Marcel Hernández no podía regresar de otra manera. El cubano dejó muy claro su influencia en el Cartaginés.
Después de perderse el inicio del certamen por una sanción, volvió para hacer lo que mejor sabe: goles.
LEA MÁS: Cartaginés retiene su invicto pero se queda con las ganas de ser líder
Pero su presencia sobre la cancha es más que anotaciones. Dentro del área siempre es peligroso, pero fuera de ella también le da mucho trabajo a los zagueros rivales.
Marcel gana balones en las alturas, remata con los pies, con la cabeza, sabe controlar el balón y también pelea hasta final por cada uno de ellos.
Cuando está más alejado del marco concreta centros peligrosos y si tiene que quitarse a un contrincante usa su habilidad con la pelota, o también su capacidad de saber manejar el cuerpo.
Que lo diga Juan Bustos Golobio, quien corrió algunos metros pegado al espigado atacante y nunca pudo detenerlo. Marcel se lo quitó de encima sabiendo imponer mucho mejor su físico.
Así llegó hasta los linderos del área, aprovechó que ningún otro herediano se le fue encima, observó a Esteban Alvarado y le envió un disparo bien colocado para volver a gritar gol.
Mientras se alistaba para enviar ese remate, en algún sector del Fello Meza alguien gritó: "pasá la bola". Y esa pudo ser una opción, pero Marcel sabía lo que estaba haciendo.
“A veces es complicado en toma de decisiones. A veces te matan si no lo haces y te dicen pásala, pero como lo hice, ¡qué bueno Marcel! Pero son cosas que uno las visualiza. En esa jugada creo que tenía fuerzas, igual me gusta jugar mucho en el mano a mano, uno contra dos o contra tres, a veces me tengo esa confianza y así sucedió”, reseñó el futbolista.
Si hubiera que pedirle un extra sería que marque más, pero cuando un jugador da tanto en el campo, sería injusto reclamarle algo.
Al goleador le gustan este tipo de partidos, lejos de achicarse, saca pecho...
La vuelta al campo fue tan esperada para él como cuando debutó con los brumosos. La única diferencia es que ahora los aficionados saben lo que les puede dar.
“Para mí representa mucho la parte anímica colactiva, es más importante que la personal. Lo visualicé de la misma manera que en el primer torneo que me tocaron cuatro fechas afuera y siempre lo digo, no es lo mismo entrenar que jugar. A uno le cuesta, pero sí partía que me preparé bien físicamente y psicológicamente. Tuve una preparación muy buena, tengo que darle gracias a Dios por eso, sabía que el regreso podía costar un poco pero tenía que intentar ayudar al equipo”, agregó.