Una a una desfilaron las causas del fracaso en Rusia 2018, en boca de Rodolfo Villalobos. Una a una fueron creciendo mis dudas: ¿será que toda la culpa la tienen los jugadores y el Macho Ramírez? ¿Será que la Federación terminará el informe pura e inmaculada?
¿Estaré pecando de malicioso con esa interpretación?, me preguntaba, hasta que Rodolfo Villalobos alivió mi inquietud. “Yo no juego. Yo no hago las alineaciones”, expresó cuando fue cuestionado por sus responsabilidades. Ya no hacía falta leer entre líneas: la Fedefútbol era inocente.
Señaló además algunos puntos que, más que causas del fracaso, parecen conclusiones sobre falencias del fútbol tico: la necesidad de un mejor trabajo en liga menor, la conveniencia de arbitrajes que metan al jugador en la dinámica internacional y la eterna ilusión de un torneo local con espacio para la Sele. De acuerdo en todo, como parte de una lista al Niño o, mejor aún, como proyectos próximos.
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Por lo demás, medio asomó el “mea culpa” cuando se reconoció la ausencia de un Director Deportivo que asesorara al técnico, aunque el tono de aquello fue —una vez más—, los errores del timonel en la escogencia de los futbolistas.
Volvemos al argumento: Rodolfo Villalobos no juega: cierto; Rodolfo Villalobos no hace alineaciones: ciertísimo. Rodolfo Villalobos no es la Federación. Sería mezquino, además, no reconocer varios aciertos de la dirigencia rumbo al Mundial. Los fogueos, buenos y suficientes. Las comodidades para entrenar, concentrarse y viajar. En general y entendiendo las condiciones del fútbol tico, hubo varios aciertos.
Entre ellos no incluyo el discurso ante el fracaso, la oportunidad perdida de mostrar autocrítica (palabra usada por Villalobos al inicio de la conferencia), la cobardía del “yo no fui”, tan común en el Proyecto Gol.
Si el técnico es culpable de sus elecciones, por qué los dirigentes no lo son de las suyas. Si no había una comisión técnica capaz de asesorar al Macho, si los dirigentes no saben de fútbol o si el Director Deportivo era necesario, ¿de quién es la culpa?
Ciertamente, el técnico y los jugadores siempre serán los primeros en recibir la medalla o el reproche, pero deja qué desear el discurso a lo Pilatos.