Reducir a su mínima expresión la violencia en los estadios de fútbol de Costa Rica no es del todo una empresa pegada del cielo.
El objetivo que hoy se proponen el Gobierno y las autoridades del balompié nacional, ya fue alcanzado por varios países, con leyes y medidas para controlar el comportamiento de los aficionados.
Inglaterra, tristemente famosa desde mediados del siglo XX por las acciones de los llamados hooligans –que causaron decenas de muertes–, fue pionero en el establecimiento de esos controles.
La tranquilidad llegó a los estadios ingleses en la década de 1990, de la mano de Margaret Thatcher y el Football Spectators Act (FSA), un compendio de medidas de prevención, ligadas a la infraestructura y seguridad de los estadios.
Entre otros lineamientos, el FSA estableció la numeración de sillas en todas las tribunas, prohibió el ingreso de hinchas bajo efectos del alcohol y exigió la colocación de cámaras grabando permanentemente las tribunas.
“A partir de allí, se reformó la legislación, se le dio más poder a la policía para controlar a los hinchas violentos y se aplicaron penas de 3 años sin asistir a eventos deportivos. Para modernizar los estadios, el Estado aportó préstamos a los clubes, que aumentaron los precios de las entradas hasta el triple”, explica el sitio espndeportes.com, en un artículo sobre el 20 aniversario de la Tragedia de Hillsborough (1989), que impulsó esa normativa.
Modelo. En los años siguientes, el FSA sirvió de base para la lucha contra la violencia en estadios de países como Holanda, donde se exige el registro de todos los que asisten a un partido de fútbol.
Los aficionados holandeses deben tener una tarjeta o carné de inscripción en uno de los clubes, con datos como nombre, lugar de trabajo, teléfono y dirección.
Sin la tarjeta –personal e intransferible– no se puede comprar una entrada. Tampoco es posible adquirir boletos en los estadios a último momento ni a revendedores.
Si se presenta comportamiento antisocial grave, las autoridades imponen al responsable una prohibición de asistir a estadios de fútbol por meses e incluso por años.
“El sistema holandés contempla que los inadaptados se presenten en su comisaría local un par de horas antes de los partidos y se retiren dos o tres horas después del final”, afirma la cadena BBC.
En España, a todos los clubes de la Liga se les exige el nombramiento de un coordinador de seguridad para su estadio, la instalación de tornos para acceder al reducto y decenas de cámaras para un circuito cerrado de televisión.
Tecnología de punta, unidades de Policía y colaboración de los aficionados son las claves para contrarrestar la violencia en España.
“La colaboración de todos los aficionados es el arma más importante que tiene la Policía, porque los que perjudica al club, le perjuca a ellos”, afirmó a la cadena español Cuatro, el director de seguridad del Málaga, Eugenio Lorente Peña.