador de McDonald y una anotación para enmarcar de Jonathan Moya.
¿Se desinfla el Grecia de pacto con la pelota y el espectáculo, verdugo del propio Alajuelense en el Morera la campaña anterior o es un simple desliz de estreno de temporada, que no dejará moretones ni tampoco alcanzará para provocar alarma?
El fútbol lo necesita vigente y protagonista, con un técnico intenso como Wálter Centeno, artífice del monólogo en las ruedas de prensa postjuego, en donde con pasión desbordada se erige en solitario como defensor del juego con causa y buenos intérpretes
Lo de Guadalupe ante Pérez pinta a confirmación: un equipo bien trabajado por Geiner Segura, que reparte las cuotas de marca con el gusto por el balón, redondeando producciones que dan para ilusionarse. Y ahora la víctima fue Pérez.
San Carlos dio una tonada alta por varias razones: por imponerse en Limón, en cancha y ante equipo difícil, por la producción colectiva en muchos pasajes del partido y por traer de vuelta a un goleador como Saborío, que apartó muy rápido patente de autor del gol del año.
A Cartaginés es mejor tocarlo con pinzas porque uno nunca sabe qué puede pasar: redondeó su mejor bautizo de torneo corto de los últimos años, pero apenas le alcanzó para empatar en tiempo de descuento ante un Carmelita que se había vuelto su verdugo.
El equipo de Chope tuvo orden y actitud, un paseo de pelota promisorio, aunque careció de peso y punch arriba, pese a que encontró la igualada en el alargue, lo que denota que la andaba buscando con reloj en mano.
Noventa minutos son un millaje muy corto en un torneo que desgrana las primeras sensaciones, pero siempre se vale prenderse en la ilusión de que este superará al anterior y de que traerá consigo partidos y figuras para volverlo inolvidable. ¿Verdad Saborío?